SEMANA: ¿Qué opina del acuerdo que se logró entre el Gobierno y los transportadores en la madrugada del viernes para levantar el paro camionero?
JUAN CAMILO RESTREPO (J. C. R.): Me parece que es un acuerdo que es el menos malo posible de lo que se podría haber dado, si no se hubiera arreglado después de cuatro días. Si esto se hubiera prolongado, como pudo haber sucedido, por otros muchos días, los daños hubieran sido catastróficos. De manera que, por una consideración de mera realpolitik, me parece que es la menos mala de las fórmulas posibles.
SEMANA: En ese sentido, el interés del Gobierno era un incremento que iba a llevar a 6.000 pesos el alza en el galón del diésel y ahora quedó con apenas 800 pesos. ¿Qué pasa con el déficit?
J. C. R.: Ese hueco va a seguir. El déficit sigue casi tal cual como venía, con una levísima mejoría, pero el problema fiscal que había generado el subsidio al diésel sigue pesando sobre las cuentas presupuestales del país.
SEMANA: ¿Y eso qué le va a implicar al Gobierno?
J. C. R.: Eso le va a implicar al Gobierno ponerle mucho cuidado a la ecuación de gasto e ingresos. Porque queda vivo el egreso del pago del subsidio prácticamente. Si tenemos en cuenta que este subsidio vale 12 billones al año y se le descuentan 800.000 millones, queda de todas maneras un déficit de 11,2 billones. Es prácticamente el mismo que se venía arrastrando y que tiene una magnitud casi equivalente a lo que se aspira a recoger en la llamada reforma tributaria nueva.
SEMANA: Entonces, en este momento, las cuentas del gobierno no van a cuadrar…
J. C. R.: Las cuentas del gobierno nunca han cuadrado últimamente. Las cuentas fiscales están en un gran desbarajuste. Pero el acomodo que se pensaba con este acuerdo del diésel de 6.000 pesos en tres tramos, quedó frustrado. De manera que sigue el desbalance fiscal en toda su gravedad.
SEMANA: Y el otro es el escenario de los transportadores. Se hizo este aumento de 800 pesos, pero esto está supeditado a unas mesas de trabajo en un sector que es muy complejo. ¿Qué va a pasar con los fletes? ¿Qué va a pasar con las relaciones económicas? ¿Qué va a pasar con esos operadores de carga y con los transportadores independientes?
J. C. R.: Este tipo de paros, y los paros camioneros son especialmente traumáticos, siempre se resuelven con unos acuerdos en donde la letra menuda que queda allí escrita puede ser más inquietante de lo que se soluciona. Porque cuando miramos el acuerdo que se firmó a las 5 de la mañana, vemos que quedan temas pendientes de suprema complejidad y que, si no se solventan, pues van a ser el germen de nuevas dificultades.
SEMANA: Por ejemplo…
J. C. R.: Por ejemplo, se establecen compromisos, para que se conserve, se dice, la libre competencia dentro del sistema Sicetac (Sistema de Costos Eficientes), que va a generar la obligación de unos fletes que no necesariamente son el resultado de libre oferta y demanda, sino que tienen la posibilidad de que conduzcan al señalamiento de fletes artificiales que se les imponen a los usuarios. Eso puede ser inconveniente para la recuperación económica. Los acuerdos no clarifican, por ejemplo, cuál va a ser el futuro de temas como el Uber, transporte público colectivo, maquinaria amarilla, relaciones laborales, chatarrización. Todos esos temas se mencionan, se hace el compromiso de llevarlos a las mesas, pero de ahí a que esto se traduzca en soluciones efectivas en unas pocas semanas, no es claro. Entonces el riesgo de que pueda haber un estallido nuevo en el frente camionero en pocos meses queda latente.
SEMANA: Es decir, quedó desactivada por ahora una bomba. ¿Pero todavía está contando el reloj?
J. C. R.: Está contando el reloj. Se desactivó una bomba, afortunadamente, porque si esa bomba hubiera estallado, querría haber dicho, que durara el paro 15 días o tres semanas, como pudo suceder, pues eso se desactivó y eso es saludable. Pero eso no quiere decir que —a juzgar por el pliego de compromisos que firmaron— las cosas estén solucionadas, todavía está muy crudo y tanto más si se quiere entrar a reestructurar, a arreglar estructuralmente todo el sistema de transporte de modo carretero en Colombia.
SEMANA: La situación que se ha generado se da en medio de una economía que apenas está sacando la cabeza en materia de crecimiento. ¿Qué viene ahora?
J. C. R.: Pues ahora va a venir una cosa muy complicada, que es una nueva reforma tributaria, que primero no es oportuna, porque le llega al país en un momento en el que la economía está supremamente débil y golpeada. Entonces, llegarle con una nueva reforma que vaya a recaudar 12 billones de pesos es realmente dispararle a un enfermo. Hay que esperar a ver si el Congreso sí va a aprobar esta reforma tributaria. Yo personalmente tengo mis dudas, pero eso lo veremos en los días que vienen. En segundo lugar, es inoportuna, porque resulta que el Congreso está supremamente congestionado de mil temas, de mil reformas, y ahora le llega una reforma tributaria que siempre atrae toda la atención política y parlamentaria. Entonces, los otros temas van a quedar a la deriva. Y luego, los contenidos mismos de la reforma tributaria que se han esbozado a cuenta gotas, pues hay que revisarlos, hay que mirarlos. A primera vista, muchos tenemos reservas muy graves sobre la conveniencia jurídica y tributaria de lo que se piensa proponer.
SEMANA: ¿Qué impacto pudo haber tenido para la economía esta semana de parálisis, sin actividad productiva y con varias pérdidas, pero también en el impacto que pudo haber generado para la inflación?
J. C. R.: Estos cuatro días de paro le dan un golpe, un latigazo inesperado y malsano, a la inflación. Claro que, si hubiera durado mucho más el paro, se habrían destrozado todas las perspectivas de la inflación, pero esto que sucedió en estos cuatro días alcanza a averiar gravemente las perspectivas de inflación que iban relativamente bien, a la baja.
SEMANA: ¿Usted cree que esta bomba desactivada cuánto va a durar? ¿Cuándo se vuelve a activar?
J. C. R.: Es difícil ponerle fecha y hora. Pero lo que se vio fue un gremio, unos sectores camioneros muy arrogantes, muy indiferentes frente a las tribulaciones que les estaban causando injustamente a la economía y a las personas que trabajan y que se vieron injustamente tratadas. De manera que si esa intemperancia y si esa brusquedad de los gremios camioneros va a continuar, y estos compromisos, que son muchos, que se adquirieron, diferentes de la actualización del precio, no se cumplen, pues no se puede descartar que en pocos meses vayamos a ver otro estallido como el que alcanzamos a ver en estos últimos cuatro días.
SEMANA: ¿Y el Gobierno tiene ese margen de maniobra para sacar adelante esas iniciativas del acuerdo?
J. C. R.: Es un inventario casi enciclopédico de 15 puntos. Van a tener que dedicar todo el esfuerzo de transacción, de concertación, técnico y también financiero para ver cómo le van dando solución a estos compromisos, que, si no los cumplen, se los van a exigir más temprano que tarde.
SEMANA: ¿El tema de los fletes es algo que se pueda llevar al mercado o es letra muerta?
J. C. R.: Ese es uno de los principales problemas que quedan insolutos. Es decir, para ponerlo en términos muy simples, en el país, en este momento, hay más material rodante que las necesidades de llevar carga.
Entonces, hay un excedente de camiones y, por lo tanto, los fletes tienden a bajar, como sucede siempre en un mercado donde hay más oferta que demanda. Entonces, ¿qué? ¿Se van a poner unos precios artificialmente altos, grabando más a la industria, al comercio y a las exportaciones y a las importaciones?
¿O vamos a sincerar esa situación de la sobredimensión del parque carretero? Si lo sinceramos, los fletes van a tener que aflojarse tanto más después de los acuerdos a que se llegaron. De manera que, si eso no lo acepta el sector camionero, pues entonces vamos a tener allí, en salmuera, los focos de un nuevo malestar que puede estallar pronto. El problema es que se apagó una fogata que había cercana y se apagó bien, afortunadamente, pero no quiere decir que los focos del incendio mayor estén sofocados.