Dentro de los mensajes que ha emitido el presidente Gustavo Petro, que siguen ahí, sin que avancen ni se entierren definitivamente, es el de la posibilidad de acudir a una inversión forzosa con el sector bancario privado, para apalancar la reactivación.
Al respecto, Jonathan Malagón, se refirió a ese tema controversial, anteponiendo primero que el plan de reactivación, como se ha estimado hasta ahora, costaría 35 billones de pesos, lo que, de por si, ya es bastante ambicioso para las realidades fiscales que hay en el panorama.
Malagón se refirió en particular a que la inversión forzosa, la cual mencionó como “un elefante en la habitación que hemos estado evadiendo”. Agregó que se trataría de un subsidio cruzado, y que “si uno quiere financiar el plan de reactivación del país con esa herramienta (inversión forzosa), se va a encontrar con un montón de piedras en el camino.
El presidente de Asobancaria recordó que América Latina es la evidencia de los resultados que produce una inversión forzosa. No en vano, en el continente ha habido 15 en 9 países y solo persisten 5, aseguró.
Fueron fuente de la depresión financiera
Pero, principalmente, enfatizó en que, en que “fueron la fuente fundamental de la depresión financiera” (inversión forzosa junto con altas tasas).
Malagón sostuvo que, además, la inversión forzosa tiene un problema político que es difícil de sostener, ya que esa herramienta es un subsidio cruzado, que implica unos pagan una tasa más alta, para que otros paguen una tasa más baja.
En este sentido, no hay que olvidar que la apuesta que hasta ahora ha mencionado el presidente Gustavo Petro, es que la inversión forzosa sirva para empujar la economía popular, aquellos negocios que poco acceso han tenido a los créditos en la banca comercial, porque tienen escasas posibilidades de minimizar los riesgos para que les preste el sector financiero.
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