Venezuela  tiene  graves problemas de abastecimiento de muchos productos básicos,  principalmente alimentos, situación que ha llevado a un desbordamiento de la inflación que ya supera el 40 por ciento anual. Mientras tanto, Colombia con su actual nivel de producción agrícola está en capacidad de atender la demanda de comida de los venezolanos, y además tiene una industria manufacturera que se ha desacelerado y que podría reactivarse al producir para ese mercado. A simple vista, cualquiera diría que se trata del mundo ideal de la economía donde la oferta y la demanda se complementan y ayudarían a solucionar los problemas de unos y otros. Sin embargo, la lógica de mercado no funciona en la realidad de las relaciones de Colombia y Venezuela, países que tienen modelos económicos diferentes. Por esto, reactivar el comercio binacional y volver a ser los socios que fueron en el pasado reciente se ve muy difícil. Hasta hace pocos años, Venezuela era el segundo destino de las exportaciones de Colombia, después de Estados Unidos, pero el panorama cambió. Hoy ese mercado fue desplazado por China, Panamá e India.Los temas a ambos lados de la frontera son muy críticos y dificultan cualquier entendimiento comercial. Para Colombia el asunto clave es el mecanismo de pago. Los empresarios colombianos no quieren correr el riesgo de venderles a los vecinos, pues hay deudas vencidas por las que siguen esperando. Según el propio ministro de Finanzas venezolano, Nelson Merentes, estas ascienden a unos 300 millones de dólares.La solución está en encontrar un mecanismo de pago diferente a los dólares. La semana pasada, los ministros de Economía de ambos países anunciaron que iban a darle prioridad al comercio de una lista de los productos que Venezuela necesita de manera urgente y que Colombia puede proveer. La idea es que con base en esa lista, las empresas colombianas despachen al mercado venezolano.El gobierno de Maduro giraría los dólares directamente a Colombia, a través de un mecanismo que está por definirse, ya sea directamente al gobierno o a través de una entidad oficial, y esta a su vez les cancelaría a los exportadores en pesos. Esta es una propuesta que Venezuela está evaluando y que esta semana podría concretarse. Pero todo parece indicar que las autoridades venezolanas están más interesadas en resolver dos graves problemas: la fuga de divisas y el contrabando.Frente al primer caso, el problema está en que el régimen cambiario se ha distorsionado tanto que mientras la tasa oficial está en 6,30 bolívares, en el mercado negro sube a 35 bolívares. Eso ha generado una grave fuga de divisas pues muchos especuladores del mercado están jugando a comprar dólares baratos para venderlos casi cinco veces más caros. El fenómeno conocido en Caracas como el ‘raspado’ tiene en jaque al gobierno, que no logra controlarlo.En este momento la prioridad venezolana es taponar esa fuga que consideran tiene un punto crítico en Colombia. Según Caracas, aprovechando el cupo en dólares de las tarjetas de crédito, muchos venezolanos van a Cúcuta, sacan el dinero en pesos, compran dólares baratos y los venden en el mercado negro con lo que se ganan un arbitraje. Otro negocio que se habría montado para es aprovechar el diferencial cambiario a través de las remesas que están enviando de Venezuela a Colombia. En cuanto al contrabando, para Venezuela esta es la causa del problema inflacionario, principalmente en comida. Dado que hay una canasta de alimentos básicos con precio controlado en Venezuela, algunas personas están comprando grandes cantidades a estos precios más bajos, para entrarlas a Colombia y venderlas hasta cinco veces más caras.Lo cierto es que las perspectivas económicas a futuro y los problemas de la frontera que comparten están obligando a Colombia y a Venezuela a revalorar el intercambio comercial entre los dos países. ¿Lo lograrán a pesar de tener modelos económicos opuestos?