Los economistas suelen decir que la inflación es el impuesto que más duro les pega a los pobres, y los recientes datos de costo de vida en el país parecerían estar demostrándolo.

Las cifras del Dane a mayo de 2024 indican que el índice de precios al consumidor (IPC), con el cual se mide qué tanto varía el costo de la canasta familiar, subió 0,43 % en el mes, 3,78 en el año corrido y 7,16 % entre mayo de 2023 y el mismo mes de 2024.

Para algunos analistas es inquietante que el dato anual de inflación (7,16 %) fuera el mismo que el del mes anterior, lo que podría implicar un estancamiento de la corrección que comenzó este indicador desde abril de 2023, luego de tocar un máximo del presente siglo de 13,34 %. No obstante, otros piensan que era previsible que se repitiera el dato y que incluso eso podría volver a ocurrir en junio por un tema estadístico.

En todo caso, más allá de los temores técnicos, Anif advierte que es preocupante el comportamiento de los gastos relacionados con alojamiento y servicios públicos, cuya inflación fue de 9,14 % anual en mayo, derivada especialmente del incremento en el precio del arriendo y de la electricidad.

Si bien los precios de los alimentos han tenido fuertes correcciones, las variaciones en las cosechas afectaron comestibles como el tomate y la mora, hoy con la mayor inflación de la canasta familiar. Los impuestos saludables también encarecieron varios productos.

“Esos gastos han contribuido de manera importante a la inflación total durante los últimos tres meses y son incrementos que generan mayores presiones sobre los hogares pobres”, explica un informe de Anif.

A las clases menos favorecidas les pega más duro la inflación, pues al contar con presupuestos más restringidos tienen menos espacio para compensar el alza en gastos vitales como comida, vivienda o servicios públicos.

Si bien en las cuentas anuales de inflación la clase alta sigue siendo la más afectada por la carestía (7,32 % a mayo, frente a 6,63 de los pobres), en términos mensuales los hogares más necesitados tuvieron el registro más alto: 0,55 % frente a 0,34 de los consumidores de ingresos altos.

José Ignacio López, presidente de Anif. | Foto: GUILLERMO TORRES

“Este resultado es preocupante, pues desde 2023 la corrección de la inflación había sido más marcada en los hogares de menores ingresos. Si los resultados de mayo se repiten en los próximos meses, se vería un deterioro en la progresividad que se venía observando con la inflación”, reiteran en Anif.

Otra prueba del duro impacto del alza en los costos de alojamiento y servicios públicos es que las ciudades con mayores aumentos en su nivel de precios están todas ubicadas en la costa Caribe, región con las tarifas de luz más altas del país.

Valledupar, Sincelejo, Riohacha, Montería, Cartagena y Barranquilla son, en ese orden, las ciudades con los niveles de inflación más elevados de Colombia, por encima del 8 %. Incluso Bogotá tiene un registro superior a la inflación promedio nacional, con 7,24 %, y en la capital uno de los costos que más les está haciendo mella a los consumidores es el del arriendo.

Cosechas e impuestos

Si se analizan las cifras de la canasta familiar, se revela que, de los 188 productos y servicios que la componen, los alimentos, por temas de variaciones en las cosechas, siguen liderando con las mayores alzas en sus precios. Eso es evidente en el caso del tomate y la mora, con inflaciones de alrededor del 40 %.

Aun cuando la papa, que siempre ha sido protagonista de la inflación, sube un poco menos, 37,8 %, su evolución reciente genera preocupaciones, pues es un alimento básico para miles de familias y por eso hay tanta sensibilidad con su precio.

Los productos de la canasta familiar.

De la misma manera llama la atención que en el top 10 de los productos con más inflación de la canasta familiar hay cuatro que ahora pagan los llamados impuestos saludables por sus excesos en grasas, azúcares o en sodio. Se trata de dulces, chocolatinas, helados y frituras, que, así como el resto de productos, afectan mayormente a los más pobres, dado que son los que menos tienen opción de cambiar su dieta por productos más saludables, que suelen ser más costosos.

Un estudio con tenderos de la consultora internacional Dichter & Neira, realizado en marzo pasado, indica que el 87 % de ellos percibieron menores ventas de algunos productos gravados con los nuevos impuestos, en particular, gaseosas, dulces, chocolates, embutidos y galletas. De nuevo, los principales clientes de las tiendas son las personas de menores ingresos, quienes recurren a este canal, pues ofrece presentaciones más pequeñas y la posibilidad de fiar.

Así se ve la inflación de diferentes puntos.

Los combustibles y la electricidad son los otros dos productos que cierran el ranking de los de mayor carestía. Los primeros dejaron de subir en enero, pero aún se siente el rezago de los sucesivos incrementos del año pasado, que actualmente tienen el precio del galón bordeando los 16.000 pesos. En cuanto a la segunda, ya se sabe que es el servicio público que más golpea el bolsillo de los hogares.

Si bien la luz podría tener correcciones en lo que resta del año, puesto que el cálculo de las tarifas está indexado a la inflación y ya empezó a llover en el país, por el lado de los combustibles vendría una de las mayores amenazas para la canasta familiar, pues el Gobierno prepara el alza en los precios del diésel, cuyo subsidio es el que más caro les está saliendo a las finanzas públicas.

Dada la correlación directa entre los costos del diésel y del transporte de carga y de pasajeros, se teme que por ese lado se le ponga freno al necesario descenso del costo de vida.

Era previsible

Felipe Campos, gerente de Estrategia de Alianza Fiduciaria y Valores, es de los que no comparte las preocupaciones por un estancamiento en el dato de inflación, ni la idea de que de aquí en adelante este indicador la va a tener más difícil para bajar. Su argumento es que las expectativas de inflación de los expertos no han cambiado en los últimos ocho meses y se mantienen alrededor de 5,5 % para final de año.

Felipe Campos, gerente de Estrategia de Alianza. | Foto: ESTEBAN VEGA LA-ROTTA REVISTA SEMANA / REVISTA DINERO

Con respecto a las preocupaciones por el costo de los arriendos, dice que este rubro es uno de los últimos en corregir y es usual que esté rezagado, por eso no lo ve como un problema.

Lo que sí considera es que el dato de inflación de mayo motivará al Banco de la República en su reunión de finales de junio a decir que aún no acelerará la reducción de tasas de interés, las cuales han venido bajando con ritmos de 25 y 50 puntos básicos.

Carolina Monzón, gerente de Investigaciones Económicas de Itaú Colombia, tampoco se sorprendió con el dato de inflación de mayo y cree que dará pie para que el Banco de la República recorte su tasa de interés, otros 50 puntos básicos en su junta de junio (hoy están en 11,75 %). “Para todo el cierre de año, esperamos que las tasas finalicen en 8,75 %, con la posibilidad de una aceleración en el ciclo de recortes tan solo en el último trimestre del año, cuando los niveles de inflación estén por debajo del 6 %”, explica.

Carolina Monzón, gerente de Investigaciones de Itaú.

En la consultora Oxford Economics tienen un pronóstico similar, aunque dicen ver riesgos al alza en la inflación. “Esperamos que esta solo regrese al rango objetivo de entre 2 y 4 % en 2026”. Un panorama de precios incierto, que sigue maltratando a los pobres.