Pese la persistencia del coronavirus y a las dificultades que trajo el malestar social en mayo del año pasado, la economía nacional está mostrando una capacidad de recuperación que tiene optimistas a muchos y que ha llevado a que mejoren las proyecciones para todo 2021.
En Scotiabank Colpatria, por ejemplo, creían inicialmente que el PIB iba a avanzar 7,2 por ciento este año, pero con la apertura de todos los sectores económicos, el incremento de la movilidad y la mayor demanda de energía y de gasolina, decidieron aumentar su estimación a 8,2 por ciento.
Igualmente, en Davivienda Corredores señalan que los indicadores adelantados de la economía muestran que la dinámica ha continuado muy positiva. Esto no solo incluye un repunte en los niveles de confianza, sino también del indicador PMI, que muestra que la industria ha seguido creciendo mes a mes (tan solo en julio la industria subió 20 por ciento, según el Dane).
Esto indicaría que la reactivación va por un buen ritmo y debería mantenerse así hasta el cierre del año.
En Alianza creen que en el segundo semestre de 2021 el PIB avanzaría 5,8 por ciento, dado que aún hay un efecto estadístico a favor (tras las fuertes contracciones de 2020). De hecho, observan que en meses en los que la economía no se ha tenido que enfrentar a restricciones de movilidad causadas por el virus o protestas sociales, el ritmo de crecimiento ha superado las estimaciones de los analistas, por lo cual no descartan un crecimiento mayor que en el segundo semestre.
La firma FocusEconomics, que realiza mensualmente encuestas sobre proyecciones económicas, muestra un consenso de crecimiento del PIB para 2021 de 6,9 por ciento, en donde el más optimista es Barclays Capital, con 9 por ciento, y la más pesimista Cabi Economics, con 4,9 por ciento.
No obstante las proyecciones positivas, hay riesgos que amenazan la recuperación. El principal es que se afecte la movilidad por cuenta de un cuarto pico de la pandemia o por eventos sociales como paros, lo cual frenaría de nuevo las ventas al por menor y la manufactura.
Así mismo, un aumento acelerado de las tasas de interés del Banco de la República, por causa de una mayor inflación, podría implicar un freno. Algo similar ocurriría si se desacelera la dinámica del consumo por variables como el desempleo y la inflación. Además, en época electoral, la inversión se verá restringida, incluso la pública, con la ley de garantías. La incertidumbre electoral es también otra fuente de dudas, aunque se prevé que sus impactos se sientan más en 2022 que en 2021