SEMANA: ¿Qué es Uchuva 2? ¿Por qué la preocupación?
FRANK PEARL (F.P.): Uchuva 2 es uno de los proyectos en los cuales tenemos la esperanza de tener una transición energética con recursos suficientes y autosuficiencia energética para Colombia. Es un proyecto enorme que tiene cerca de 20 años y el contrato se firmó en el año 2004 entre la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) y Petrobras. Y ahí hay dos socios, Ecopetrol, que tiene la mayoría, y Petrobras, que es el socio operador, con cerca de un 44%. Ese proyecto, en estos 20 años, ha cumplido con todos los estándares ambientales y con todos los estándares sociales, no hay un solo incidente de impacto no deseado.
Obtuvo su licencia ambiental que ha tenido dos modificaciones por parte de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales, que es una entidad seria y con científicos y técnicos que estudian las cosas a profundidad. Y además ha habido tres pronunciamientos del Ministerio del Interior que conceptúan que para ese proyecto en esa zona de influencia no se requiere consulta previa.
A solicitud de una comunidad indígena de la zona de Taganga, y a través de un mecanismo judicial, un juez determinó, en contra también de un pronunciamiento de la Corte Constitucional de 2018, que este proyecto requiere consulta previa. Y esa es una mala noticia porque contradice pronunciamientos, estudios, análisis, evidencia de instituciones y de comunidades y pone en riesgo un proyecto que puede garantizar la autosuficiencia de gas en Colombia, en un momento en el que el tema de gas está absolutamente crítico.
SEMANA: ¿Este proyecto está contemplado para entrar cuándo?
F.P.: En el año 2028. Nosotros tenemos hoy en Colombia seis años de reservas de gas. Eso quiere decir que tenemos gas hasta finales del 2029. Pero a partir del año entrante, ya tenemos dificultades de suministro en algunas regiones del país, en el interior, para algunos sectores. Este es un proyecto costa afuera, que es gas nacional que requiere inversiones millonarias. Este es un proyecto de 3.000 millones de dólares. Estos proyectos le dejan muchos beneficios a Colombia por varias razones. En primer lugar, el gas es el combustible de la transición. En segundo lugar, hay regalías, hay impuestos, hay trabajo formal, hay transferencia de tecnología. Nos da soberanía y suficiencia energética y le da una tranquilidad también al sistema de generación eléctrica con una energía limpia. Entonces, es un proyecto que es indispensable para la transición, para la tranquilidad energética de los colombianos.
SEMANA: ¿Cómo recibió el anuncio del Ministerio de Minas que dijo que iba a colocar un recurso frente a la decisión del juez?
F.P.: Muy bien, y todas las instituciones están alineadas en ese sentido. Es decir, el Ministerio de Minas es una entidad seria, conoce los estudios, conoce el proceso de licenciamiento y tiene la misma interpretación que tenemos nosotros. Este pronunciamiento del juez, que respetamos porque acogemos todos los fallos de la justicia, obviamente, así uno no esté de acuerdo, hay que acoger los fallos de la justicia, pues va en contra de la evidencia y sobre todo el sentido común y el bienestar de los colombianos.
SEMANA: Vamos a tener que llegar a un momento, que incluso va a ser el año entrante, de tener que importar gas. ¿Eso cómo les va a pegar a los consumidores?
F.P.: La demora en este proyecto no afecta los volúmenes de importación de gas en los próximos tres años, porque este proyecto entra en operación en el 2028. De todos modos, vamos a tener que importar gas el año entrante y Colombia ha importado gas durante algunos años. Lo que pasa es que, si este proyecto no entrara en operación, la oferta de gas del país sí se ve seriamente perjudicada. Ahí tendríamos que entrar a ser importadores casi totales de gas.
SEMANA: O sea, la autosuficiencia estaría en riesgo.
F.P.: Está en riesgo.
SEMANA: ¿Esto qué implicaciones tiene?
F.P.: Tiene implicación para el sistema de generación de energía, tiene implicación para el sector industrial, para lo que se produce en Colombia, tiene implicación para 36 millones de colombianos que consumimos gas, para las familias. Si no hay gas o si el gas se vuelve muy caro, pues hay millones de personas que pueden volver a cocinar con leña. Yo pregunto, ¿eso es cuidar los bosques? ¿Eso es cuidar los ecosistemas? No lo es.
SEMANA: ¿Qué tan en juego está la seguridad jurídica en Colombia en materia de inversión para este tipo de proyectos?
F.P.: En Colombia necesitamos encontrar un mejor equilibrio entre los mecanismos de participación ciudadana que son indispensables en cualquier democracia y el límite de esos mecanismos que garantiza el derecho de otros grupos sociales. Por ejemplo, las consultas previas son un mecanismo indispensable para que los grupos de interés y las comunidades de los territorios tengan una voz y una incidencia en los temas de política pública para determinar qué actividades sociales y económicas se pueden ejercer en un territorio de acuerdo con diferentes factores.
Pero también hay que decir que hay casos en Colombia en los cuales hay abusos a través del sistema de consulta previa y que no todos los “líderes” o “lideresas” que dicen representar a las comunidades están actuando en función del bien común. Porque las consultas previas, en algunos casos, se han convertido en un negocio para unas minorías que controlan a unas comunidades. Entonces, tenemos que darle valor a esos mecanismos desde donde lo tienen. Y es que las comunidades legítimas tengan una voz. Pero tenemos que cuidarnos en Colombia de que los mecanismos de democracia directa, como la manifestación y la protesta, por ejemplo, no tengan límites. Porque en Colombia hablamos mucho de derechos, pero hablamos poco de deberes. Entonces, tenemos derecho a manifestarnos, tenemos derecho a protestar, tenemos derecho a incidir, obviamente, ese es uno de los fundamentos de la democracia. Pero tenemos un deber de respetar a otros ciudadanos que no están manifestando, que no están protestando y que tienen el derecho a ejercer sus derechos ciudadanos, valga la redundancia, en un ambiente de manifestación y protesta pacífica y cívica.
SEMANA: Usted fue ministro de Ambiente, ¿cómo hacer el equilibrio entre el desarrollo de la industria de proyectos petroleros, de hidrocarburos y demás, versus la protección ambiental?
F.P.: Esa es una pregunta interesantísima. Creo que en Colombia estamos teniendo ese debate, pero de una manera un poco desordenada, porque en el mundo hay una conversación sobre la transición energética justa, que además no está definida. ¿Qué es justa? Primero los países ricos, luego los de ingreso medio, y luego los países pobres. Primero unos sectores y luego otros. Primero unos grupos de población y luego otros. Eso es lo que tenemos que definir.
Yo lo que creo es que nosotros tenemos que hacer una transición a la colombiana. Cómo logramos ese nuevo equilibrio en Colombia, no solamente en el tema ambiental y económico, sino en todo, para no irnos a los extremos, para irnos hacia adelante, en lugar de tratar de movernos hacia los lados que son extremos. Y yo creo que aquí hay que pensar en una transición que tenga tres ejes.
SEMANA: ¿Cuáles son?
F.P.: El Ministerio de Minas y Energía tiene en sus documentos también estos tres elementos de forma muy similar a como lo voy a describir. Una transición energética, una transición económica y una transición social. ¿Qué significa una transición energética? La adopción gradual de energías y formas de producción, de consumo y de disposición cada vez más limpias, cada vez más amigables con el medio ambiente. Transición económica, que logremos en las regiones de Colombia, en los departamentos donde hay producción de hidrocarburos, de minería, todo tipo de actividades, diversificar el producto interno bruto, porque esas regiones hoy dependen de pocas actividades. Entonces, son actividades muy rentables para el Estado colombiano, pero esos recursos no se han aprovechado bien.
Los recursos de las regalías e impuestos no les han llegado a los habitantes de las regiones productoras. Entonces tenemos unos niveles de miseria, de pobreza, falta de infraestructura, falta de provisión de bienes públicos, que es absolutamente inaceptable. Si uno mira en algunos departamentos los billones de pesos que deberían haber recibido o han recibido en regalías y en impuestos y lo divide por el número de habitantes, esos grupos de población deberían ser cuatro o cinco veces más ricos que el promedio de Colombia y viven muchos en la pobreza y en la miseria. Utilicemos muy bien esos recursos y hagamos unas agendas de desarrollo regional, donde esté el Estado a nivel nacional, departamental, local; los grupos de interés y las comunidades; el sector privado y la academia y hagamos unas agendas de desarrollo serias de mediano plazo para utilizar bien esos recursos. Esa es la transición económica.
SEMANA: ¿Cómo se financia?
F.P.: Pues con los recursos de los hidrocarburos. Pueden financiar la adopción de tecnología y pueden ayudar a financiar a través de regalías e impuestos esa diversificación productiva que requiere Colombia para tener un modelo económico serio. Y lo tercero, y tal vez lo más importante, que es el fondo de todo, la transición social.
Todo eso sirve para que eliminemos hasta donde sea posible las inequidades y logremos acabar con la pobreza. Es que tenemos un país donde hay 7 millones de personas que no comen 3 comidas al día, unos niveles de miseria inaceptables. Entonces, de nada sirve acabar ya la producción de hidrocarburos si nos quedamos sin recursos y no tenemos con qué ni adoptar tecnologías ni hacer la transición, porque la pobreza es el principal enemigo del medio ambiente, las decisiones de política pública que llevan a la pobreza o hacen que un grupo permanezca en la pobreza es lo peor para el medio ambiente, una familia en condiciones de pobreza no recicla, una persona en condición de pobreza no respeta lo ambiental, una empresa con problemas de caja no tiene altos estándares ambientales y un país con los problemas de pobreza que tenemos tampoco. Entonces hay que tener políticas públicas para lograr varias cosas al tiempo como acabar la pobreza, generar más riqueza, adoptar mejores prácticas, mejores estándares ambientales y acompasar las cosas de una manera ordenada. No puede ser un salto al vacío tiene que ser en nuestros términos, en los términos de Colombia, no de los países que ya resolvieron sus temas de riqueza, de inequidad de provisión de bienes públicos, de infraestructura y que pueden financiar esas tecnologías.
SEMANA: Usted mencionó un tema que es muy importante y es coyuntural, y es esa transición energética, ¿cómo va a ser? Y este tema de Uchuva coincidió con otras dos cosas. El alcalde de Bogotá dice que vamos a tener un serio problema de suministro de energía, de garantizar energía para la sabana y para Bogotá, porque no han permitido unas líneas de transmisión que puedan traer la energía de proyectos como Sogamoso y Chivor, por temas sociales y ambientales. Y vemos que los proyectos de renovables no convencionales en la Guajira están bloqueados, por temas sociales también. ¿Qué está pasando en esa ecuación en donde no logramos el desarrollo, pero tampoco avanzamos ni en lo social ni en lo ambiental?
F.P.: Creo que es importante entender las voces de esos grupos de interés y las voces de esas comunidades que en un primer momento no quieren esos proyectos. ¿Por qué? Porque a lo largo de los años no han visto los beneficios tangibles porque la vida no se les ha mejorado. Y eso es lo que tenemos que romper y eso es lo que tenemos que cambiar. Porque tenemos a las empresas entre la espada y la pared. Entre unas comunidades que no ven beneficios y un Estado inoperante, deficiente. Y eso es lo que podemos romper. ¿Cómo? Utilizando muy bien los recursos de regalías e impuestos para mostrarles a las personas, que legítimamente tienen unas reclamaciones, que la solución no es matar los proyectos, la solución no es matar la gallina de los huevos de oro, la solución es repartir muy bien los huevos de la gallina. Y en eso es lo que tenemos que mejorar en Colombia, porque hay unos desequilibrios en el sistema que impiden que se tomen decisiones de política pública por el bien común y hay abuso de mecanismos de participación. Entonces hay que pensar en el bien común.
SEMANA: Hay un tema que es transversal a lo que ha pasado y es la oposición del gobierno al fracking. Y se han visto dos hechos que van en contra de eso. La decisión de Ecopetrol de no ir a un gran proyecto en Estados Unidos, en el Permian, con Crown Rock, una empresa de la Oxy, que le garantizaba mejores cifras financieras, mejor producción, más sostenibilidad hacia el futuro. Y la idea del gobierno de apoyar un proyecto de ley contra el fracking. La presidenta de Naturgas dijo que, en un año, si tenemos las licencias ambientales, con fracking podemos tener gas y garantizar la autosuficiencia hacia el futuro. ¿Es necesario revivir la discusión del fracking?
F.P.: No solo tener gas, sino tener una serie de recursos que nos sirven para resolver los temas de Colombia. Los temas de Colombia son serios porque en las regiones la mayoría de las economías son economías ilícitas, son informales, ilegales o criminales. Entonces, una persona de Colombia que no vive en una ciudad grande tiene dos opciones. O trabaja en la informalidad de manera decente toda su vida, siete días a la semana, y está condenada a vivir y a morir pobre, lo cual es absolutamente injusto; o tiene que moverse en actividades ilegales y criminales. La comunidad criminal nos está ganando la pelea en Colombia y eso hay que resolverlo. ¿Cómo se resuelve? No se resuelve asfixiando un sector productivo y exprimiéndole hasta la última gota porque si no ese sector desaparece. Se resuelve facilitando la vida al sector productivo, pero también administrando muy bien los recursos públicos para que les lleguen a los ciudadanos que más los necesitan y a las regiones para ganar competitividad. Y simultáneamente, haciendo una estrategia coherente para acabar con la criminalidad.
Y hay países de América Latina que han tomado ese camino (el fracking), los Estados Unidos tomó ese camino y esa actividad hoy en día es una actividad que es mucho más segura, eso no quiere decir que se pudiera hacer en todas las regiones ni en todas las formas, pero yo creo que ese no es el momento de tener esta conversación, es muy pronto en este instante para tener esa discusión.
Nosotros no estamos listos para tener esa conversación, necesitamos tener unas conversaciones más básicas, por ejemplo, que las familias colombianas tengan gas para cocinar con unos proyectos costa afuera que están probados, tecnologías probadas, estarían listos para arrancar en unos años y nos resuelven una muy buena parte del problema.
SEMANA: Recientemente tuvimos dos coyunturas en materia de combustibles. Vimos el tema de los aviones, los jets, con la refinería que tuvo un apagón y hubo una situación compleja de suministro. Y ahora con el paro camionero también observamos que no llegó combustible a algunas zonas del país por temas de distribución. ¿Cuáles son las vulnerabilidades que tienen las refinerías, particularmente el tema de Reficar o el modelo de refinación en el país?
F.P.: Reficar es una refinería de clase mundial y es normal que en procesos industriales tan complejos se presenten paradas y se presenten dificultades. Esas son cosas del día a día. Es más, el equipo de la refinería demoró muy poco en volver a poner la refinería en marcha y a su producción a tope.
Lo que nos muestra esa situación que tuvimos, lo que nos muestra la situación del paro camionero es que el día a día de todos los colombianos depende realmente de los hidrocarburos. Nosotros necesitamos hidrocarburos para cocinar, para movernos, para transportarnos en bus, para todo. Hay que fortalecer este sector, pero nuevamente, usar bien los recursos. Estos son mensajes en el sentido de que tenemos que hacer las cosas de una mejor manera cada día, pero aquí lo que hay que hacer es fortalecer este sector y usarlo bien. Este es el sector que produce, el que le da al país estabilidad en su economía, estabilidad fiscal, estabilidad cambiaria, irriga riqueza a las regiones. Hay que usarla bien. Y ahí entramos al tema de regalías. Hay muchísimo por hacer. Cuando uno mira el valor promedio de los proyectos de regalías, cuando uno mira en qué se están gastando las regalías en las regiones, ve que realmente en la mayoría de los casos no son proyectos que mejoran la competitividad y la facilidad de producción de las regiones y no son proyectos, con excepción del PAE, que le den beneficios tangibles a los habitantes de las regiones. No cambian la vida de las regiones, necesitamos cambiar la vida de las regiones, de la gente.
SEMANA: ¿Y cómo lee el mensaje del gobierno con otra tributaria que afecta el sector?
F.P.: Cuando una reforma tributaria se hace exclusivamente para tener más gasto, no es justificable.
SEMANA: Juan Mario Laserna, quien ya falleció, decía que querían ordeñar la vaca, pero comer carne de la misma vaca. ¿Usted cree que estamos llegando a esos extremos con el sector de hidrocarburos?
F.P.: Juan Mario era un tipo espectacular y era brillante. Me parece que es un muy buen ejemplo. Cuando uno mata a la vaca, pues la vaca no le va a dar leche. Entonces, ¿de qué va a comer? Y yo me pregunto, ¿de qué vamos a comer? Porque es que en los años que nos quedan de producción de gas y petróleo, no alcanzamos a tener sustitución de energías. No hay. Porque la transición energética requiere por lo menos tres elementos: eficiencia económica, eficiencia energética y eficiencia en el uso de los minerales. Y no hay hoy en el mundo tecnologías probadas que Colombia pueda adoptar para sustituir del todo en seis o siete años, la matriz de generación. Necesitamos diversidad de fuentes de energía, cada vez más limpias. Pero en el mundo, el petróleo y el gas están para quedarse por lo menos durante dos o tres décadas. Le doy un dato interesantísimo. Los países de Europa Occidental, después de la invasión de Rusia a Ucrania, han vuelto a tener niveles de inversión en hidrocarburos que son iguales a los de los picos de precio más alto de hace más de 10 años. Y obviamente los Estados Unidos hoy es un jugador importantísimo gracias a las inversiones que hizo.
Lo que tenemos que pensar es ¿para qué? ¿Para qué se produce algo en una economía? ¿Y qué se hace con lo que se produce? Que la gente esté mejor. El objetivo de todo lo que hacemos es que todos estemos mejor y todos vivamos bien. Es indispensable reconocer que en Colombia hay millones de personas en condición de pobreza que es inaceptable desde el punto de vista moral, político y económico y eso es insostenible. Y eso es lo que hay que resolver. Y aquí la invitación es, utilicemos muy bien los recursos de un sector para que todos estemos mejor, pero, sobre todo, esos colombianos que hoy no han tenido oportunidad.
SEMANA: Para terminar, ¿ideología versus economía?
F.P.: Yo creo que todas las visiones del ser humano tienen un sesgo. Todo lo que yo le he dicho ahora tiene un sesgo que viene de mi conocimiento, mi experiencia, mi visión. Usted tiene su sesgo, todos tenemos nuestro sesgo. Yo realmente no creo en la objetividad. Pero me parece que ver los sesgos propios y tener la capacidad de ver más allá de los sesgos de los demás es lo que nos puede llevar en medio de diferentes ideologías que son indispensables en cualquier democracia, diferentes visiones, a construir algo común que nos sirva. En un país como Colombia debería ser más fácil porque es que las necesidades obvias son tan grandes que deberíamos estar de acuerdo en qué es lo que queremos resolver, para qué y para quién. Y esa es la invitación que nosotros hacemos desde este sector. Este es un sector que se ha volcado en el último año a trabajar en las regiones con la gente y para la gente. Y es lo que vamos a seguir haciendo.