SEMANA: Usted ha estado en las tres ramas del poder público y en la directiva de grandes entidades. ¿Cómo llegó a la aspiración para presidir la Cámara de Comercio de Bogotá?
Ovidio Claros: Todo nace de una conversación que tuvimos con un grupo de amigos en la que empezamos a hablar de la Cámara, más por iniciativa de ellos que mía. No estaba buscando puesto, no había pensado en llegar a la presidencia de la entidad. Al establecer que había algunos respaldos, comencé a contemplar la posibilidad. Revisé a fondo y pude comprobar el potencial que tiene para la gente de la región. Cada filial es un negocio independiente, con una profundidad impresionante y unas juntas directivas diversas.
SEMANA: Entonces, ¿no fue el presidente Gustavo Petro quien lo postuló?
O.C.: Conté con el respaldo de los cuatro miembros de la junta directiva que están en representación del Gobierno.
SEMANA: ¿Pero usted es amigo de Petro?
O.C.: Lo conocí en 2002. Yo era congresista y venía de ser contralor de Bogotá. Me fui al Congreso, a donde llegué por el Movimiento Nacional Progresista, que era pequeño. Nos conocimos y nos identificamos en algunos temas. Uno de ellos fue el del no a la reelección, no por terquedad, sino por una fundamentación acorde con mi preparación académica. Empiezan unos movimientos muy fuertes contra los oponentes a la reelección. Inició un proceso para que perdiera la investidura como congresista, presuntamente, por haber inscrito la candidatura al Congreso cinco días antes de que terminara la inhabilidad de un año que establece la Constitución a los contralores que desean ocupar cargos públicos. Sin embargo, se demostró que todo era una persecución más que una realidad jurídica, para quitar del camino un voto negativo a la reelección. Y gané la pelea. Cuando recupero la investidura y vuelvo al Congreso, faltaban solo 18 días para terminar el periodo legislativo. Ya habían aprobado la reelección, ya todo estaba consumado. Así conocí a Petro.
SEMANA: Su nombramiento despertó suspicacias por un posible pago de un favor del pasado hecho al presidente Petro, por su apoyo cuando usted era presidente en el Consejo Superior de la Judicatura, para que no fuera destituido en su momento como alcalde. ¿Qué hay de cierto en ello?
O.C.: En este nombramiento no hubo preparativos. Simplemente se presentó el nombre y luego los cuatro que estaban en representación del Gobierno se volvieron siete. Finalmente, el grupo Meals se sumó. La Cámara de Comercio es un órgano consultor y voy a tener que estar interactuando permanentemente con el Gobierno nacional, con el distrital y el departamental. Es mi obligación hacerlo, porque si no, no puedo cumplir los fines esenciales de la Cámara de Comercio ni del Plan Nacional de Desarrollo en el que todos debemos estar involucrados.
SEMANA: ¿Cómo ganó el apoyo de Meals, filial de Nutresa, lo que finalmente definió su entrada a la Cámara?
O.C.: Es cuestión de ‘diosidencias’. Trabajé en mis inicios con una empresa que se llama Atila de Colombia, que pertenecía a don Isaac Gilinski y a don Lazar Gilinski. Mi primer empleo fue con ellos. Mi tío, Lubin Claros, era el contador y me llevó a trabajar a Atila de Colombia. Fui el mensajero de la compañía. Ahora, después de muchos años, creo que eso me ayudó.
SEMANA: Tras la votación para su elección, con tres votos negativos y uno en blanco, el del presidente de Fenalco, Jaime Alberto Cabal, ¿cómo planea acercarse a quienes no lo apoyaron?
O.C.: Sobre Cabal, respeto las visiones. Ni más faltaba, cada cual es libre de votar como quiera. Sobre los otros integrantes de la junta que no votaron positivamente, espero y aspiro a que tengamos una relación cordial y respetuosa. Yo vine aquí a hacer mi trabajo.
SEMANA: ¿Qué plan de trabajo trae concretamente?
O.C.: Desde el 2 de octubre empezaré a revisar para trabajar sobre las líneas que tengo en mente y luego, procederé a irme a la calle, con los tenderos, los comerciantes, a mirar el comercio en las diferentes expresiones, a indagar sobre las expectativas que tienen con la Cámara de Comercio y a abrirles caminos sobre lo que seguramente desconocen. Por ejemplo, la universidad, pues pocos en el país saben que existe UniEmpresarial, que es para todos. Ahí es donde viene la interlocución con el Gobierno y la articulación con el Plan Nacional de Desarrollo.
Tenemos a UniEmpresarial y necesitamos promover que los comerciantes aprendan a defender sus negocios para que vayan creciendo. La Cámara puede ayudarlos a que se formen. Si quieren impulsar a sus hijos a ser profesionales podremos facilitarles las cosas desde UniEmpresarial. También establecer puentes para conseguirles créditos blandos con el Icetex.
Es que si no volvemos realidad las oportunidades para los jóvenes los gana la delincuencia, mientras la inversión del Estado está donde no es: tener un interno en la cárcel vale 3 millones de pesos, y la alimentación de un niño pobre cuesta la mitad.
Semana: Será usted artífice de la economía popular, un eje central del Plan de Desarrollo. ¿Cómo hará eso desde la Cámara?
O.C.: Menciono un tema que se creó en el Plan de Desarrollo, que tiene que ver con el Consejo Nacional de Economía Popular y Solidaridad. Está en el artículo 74. Si nosotros como Cámara logramos ser parte de ese consejo podemos estar generando opciones para mucha gente. Por eso este cargo se vuelve del tenor con el que se está viendo. Nosotros, además, tenemos registradas 500.000 empresas y el 99 por ciento son Pymes. Ellas son jalonadoras de la economía y del empleo.
SEMANA: Usted dice que la Cámara de Comercio es un organismo asesor y consultor del Gobierno. ¿Qué tema sería prioritario en esa interlocución?
O.C.: Hay varias líneas para trabajar. Además de la economía popular, los créditos a través de la solidaridad, buscando los medios con el sector financiero. Entendemos la solidaridad a través de créditos blandos con organizaciones donde se puedan juntar todos los que están asociados y hablar de mecanismos idóneos para generar ese tipo de financiamiento.
He mencionado ya, como relevante, el fortalecimiento en la parte educativa a través de la UniEmpresarial. Y con el tema de la región metropolitana tenemos un gran potencial.
Por ejemplo, el RegioTram, un proyecto de construcción de un tren eléctrico regional, ha tenido algunos obstáculos, entonces mi tarea desde la Cámara será servir de mediador, precisamente, para que entre el Gobierno nacional y el distrital se produzcan los entendimientos que efectivamente aflojen la tirantez, para llegar a lo que más nos beneficie. Con el RegioTram, si bien es cierto que hay que basarse en criterios técnicos, también lo es que lo necesitamos para desahogar a los campesinos de Cundinamarca, que son explotados permanentemente.
SEMANA: Uno de los problemas que hay en el país es la alta informalidad. A veces, los que van a crear empresas encuentran un freno para formalizarse, debido a trámites costosos, como el Registro Mercantil. ¿Habría alguna flexibilidad en ese sentido?
O.C.: Traigo esa gran preocupación. Las cargas tributarias y las responsabilidades de la formalidad de los comerciantes pueden llevar al fracaso de ese emprendimiento. Cuando se revisan los porcentajes vemos que, entre más pequeños son, más fracasan, porque no tienen solidez para mantenerse. Lo que hay que hacer es darles seguridad y brindarles la posibilidad de que se mantengan en el mercado. Si eso se logra, si ellos son una fuente de ingresos para sus familias y para la economía, ganamos todos.
SEMANA: La Cámara trabaja por las empresas. ¿Cómo afrontará esa enemistad que se ha percibido, entre el Gobierno nacional y el sector privado?
O.C.: Yo seré puente. No voy a llegar a destruir sino a articular y a servir de puente entre los empresarios, cualquiera que sea la denominación.
No puedo romper con el Gobierno Petro, mucho menos con el gobierno regional (Cundinamarca), cuando hay un potencial regional para fortalecer. La cadena alimentaria en Bogotá viene del departamento, hay que estrechar los lazos.
SEMANA: ¿Hay algo que no le guste de la Cámara de Comercio que crea que tiene que cambiar?
O.C.: La Cámara es una entidad que cumple una función como institución y tiene una alta ponderación en la ciudadanía.
Pero ¿cómo se ve la Cámara desde los diferentes ángulos? Creo que la gente del común la ve como una entidad muy ‘pinchada’ y a eso quiero llegar, a mostrarles a los ciudadanos del común que las instalaciones pueden ser muy modernas, quizás lujosas, pero esta es una institución en la que ellos tienen cabida.
La percepción que se tiene de la Cámara es buena, y eso hay que mantenerlo, pero se requiere mirarla de abajo hacia arriba. Bajar un poco la mirada para que el dueño de un pequeño negocio cambie ese chip y se convenza de que puede ser una persona exitosa, verdaderamente formal, un empresario. En esta etapa de mi vida le estoy apuntando a transformar, a dejar un legado, a ayudarle a la gente.
SEMANA: Es decir, muy coincidente con el discurso del Gobierno...
O.C.: Coincido con algunas expresiones del Gobierno, pero eso no es de ahora. No soy un hombre de izquierda. Siempre he sido de centro.
SEMANA: ¿Le parece que el Gobierno va bien?
O.C.: Sí. Transformar no es nada fácil.