Un discurso pronunciado por uno de los dirigentes de una de las cajas de compensación más importantes está generando revuelo por estos días en las redes sociales. Se trata más específicamente de David Escobar, director de la caja de compensación Comfama, quien hizo presencia en una ceremonia de graduación para pronunciar unas palabras.
La graduación a la que asistió fue a la de la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería de la Universidad Eafit. Aunque son algunos minutos los que causaron la polémica, las palabras de Escobar generaron opiniones divididas en las redes, pues algunos consideraban que era una reflexión necesaria para los estudiantes que están a punto de dar el salto al mundo laboral. Otros aseguraban que eran bastante fuertes para los estudiantes o que se podían malentender.
Es preciso recordar que Escobar, además de ser director de Confama, también se desempeña actualmente como presidente del Consejo Superior de la Universidad Eafit, donde también fue representante estudiantil y vicepresidente de la Organización Estudiantil. Entre sus estudios está una carrera de ingeniería de producción de la misma institución y un magíster en Administración Pública de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard.
“Esta tarde les deseo, y yo sé que es paradójico que se los diga el día del grado, pero se los digo con muchísimo amor, les deseo fracasos laborales, porque les van a enseñar humildad”. Así inició el discurso de Arango, quien aseguró que este es un escenario necesario para que los futuros profesionales puedan sortear los desafíos de ese mundo.
Continuó su discurso asegurando que, cuando los estudiantes sientan el dolor y la frustración de un despido, o de un mal jefe o de un proyecto fallido, es importante que recuerden que esa emoción es una respuesta biológica, evolutiva, para obligarlos a aprender. “Lo que del fracaso queda es algo que ya nada ni nadie puede arrebatarnos”, agregó, recordando una frase de María Zambrano.
“Le pido también a la vida para ustedes algún buen y estrepitoso golpe económico, una quiebra, alguna carencia material que les encoja el alma”, aseguró, agregando además una historia de su infancia. Arango relató que cuando en su casa no había con qué mercar, durante su niñez, aprendió que no todo lo que vendían en un supermercado era esencial y que, por ello, empezaron a separar en las cuentas lo que era necesario y deseable.
Con esa historia aseguró que vivir carencias los volverá especialistas. “Pidan a Dios, al azar, o a lo que le den ese papel en su vida, que les mande tusas, rupturas amorosas. Hay que vivir la soledad para comprender el verdadero valor de la amistad”, comentó.
También afirmó a los graduandos que desea que se preparen para la muerte. Y no solo la muerte de la literalidad, sino también la muerte como metáfora de los finales inesperados, pues morirán un montón de veces en la vida. Sin embargo, vendrán los renacimientos y la reconstrucción. Pese a ello, también les advirtió que deben prepararse para la muerte verdadera, ya que la probabilidad es de 100 %.
“Solo con esa conciencia al frente sabrán que la vida es como escribir un libro. No es tan importante lo largo que sea, sino lo bueno que les quede. Mi deseo para ustedes, como les he dicho de tantas formas hoy, es que tengan muchos dolores provenientes del fracaso y la derrota”, comentó.
Finalmente, al cierre del discurso, Arango se refirió a una palabra que inventó. Aseguró que desconoce si existen “fracasadores”, que no es lo mismo que fracasados. Aseguró que en ellos deben ver una fuerte de fortaleza, recordando el proverbio que dicta que “lo que no mata, hace más fuerte”.
“De sabiduría, se aprende con amor y con dolor, con ambos. De optimismo, ya sabemos que no hay fracaso definitivo. Y de autocompasión, de tanto fracasarse, tendrán que aprender a perdonar para salir adelante”, indicó.
Recordó además una frase de Churchill, que se refería a que el éxito es la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo. “Para despedirme, les deseo que los dioses los acompañen, hasta en el error, hasta en el fracaso, hasta en el dolor, queridos ingenieros”, concluyó.