En junio, las alarmas se dispararon tras un nuevo repunte de la inflación que rompió la tendencia a la baja registrada hasta ese momento. Sin embargo, cuando el Dane reveló el dato de julio, la calma regresó.
Como un globo de helio que pierde fuerza y cae, el índice de precios al consumidor quedó para el séptimo mes del año en 6,86 por ciento en su variación anual, mucho menor a la del mismo periodo de 2023, cuando registró 11,78 por ciento y la más baja en los últimos 31 meses.
Además, en la variación mensual, julio quedó en 0,20 por ciento frente a 0,50 del año pasado, cerca de las expectativas de los analistas del mercado, y en lo corrido del año la inflación se ubica en 4,32 por ciento, por debajo de los siete primeros meses de 2023, que estaba en 6,68 por ciento.
La mayor contribución en la variación mensual la entregó la división de alojamiento, agua, electricidad y gas, que, del 0,20 por ciento mensual total, reportó 0,14 puntos porcentuales y el mayor peso lo tuvieron los arriendos, aunque empieza a registrarse un estancamiento en los precios de los alquileres de vivienda, lo que ayudará que continúe la desaceleración de la inflación.
Según un análisis del BBVA Research, la inflación de alimentos se mantuvo casi inalterada frente al dato del mes anterior, con una variación anual de 5,26 por ciento. “Este resultado estuvo explicado por algunas presiones al alza desde perecederos, cuya variación anual se incrementa a 10,5 por ciento y procesados, que alcanzan una inflación anual de 4,4 por ciento. A pesar de esto, la subcanasta de carnes contrarrestó el efecto con una reducción en su inflación anual”, advierte esta entidad.
Entre tanto, la inflación sin alimentos descendió cerca de 40 puntos básicos, ubicándose en 7,24 por ciento. Dentro del resultado, la inflación de regulados mostró el mayor ajuste a la baja, disminuyendo en 112 puntos básicos por, como explica BBVA, reducciones en las tarifas de electricidad y efectos base. Esto compensó las presiones al alza provenientes de divisiones como el agua y el gas.
A pesar de la baja de julio, la inflación todavía está lejos del rango meta del Banco de la República de entre 2 y 4 por ciento. De acuerdo con las más recientes minutas de la junta del banco, la inflación retornaría a niveles cercanos a la meta a mediados de 2025.
La cifra de inflación de julio abre la puerta para que en las próximas reuniones del Banco de la República la reducción de las tasas sea a una mayor velocidad. De hecho, Ricardo Bonilla, ministro de Hacienda, insistió en su llamado al país y a los bancos: “Hay que seguir bajando las tasas de interés, la inflación se está controlando”. También mandó un mensaje al Banco de la República en el sentido de que se puede seguir bajando la tasa de intervención y espera que en la próxima reunión de la Junta Directiva se apruebe un recorte de 75 puntos básicos.
Sergio Olarte, economista principal de Scotiabank Colpatria, coincide con el ministro Bonilla. “Esperamos que en septiembre el Banco de la República pueda acelerar la reducción de las tasas de interés y disminuirlas en tres cuartos de punto porcentual, hasta 10 por ciento. Esto estaría respaldado por la tendencia de otros bancos centrales en la región, como Perú y México, que también han comenzado a bajar sus tasas de interés. Además, se espera que Estados Unidos siga el mismo camino el próximo 18 de septiembre. En conjunto, una inflación en descenso y una región que sigue reduciendo tasas de interés nos permite anticipar que el Banco de la República podría acelerar sus ajustes en las tasas para el 30 de septiembre”, asegura.
Aunque la inflación retomó la tendencia a la baja, hay que estar atentos a algunas amenazas que podrían afectar el nivel de precios, y que el mismo Banco de la República advirtió en sus minutas: “Los miembros de la Junta concuerdan en la importancia de mantener la prudencia en el proceso de recortes a la tasa de interés, en vista de los riesgos que subsisten sobre el comportamiento de la inflación. Entre estos, destacan la evolución de los precios de los alimentos, el insostenible costo fiscal de continuar posponiendo aumentos en algunos precios y tarifas de bienes y servicios regulados, la rigidez a la baja de la inflación en algunos servicios, y posibles presiones cambiarias ante la volatilidad de las condiciones externas”.
Uno de los principales puntos de atención será el impacto en el incremento anunciado por el Gobierno al diésel. De hecho, este 13 de agosto es la fecha para iniciar el primer aumento de este combustible en cerca 3.000 pesos. Desde Fedetranscarga calculan que 1.000 pesos más en el precio del galón representa un crecimiento del 4 por ciento en la tarifa de carga. El otro foco es el dólar. Si bien el año pasado, en el que cayó casi 1.000 pesos, fue uno de los principales motores para que la inflación descendiera, este año con los incrementos que han llevado la divisa, de nuevo, por encima de los 4.000 pesos, empieza una nueva presión sobre los precios, en especial de materias primas, insumos y productos finales importados. Y tampoco hay que descuidar un coletazo del fenómeno de La Niña, que podría afectar los alimentos y el transporte. Las antenas están puestas.