La sorpresiva y preocupante cifra de inflación con la que cerró el año 2022 puede ser el presagio de meses muy complicados que estarían por venir. El 13,12 por ciento anual es la inflación más alta desde marzo de 1999 y no estaba en las cuentas de nadie. El mercado estimaba 12,6 por ciento y que empezara a encontrar su punto más elevado para iniciar su reducción.
Pero no fue así. Romper la frontera del 13 por ciento anticipa que, al menos en los próximos meses, el costo de vida no tendrá techo e, incluso, la temida cuesta de enero en materia de gastos y precios será la más dura en muchos años.
Las expectativas de inflación están desancladas y retornar a niveles del rango meta del Banco de la República, de entre 3 y 4 por ciento, puede tomar unos dos años. Además, sorprende que aun cuando en distintos países la inflación empieza a ceder, en Colombia aún no lo hace.
El gran dolor de cabeza de los colombianos han sido los precios de los alimentos, no solo a la hora de hacer mercado, sino también al salir a restaurantes o con el popular corrientazo. Los alimentos y bebidas no alcohólicas a lo largo del año crecieron 27,81 por ciento, mientras que restaurantes y hoteles lo hicieron en 18,54 por ciento.
Entre las divisiones de gasto de alimentos y bebidas no alcohólicas; alojamiento, agua, gas, electricidad y otros; y restaurantes y hoteles, representan cerca de 9 puntos porcentuales del aumento.
Además, el impacto más fuerte lo están sintiendo las poblaciones más pobres y vulnerables. Si el promedio nacional de la inflación fue del 13,12 por ciento, para los más pobres se acerca al 15 por ciento.
Para Bruce Mac Master, presidente de la Andi, “el dato de inflación para 2022 no deja de ser preocupante y sorprendente. Hubo una inflación del 13,2 por ciento, no la registrábamos desde hace más de dos décadas. Como todos sabemos, esta variable afecta especialmente a los hogares más vulnerables y que mantienen normalmente sus ingresos a lo largo del año, pero que sus gastos aumentan a lo largo de los meses”, dijo.
La advertencia de Fedesarrollo, que dirige Luis Fernando Mejía, fue aún más lejos: “Tenemos que prepararnos los colombianos para un año difícil”.
Como explicó Camilo Herrera, fundador de la consultora Raddar, en una columna del diario Portafolio, “la ‘cuesta de enero’, término periodístico acuñado en los noventa, es un fenómeno implacable: en el primer mes del año se causa casi el 18,6 por ciento de la inflación del año, el primer bimestre el 41,1 por ciento, el primer trimestre el 54,8 por ciento y el primer cuatrimestre el 65,9 por ciento. Siendo estos primeros cuatro meses del año los grandes generadores de inflación desde 2005, porque reciben la mayoría del aumento de precios de servicios como los arriendos, la salud y la educación”.
Con productos y servicios indexados a la inflación o al salario mínimo –que han tenido incrementos históricos–, arriendos, pagos de cuotas en salud, pensiones y matrículas en colegios, peajes y hasta las administraciones en los conjuntos residenciales, la presión sobre la inflación se mantiene y su punto de quiebre estaría lejos.
Para Andrés Langebaek, director de Estudios Económicos del Grupo Bolívar, “enero puede ser desastroso”, pues es el mes de mayor inflación en el año en el que se hacen los principales ajustes de precios.
Por su parte, Juan David Ballén, director de Análisis y Estrategia de Casa de Bolsa, los restaurantes empezarán a subir los precios de acuerdo con el salario mínimo que pagan, vendrán nuevos incrementos en el precio de la gasolina y entran a regir medidas adoptadas en las reformas tributarias anteriores –la última del mandato de Iván Duque y la del Gobierno de Gustavo Petro–, como el incremento en el IVA de los pasajes aéreos de 5 a 19 por ciento, el impoconsumo en restaurantes y los impuestos a los alimentos ultraprocesados.
El aumento en los precios de los alimentos encendió las alarmas en el país. En el corto plazo, preocupa la desbordada en el incremento de productos como arroz, papa o carne, básicos en la alimentación de los colombianos. Solo el arroz subió más del 54 por ciento anual.
Tradicionalmente, los alimentos corrigen rápidamente sus precios y vuelven a estabilizarse. Sin embargo, las circunstancias hacen que hoy esa normalización pueda demorarse. Los productores se enfrentan a lo que Jorge Enrique Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), ha denominado la tormenta perfecta. Por un lado, el impacto del invierno que ha afectado la producción de alimentos. Para el tercer trimestre de 2022, en el crecimiento anual del PIB desde la oferta, de los 12 sectores de la economía, solo el agrícola tuvo crecimiento negativo (-1,4 por ciento). “El fenómeno de La Niña afecta los cultivos y rendimientos de algunos productos al momento de su cosecha, lo que ha dificultado la recuperación del sector”, dice un informe de la Anif.
Una de las preocupaciones es que el invierno se pueda extender a lo largo de este primer semestre, como lo advirtió el director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo, Javier Pava, quien señaló a finales del año pasado que la temporada de lluvias podría ir hasta julio de 2023.
Además, los fuertes aguaceros estarían afectando la preparación de la tierra para los cultivos, y las cosechas del primer semestre podrían limitarse, sin contar con otros impactos producto de la gran cantidad de agua, como la generación de plagas y enfermedades. También, la afectación en vías y la dificultad de sacar los productos de las regiones.
Por otro lado, está la presión de precios por cuenta del conflicto entre Rusia y Ucrania, pero sobre todo por el incremento en el precio del dólar que afecta los importados. Para este sector, materias primas como maíz y soya, para el alimento de pollos y cerdos, y fertilizantes son claves en su operación y representan en algunos casos hasta el 70 por ciento de sus costos.
Un informe del Banco Popular señala que la depreciación del 21 por ciento anual que ha registrado el país en las últimas semanas, sumada al efecto negativo del fenómeno de La Niña, “puede impulsar a la inflación de alimentos a superar el 30 por ciento en los próximos meses”.
El peso colombiano es una de las monedas más devaluadas en la región y los importados reflejarán esa tendencia. Solo el pasado jueves, día del anuncio del aumento de la inflación el año pasado, hubo una alta volatilidad en el precio del dólar, que volvió a superar la barrera de los 5.000 pesos, pero después se estabilizó por debajo de esa cifra. Una posible recesión global, la volatilidad en los mercados y la guerra entre Rusia y Ucrania, que ya va a cumplir un año, vienen fortaleciendo el dólar.
Adicionalmente, además del invierno, el dólar y la vigencia de los ajustes tributarios y del nuevo salario mínimo, el Gobierno continúa con la senda de aumento en el precio de la gasolina, que este año pasó a incrementarse en 400 pesos mensuales.
Para Herrera, de Raddar, una de las mayores preocupaciones es el incremento en el precio de los arriendos, que solo han subido 3,6 por ciento. “Los arriendos tienden a subir casi el 70 por ciento de la inflación del año anterior y en 2022 las personas que viven de los arriendos tuvieron una gran pérdida de capacidad de compra, porque su ingreso solo aumentó 3,6 por ciento y el valor de sus gastos más del 13 por ciento. 2023 comenzará con un alza en los arriendos de más de 13 por ciento, el aumento más grande que han tenido por lo menos en los últimos 25 años”.
Y, como advierte Langebaek, de Grupo Bolívar, Colombia tiene una herencia de los setenta y ochenta cuando diseñó los mecanismos de indexación, “que terminan siendo nocivos para la economía”.
Para enfrentar el fenómeno inflacionario, el Gobierno decidió ajustar los incrementos de 85 productos o servicios que se indexaban al salario mínimo a unidades de valor tributario. Sin embargo, aún falta camino por recorrer, pues el año pasado al anunciar el aumento del salario mínimo para 2023 advirtió que esos ajustes se harían en más de 200 productos o servicios.
La expectativa ahora está en la movida que hará la Junta Directiva del Banco de la República, que se reunirá a finales de este mes para definir si aumenta y en qué proporción las tasas. Al cierre del año pasado, subieron 100 puntos básicos para llegar a 12 por ciento, y los analistas consideran que habrá un nuevo aumento entre 50 y 100 puntos básicos.
Sin embargo, hay voces que piden analizar esta dinámica. Mac Master, de la Andi, dijo: “Ante una inflación de costos, en parte importante importada, del 13,12 por ciento y una proyección de crecimiento entre 0,5-1 por ciento, la pregunta no es retórica: ¿son los incrementos en tasas de interés el camino correcto de la política monetaria?”.
El dato de inflación de 2022 fue devastador, pero la tendencia en el corto plazo parece que no cambiará y hará que los bolsillos de los colombianos sigan rotos.