Este viernes se conocerá cuáles son las condiciones bajo las cuales el comité de regla fiscal decidió flexibilizar las metas de Colombia para estos años. El objetivo es abrirle campo a la financiación del mayor déficit fiscal que se prevé por cuenta del boom migratorio de venezolanos hacia Colombia. La regla fiscal se ha convertido en un mecanismo eficaz para mostrarle al mundo que el país está comprometido con su consolidación fiscal. El asunto es clave porque con casos como el de Venezuela o Argentina ha quedado en evidencia que los riesgos asociados a una mala política fiscal son enormes. Sin embargo, resulta sorprendente que una decisión tan importante como flexibilizar el mecanismo que ha disciplinado a los últimos gobiernos en materia de gastos e ingresos, se adopte sin el mayor debate. Eso significa dos cosas: o que a nadie le importa o que la mayoría de expertos considera que realmente recurrir a ese expediente se hace completamente necesario en estos momentos y que las implicaciones de tal decisión no son tan graves. Tal vez esto último es la verdadera razón de todo. Lea también: Fondo Monetario Internacional alerta sobre la economía de Colombia Se trata de una discusión estrictamente técnica y por eso son solo unos expertos los que deciden. Pero es claro que pocos van a reprochar la medida si se confirma este viernes lo que todos esperan: que el país va a tener unos cuantos puntos más de déficit fiscal durante los próximos años. Eso abre las posibilidades a encontrar las formas de financiar tal déficit, muy probablemente a través de deuda exclusivamente; aunque el Gobierno nacional ha señalado que ve con buenos ojos otras formas de financiación como la venta de activos. Pero el tema de fondo es que muy probablemente por cuenta de las más recientes reformas tributarias (una de las cuales incluyó un aumento de tres puntos en la tarifa del IVA), el margen fiscal de Colombia es mayor que hace unos años. El recaudo de impuestos sigue creciendo, la gestión de la Dian muestra buenos resultados y el crecimiento económico da un impulso adicional a los ingresos fiscales. Lea también: A Moody’s las cuentas no le cuadran Entonces si es posible concluir, como lo ha dicho inclusive el propio Ministro Carrasquilla en varios escenario, que el tema fiscal no es el gran tema de la economía hoy, la pregunta que queda en el aire es: ¿cuál es el verdadero problema económico de Colombia en la actualidad? Las autoridades ya lo han dicho: la principal amenaza para Colombia vienen desde afuera. El crecimiento del déficit en cuenta corriente que ya llegó a 3,8% en 2018 pone sobre la mesa que el país sigue gastando más de lo que le ingresa. Hay que poner sobre la mesa un dato: el año pasado el PIB aceleró su crecimiento a 2,7%, impulsado en buena medida por el consumo de los hogares. Vale la pena preguntarse: si tal aceleración implica que de nuevo el déficit en cuenta corriente se dispara, quiere decir que la economía local no tiene la suficiente oferta para suplir todas las necesidades de consumo, razón por la cual se hace necesario importar más y tales compras se financian con las divisas disponibles. Lea también: Lo que le preocupa a Echavarría sobre el futuro de la economía El tema es muy sensible: la literatura internacional considera que déficit externos por encima de 4% de manera permanente son el caldo de cultivo de recesiones y ajustes draconianos a las economías. ¿Qué se hace necesario para superar este problema? Las reformas estructurales que permitan a la economía producir más, ser más eficiente y traer del exterior un mayor nivel de divisas que permitan financiar más holgadamente las importaciones. Esa discusión es la que el país no está dando hoy. La flexibilización de la regla fiscal es un ingrediente del plan de ajuste que viene implementando el Gobierno Duque. Pero no resuelve los problemas estructurales de la economía colombiana que de seguirse acumulando, nos podrían llevar por el despeñadero en los próximos años.