El pasado martes, el presidente Gustavo Petro encabezó la entrada en operación del parque solar de La Loma, en el Cesar. El mandatario celebró el desarrollo de esta iniciativa, pero no desaprovechó la oportunidad para lanzar una sentencia.
“Nosotros ya deberíamos estar reemplazando todas las termoeléctricas que hay en Colombia”, dijo el jefe de Estado.
De hecho, el presidente de Fenalcarbón –el gremio de los productores de carbón–, Carlos Cante, advirtió tras esta declaración que, si bien es necesaria la incorporación de las energías renovables no convencionales, también es clave el respaldo para el sistema. “Tenemos que ser realistas y no meter a Colombia en un apagón futuro con decisiones que se den hoy en el presente”, señaló.
Sin embargo, la sentencia del presidente Petro se estaría materializando con lo ocurrido en la subasta de energía del pasado viernes. Según la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg), se adjudicaron 33 plantas nuevas de generación, lo que representa una inclusión al sistema de 4.489 megavatios (MW) nuevos, de los cuales 4.441 son solares y 48 térmicos, con tecnología de biomasa, biogás y repotenciación de una central existente.
“Con esta nueva asignación, se pasará de una capacidad efectiva neta actual de 19.904 MW a 26.184 MW en 2027”, dijo la Creg. Y estimó que Colombia podría tener una participación del 26 por ciento de energía solar para ese año.
Para SER Colombia, la asociación de energías renovables, esta subasta es positiva para el sector. “El cargo por confiabilidad es una remuneración que apalanca las inversiones para el desarrollo de los proyectos. También es una buena noticia en la diversificación de la matriz energética, con una relevancia mayor de estas energías limpias”, dijo Alexandra Hernández, presidenta del gremio.
Sin embargo, hay otras voces que han manifestado su preocupación. Andeg, el gremio de las generadoras térmicas, considera que la baja asignación de energía firme en esta subasta –que es la que garantiza que se pueda atender a todos los usuarios del país– “menoscaba la firmeza y disponibilidad confiable” del suministro para atender los requerimientos energéticos del país en el futuro y afecta los objetivos de la transición energética justa.
“El Gobierno nacional deberá analizar el balance de energía firme de largo plazo con el fin de incorporar escenarios adicionales de expansión que permitan asegurar las necesidades del sistema. La mayoría de los proyectos asignados en la presente subasta son solares y, como se sabe, esta tecnología tiene una intermitencia durante la noche, o no entrega energía durante este periodo, cuando hay un pico importante de consumo en los hogares”, advirtió Alejandro Castañeda, director ejecutivo de Andeg.
Este gremio también destacó que la generación térmica existente continúa dando respaldo y resaltó la entrada de nuevas fuentes renovables no convencionales para diversificar la matriz.
Una de las dificultades es que la gran mayoría de los proyectos que participaron en la subasta de 2019 aún no están en operación y ya tienen retrasos. Para Hernández, de SER Colombia, ese es el reto más relevante: “El principal desafío es acelerar la entrada de los proyectos. Es una apuesta importante en el país, pero será clave la articulación en trámites. Los tiempos de entrada están muy justos con el escenario de demanda que se estimó”.
Reconoce que estas energías funcionan unas horas y están condicionadas a unas variables del clima. “Por eso, la energía en firme que se reconoce, que se asigna en el cargo, solo es el 10 por ciento de la capacidad total de generación de esos parques”, agregó Hernández.
En ese sentido, como coinciden Andeg y SER Colombia, el Gobierno podría considerar un proceso adicional complementario para aumentar la capacidad ante una demanda más alta de la esperada o si los tiempos de entrada no se dan en las fechas en que está el cargo.
Los tiempos corren y es necesario alejar cualquier fantasma de apagón.