Con más de 1.300.000 copias vendidas, El capital en el siglo XXI es el libro del momento en materia económica, publicado en francés y traducido recientemente al español. Más allá de ser un best-seller, la obra del francés Thomas Piketty ha puesto a economistas, gobiernos y organismos multilaterales a hablar de la desigualdad extrema que persiste en el mundo. La tesis más polémica planteada en esta obra se refiere a la política de impuestos. Piketty dice que para reducir la alta concentración del ingreso se requieren sistemas tributarios mucho más progresivos. Recomienda, por ejemplo, subir impuestos a los grandes patrimonios con tarifas escalonadas que podrían ir entre 0,1 y 10 por ciento, según la riqueza que acumulan las personas. Para repartir mejor el crecimiento, también sugiere un impuesto del 80 por ciento para los ingresos mayores a 500.000 dólares anuales y del 50 por ciento para los que superen los 200.000 dólares. Algunos han visto estas propuestas como una estrategia necesaria para romper la desigualdad; otros, al contrario, la critican y afirman que se trata de la tesis más floja de Piketty, tal vez porque es tremendamente difícil de concretar. El asunto es que las ideas de este economista, que ha conquistado a reconocidos premios nobel como Paul Krugman y Joseph Stiglitz, no solo han agitado el debate público, sino que han comenzado a calar entre muchos. El libro no solo está en los escritorios de la elite económica internacional sino en los de los funcionarios de alto nivel de muchos gobiernos. En Colombia se sabe que el presidente Juan Manuel Santos ha estimulado la lectura del libro entre sus funcionarios. El diario londinense Financial Times (FT) dijo en un artículo que la propuesta de impuesto al patrimonio en Colombia –contenida en la reforma tributaria- ha sido vista, por algunos, como una reivindicación del best-seller de Thomas Piketty. Aunque, ciertamente, este tipo de gravamen no es nuevo en Colombia, pues existe desde hace 12 años. Sin embargo, el impuesto al patrimonio fue rebautizado como gravamen a la riqueza, lo que es coherente con las ideas esbozadas por Piketty. Santos luego propuso llamarlo impuesto contra la pobreza. A pesar de que los escépticos creen que estas recomendaciones más que impulsar la economía, podrían hacer un gran daño, la gira de Piketty por varios países para explicar el libro sigue despertando atención e interés. La semana pasada en México, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, puso el dedo en la llaga de América Latina. Piketty afirmó que es importante informar a la sociedad cuántas personas se ubican en los niveles más altos del ingreso y a cuánto ascienden sus ganancias. Si las autoridades de impuestos pierden el miedo a proporcionar información sobre los niveles de ingreso de toda la población que trabaja, se podrá tener una mejor visión sobre la desigualdad en el país. Según el economista francés, América Latina necesita más transparencia y más información para poder tener un debate profundo y democrático. El tema es demasiado espinoso en una región donde, por muchos años, divulgar las fortunas ha sido un tabú, especialmente en países como Colombia, por problemas de seguridad. Ante esto Piketty señala que no se trata de dar a conocer los nombres de los ricos, sino de saber la cantidad que hay, pues eso ayudaría a comprender mejor cómo crear un sistema impositivo progresivo que sea eficaz para reducir la desigualdad. En cierta forma lo que se busca con este argumento es que los mismos ciudadanos presionen a los gobiernos por mejores sistemas tributarios. Una de las lecciones más interesantes del libro es que la desigualdad debe medirse de una manera novedosa. El argumento es que las encuestas de hogares tienden a tener sesgos que no permiten medir exactamente este fenómeno. Una mejor manera de hacerlo es por medio de datos que proporciona la administración tributaria. Por ejemplo, dice Piketty que con información de las encuestas de hogares, Brasil es un país menos desigual que Estados Unidos, pero con los datos fiscales, la situación se revierte y Brasil se vuelve más desigual que la nación norteamericana. En el caso de Colombia, por ejemplo, Facundo Alvaredo (de Paris School of Economics) y Juliana Londoño (estudiante de Ph. D. en Economía, Universidad de California, Berkeley) aplicaron la metodología de Piketty para analizar, a través de las declaraciones de renta, la situación en el país. La conclusión a la que llegaron es que la desigualdad en Colombia es mucho más aguda de lo que se creía, según la encuesta de hogares. De acuerdo con los investigadores, el 1 por ciento de los adultos más ricos en Colombia concentra más del 20 por ciento del ingreso total del país. En un artículo publicado en El Tiempo, Londoño señala que la desigualdad de ingreso sigue igual de alta que a principios de los noventa. Y anota que los ricos en Colombia básicamente son rentistas de capital. Curiosamente es una característica diferente de economías avanzadas, en donde la desigualdad se ha generado básicamente por las enormes remuneraciones y salarios de directivos y del sector financiero. Otro tema que Piketty también ha aportado al debate es cómo se ha dado la transferencia de activos públicos a manos privadas, lo que ha contribuido a disparar las fortunas de muchos. En su conferencia en México, Piketty señaló que en su investigación se encontró con que algunos de los multimillonarios de hoy no se volvieron ricos por innovar, sino por aprovechar la privatización barata de bienes públicos. “Esto se observó en Europa; en países como Francia y Rusia y México no escapó a esta situación, lo cual muy poco tuvo que ver con innovación o emprendedurismo en sí”, dijo. Disminuir la desigualdad también pasa por la educación. Para el también director de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, esta es la fuerza poderosa para la movilidad social hacia la equidad. Es el motor que puede reducir la pobreza y la inequidad. Ahora bien, todos los planteamientos expresados en el libro conducen a una conclusión: hay que reinventar el capitalismo y crear nuevas formas de propiedad. Para muchos, el interés que ha despertado este texto radica en la dura crítica al capitalismo. Según las predicciones de Piketty, de no hacer nada, el desequilibrio seguirá aumentando y esto podría tener consecuencias políticas y sociales muy graves en los países.