El sector aéreo enfrenta uno de los peores momentos de su historia. Tanto es así que muy posiblemente saldrá muy reducido de la crisis global. Por culpa del coronavirus, más de las 100 aerolíneas más grandes que operan en el mundo han paralizado sus operaciones y miles de aviones permanecen en tierra desde hace varias semanas, cuando comenzaron las restricciones de vuelos para frenar el contagio. Esto ya provocó que la demanda de tiquetes cayera 80 por ciento, y tiene en riesgo a más de 25 millones de empleos en el sector. Iata, el gremio que representa a las aerolíneas en el mundo, calcula las pérdidas de ingresos para esta industria en unos 314.000 millones de dólares. Un completo desastre para un ramo que en los últimos diez años alcanzó el mayor ritmo de expansión de su historia, transformó la vida de millones de personas y comunidades, e impulsó el turismo y los negocios en el planeta.

En América Latina, la mayoría de las aerolíneas trabajan al 5 por ciento o, en el mejor de los casos, al 10 por ciento de su capacidad operativa. Solo mantienen vuelos de carga y, ocasionalmente, traslados humanitarios. En Colombia, en medio de un caótico escenario financiero, cuatro de las principales aerolíneas que operan el mercado local hacen esfuerzos por sobrevivir. La caída de los ingresos ha golpeado duramente la caja de estas compañías, que hoy enfrentan un severo problema de liquidez. Mientras tanto, los gastos fijos de oficinas, servicios, nómina, arrendamiento de los aviones, y pagos de deudas con bancos y proveedores siguen acumulándose. La situación no es fácil para estas empresas. Iata calcula que en el país el sector aéreo ha perdido ingresos por 1.851 millones de dólares, lo que pone en riesgo más de 27.000 empleos directos y no menos de 208.000 indirectos. Además, dejaría de aportar al PIB unos 2.550 millones de dólares en forma directa e indirecta. Por eso, salvar estas compañías es un tema de interés nacional. Algunos Gobiernos de Occidente y Asia han lanzado salvavidas a sus aerolíneas, al invertir directamente en ellas, como acaban de hacer Italia con Alitalia, y Alemania con Lufthansa. Otros otorgan generosas ayudas, como Estados Unidos, que aprobó un paquete de 55.000 millones de dólares.

En Colombia esa posibilidad no existe debido a la estrechez fiscal del país. Con una economía golpeada y ante los enormes retos sociales, al Gobierno le queda muy difícil meterles plata a las aerolíneas. Pero sí podría lanzarles un salvavidas con un crédito blando y a largo plazo. Tiene a la mano fórmulas financieras de salvamento a través de préstamos que tendrían que concretar rápidamente, dada la agonía financiera de las empresas.

Por tanto, le han pedido al Gobierno su ayuda para obtener un crédito puente por algo más de 5 billones de pesos, en condiciones competitivas de tasa, periodo de gracia y plazos de entre cinco y diez años. Avianca merece un capítulo aparte, dado que representa más del 50 por ciento del mercado de pasajeros y de carga. Anko van der Werff, su presidente, explica que estos recursos de crédito les permitirá enfrentar la falta liquidez ante la caída de ingresos por las medidas de aislamiento. La aerolínea cuenta con 21.000 empleos directos y no menos de 100.000 indirectos.

Proteger el empleo se ha convertido en una prioridad. En consecuencia, para enfrentar la actual contingencia, Avianca consultó entre sus empleados quiénes estaban dispuestos a tomar licencias no remuneradas y 17.000 se acogieron. Esto, dice Van der Werff, demuestra el enorme compromiso. Por eso, hicieron esfuerzos para pagarles a todos al menos un porcentaje del sueldo. Pero, según Iata, la caja de las aerolíneas no alcanza para más de dos meses. Y todo indica que esta industria podría tomar entre 18 y 24 meses en recuperarse. Así, las necesidades del crédito apremian, justo cuando las empresas enfrentan un nuevo escenario en el que tendrán que adoptar las medidas de bioseguridad que exigen los países, recuperar la confianza de los viajeros y sentir la caída en los viajes corporativos. En el sector estiman que los trayectos nacionales podrían recomenzar lentamente en junio, con porcentajes de entre el 20 y 30 por ciento de ocupación. Y que para diciembre podrían llegar al 50 por ciento, en un escenario optimista. Pero solo el próximo año alcanzarían tasas de ocupación del 70 por ciento. El presidente de Easyfly, Alfonso Ávila, asegura que, en un escenario de lenta recuperación de la economía, tendrán que tomar medidas de austeridad, como disminuir algunas rutas. La compañía realiza 5.000 vuelos mensuales en los 44 destinos que sirven a 33 ciudades intermedias. “Volamos a donde nadie más va”, dice Ávila, cuya compañía emplea a 1.250 personas. Reactivar operaciones le tomaría no más de dos días. Pero requiere urgentemente tener el capital para hacerlo.

Santiago Álvarez, presidente de Latam en Colombia, recalca que necesitan del crédito al sector aéreo “para que de esta crisis podamos salir más rápido porque nosotros ayudamos a empujar la economía y a que la economía siga avanzando”. Latam, con un 23 por ciento del mercado nacional, genera 1.500 empleos directos y decidió proteger los trabajos al reducir temporalmente los salarios. Pero no ha tenido que acudir, por ahora, a licencias no remuneradas o desvinculaciones. Por su parte, el presidente de la aerolínea de bajo costo Viva Air, Félix Antelo, dice que, a pesar de tener un modelo de costos eficientes, la falta de ingresos hace mella en las finanzas de su empresa. Esta opera 20 aviones, tiene cerca del 17 por ciento del mercado de viajes nacionales y ofrece 900 empleos directos. De ellos, 700 en Colombia y otros 200 en Perú. Debido a la falta de liquidez, Viva Air acordó con sus empleados fórmulas que van desde rebajas salariales entre el 30 y el 50 por ciento hasta licencias no remuneradas entre abril y junio con el 20 por ciento del salario. El Gobierno ya ha tomado nota de los dolores de este sector. Por eso, en el marco de la emergencia económica ha expedido algunas medidas: aplazar para julio el pago de los parafiscales del turismo, y el del IVA para junio; eliminar temporalmente las tasas de parqueo para aviones en los aeropuertos, y bajar a cero por seis meses el arancel para 92 partidas de partes y repuestos para el sector aeronáutico. Además, redujo el IVA a los tiquetes aéreos del 19 al 5 por ciento, medida que comenzará apenas terminen las restricciones y hasta diciembre de 2021. Todo eso ayuda, pero no lo suficiente, dicen en el ramo.

Está en juego ni más ni menos que el futuro de compañías que mueven al sector turístico, que produce 7.500 millones de dólares en divisas, responde por más de 600.000 empleos y aporta miles de millones de pesos en impuestos directos a la sociedad colombiana. La solicitud de crédito para las aerolíneas del mercado nacional está en el despacho del ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, quien debe estudiar su viabilidad. Debe tomar pronto la decisión para evitarle mayores dificultades financieras a un sector que mueve el turismo y buena parte de la economía del país. Colombia no puede funcionar sin su transporte aéreo.