El fuerte repunte de los precios de los alimentos por cuenta de los problemas de acaparamiento y especulación ante la cuarentena para frenar el avance del coronavirus, comenzaron a pasarle factura a la inflación en el país. El aumento del nivel general de precios no fue mayor ante la disminución en el valor del combustible —la gasolina fue ajustada a la baja de manera significativa, $100 a principios de marzo y otros $1.200 a mediados de mes— y ante la desaceleración de la economía que están produciendo las medidas de aislamiento. Según el Dane, la inflación de marzo alcanzó un 0,57 por ciento, 14 puntos básicos más que el mismo mes del año anterior. Con esto, la inflación anual se ubica en 3,86 %, 0,65 puntos porcentuales mayor que la reportada en el mismo periodo del año anterior y en la parte alta del rango meta del Banco de la República.
Esto significa que la inflación del tercer mes del año comenzó a recoger algunos de los impactos del covid-19. Sin embargo, para los expertos la desaceleración económica y la baja demanda por otro tipo de bienes contrarrestarán el incremento en los precios de los alimentos, al igual que la subida del precio del dólar. Los especialistas también consideran que cuanto más prolongado sea el periodo de confinamiento, más fuerte debería ser la caída en la inflación. Los datos dados a conocer son reveladores. La inflación de alimentos y bebidas no alcohólicas registró una subida mensual del 2,21 %, siendo esta la mayor variación para el periodo. En marzo de 2020 los mayores incrementos de precio se registraron en las subclases: papa (16,12 %), tomate de árbol (14,60 %) y cebolla (12,30 %).
Las mayores disminuciones de precio se reportaron en las subclases: productos derivados de los tubérculos, raíces y plátanos (-0,95 %), legumbres y hortalizas en conserva y deshidratadas (-0,47 %) y carne de cerdo y derivados (-0,42 %). La división alojamiento, agua, electricidad, gas y otros combustibles registró una incremento en marzo del 0,55 %, siendo esta la segunda mayor variación mensual. No obstante, este repunte estuvo compensado por la caída en otras categorías como recreación y cultura y transporte, que registraron una variación mensual de -0,37 % y -0,07 %, respectivamente. Algunos analistas consideran que la devaluación podría impulsar el alza de los precios en los próximos meses, dado el peso de los transables en la canasta de consumo (19 %) y suponiendo que la tasa de cambio se mantendrá consistentemente alrededor de $4.000 en lo que queda del año.
No obstante, la menor demanda por bienes y servicios derivada de las medidas para frenar el avances del coronavirus, como las políticas de distanciamiento social y la cuarentena, seguirán presionando la inflación a la baja. Además, el Gobierno continuó anunciando medidas para hacer frente al choque económico y social que genera el coronavirus, que podría tener efectos transitorios y bajistas sobre la inflación, como el congelamiento de los cánones de arrendamiento y la suspensión del ajuste anual de las tarifas de servicios públicos mientras dure la cuarentena. El rubro de arrendamientos pesa alrededor del 25 % en la canasta del Índice de Precios al Consumidor. Por tanto, es claro que, si bien el coronavirus tuvo un impacto inicial sobre los precios de los alimentos, su efecto al final será deflacionario, porque pesa más la caída en la demanda y la desaceleración que están produciendo en el resto de sectores.