Cuando Piedad Urdinola, directora del Dane, presentó las cifras del crecimiento del PIB en 2023, habló sobre la caída de la industria y del comercio. El principal lastre fue el sector automotor, pero también llamó la atención sobre la fabricación y venta de ropa, un producto de primera necesidad que, sin embargo, tuvo una contracción importante.
El año pasado, las ventas minoristas de prendas de vestir y textiles cayeron 5,7 por ciento y su fabricación disminuyó en 12,2 por ciento. No valieron ofertas ni los gangazos de pague uno y lleve dos, pues incluso en diciembre, el mes en el que los colombianos suelen estrenar, el comercio de ropa bajó 4,4 por ciento.
Si se excluye la época de la pandemia, la del año pasado fue la mayor caída por lo menos desde 2006. Y los empresarios del sector lo atribuyen a que el mercado está golpeado por la inflación, la cual hace que el dinero cada vez alcance menos, llevando a que la compra de ropa no sea prioritaria en el gasto de las familias.
Expertos en consumo como los de la firma Raddar explican que la inflación de la moda históricamente crecía muy poco, pero el año pasado llegó a 8,03 por ciento, mientras que en 2022 fue de 5,41 por ciento. El resultado es que, de los 1.026 billones de pesos que gastaron los colombianos el año pasado, 32,1 billones los destinaron a confecciones. Ese monto, si bien es superior al de 2022 (dado que los precios suben), también muestra una caída en los volúmenes o cantidades de prendas adquiridas. Es decir, destinaron en conjunto más plata, pero compraron menos.
“Los hogares no pudieron comprar las mismas cantidades de bienes y servicios de la moda como lo hicieron en 2022 y 2021. En promedio, adquirieron dos prendas o dos pares de zapatos menos que un año atrás”, dice Camila Ortiz, directora del Observatorio de Moda en Raddar.
Si bien el mayor costo de vida no afecta únicamente a la moda, lo cierto es que su desaceleración es muy lenta y eso hace que los hogares se vuelvan muy cautelosos con las compras. Por categorías, dentro del sector moda lo más afectado ha sido el vestuario y el calzado, al tiempo que muchas compras se limitaron a momentos específicos de consumo (por ejemplo, cuando se lanzó la película Barbie crecieron las ventas de prendas rosadas), sacrificando las compras por impulso o sin motivo especial.
Los servicios relacionados con moda, como lavanderías, alquiler, confección o arreglo de ropa, también se han resentido. Aunque vale la pena destacar que tanto por un tema de economía como por un compromiso con la sostenibilidad está creciendo el comercio de ropa usada.
Según GoTrendier, app de compra y venta de ropa de segunda, los principales consumidores de estas prendas en el país son personas de entre 24 y 45 años. En 2023 se vendieron más de 1,1 millones de prendas por este canal, principalmente en Bogotá, Medellín y Cali.
Camilo Herrera, fundador de Raddar, agrega que la inflación de la moda se disparó el año pasado por los aumentos de salarios en el sector, de los costos de las materias primas y del arancel de la ropa importada, así como por la devaluación del peso. Igualmente, para los compradores fue más caro adquirir moda, dado que suelen hacerlo con tarjetas de crédito y estas estuvieron impactadas por el alza en las tasas de interés.
En medio de esta situación, algunas empresas de confecciones han podido crecer debido a que se concentran en prendas como ropa interior. “Las prendas más afectadas han sido las que se usan en ocasiones especiales, pero las básicas se mantienen porque la gente las necesita”, dicen en la marca Diane & Geordi, mientras que en Lili Pink indican que las empresas low cost empiezan a ser protagonistas en épocas en que las personas necesitan optimizar sus recursos.
Lo cierto es que el peso de la industria y del comercio que se dedican a la moda es bastante grande (72.000 empresas) y por eso Urdinola puso en ellos la lupa del Dane.
1,8%
cayó en 2023 la cantidad de prendas que, en promedio, compraron los colombianos.