Despidos de trabajadores en las compañías de servicios petroleros, descenso hasta en un 50 % en la ocupación hotelera, y cientos de tractomulas y carrotanques estacionados en parqueaderos es el panorama que se ve por estos días en las regiones productoras de hidrocarburos. Después de vivir años de auge, cuando los precios del petróleo superaban los 110 dólares el barril, llegó el periodo de vacas flacas a municipios y departamentos productores, tras el desplome de las cotizaciones, que está dejando a su paso cientos de damnificados. Aunque las primeras afectadas son las productoras de crudo, por el fuerte descenso en sus ingresos, hay un sector que también está sufriendo este shock de precios. Se trata de las compañías que le prestan servicios a la industria petrolera (perforación, sísmica, obras civiles, ingeniería, transporte, catering, entre otras), que han tenido que salir de miles de puestos de trabajo. Cálculos del sector estiman en cerca de 20.000 el número de empleos que se han perdido en los últimos meses por el fuerte apretón en los gastos de las empresas y el drástico recorte en inversiones. Además, varias compañías están haciendo fila para declararse en insolvencia. Ante la Superintendencia de Sociedades llegaron a comienzos del año diez empresas de servicios petroleros, de las cuales dos se liquidaron –Perforaciones Sísmicas B&V y Sismografía y Petróleos de Colombia–. Las ocho restantes están en proceso de reorganización para tratar de salir adelante. Sin embargo, firmas de abogados que manejan algunos procesos sostienen que las empresas en problemas son más –alrededor de 25–, y que en el segundo semestre del año el número se podría duplicar. Así lo señala Juan Carlos Urazán, de Urazán Abogados, quien dice que en los últimos años muchas compañías se sobreendeudaron para comprar equipos ante el boom que se avecinaba. El superintendente de sociedades, Francisco Reyes, afirma que si bien en el último mes no ha ingresado ninguna compañía a estado de insolvencia, es posible que firmas pequeñas se hayan liquidado sin necesidad de pasar por la entidad. La Supersociedades viene haciendo un monitoreo permanente a las empresas del sector. Un análisis a los estados financieros de 147 compañías minero-energéticas reveló que los pasivos aumentaron 25 % el año pasado y las utilidades cayeron 45 %, al pasar de 20,2 billones de pesos a 10,9 billones. Estas cifras demuestran el impacto por el desplome de los precios del crudo, en un sector que en los últimos años comenzó a tener un gran peso en la economía colombiana. La industria petrolera representa cerca del 6 % del producto interno bruto (PIB), emplea alrededor de 120.000 personas, que tienen salarios por encima del promedio nacional, y es la responsable del 28 % de los ingresos fiscales de la nación (regalías, impuestos, dividendos). Las exportaciones de hidrocarburos representan el 50 % del total de las ventas externas del país. Por eso, la caída tan acelerada del precio del petróleo, que pasó de 115 dólares el barril en julio del año pasado a menos de la mitad hace unos meses, causó un gran remezón en el sector a nivel mundial, del que no se escapó Colombia, que está entre los 20 países que producen más de un millón de barriles diarios. Ecopetrol, que responde por cerca del 80 % de la producción de crudo, anunció un recorte del 25 % en su plan de inversiones para este año, que asciende a 2.700 millones de dólares. La semana pasada su presidente, Juan Carlos Echeverry, anunció una nueva estrategia: se invertirán 6.000 millones de dólares por año, en promedio, cifra muy inferior a los más de 9.000 millones de dólares anuales que se ejecutaban hace unos años. También redujo su meta de producción a 870.000 barriles diarios, frente a 1,3 millones de barriles diarios, en promedio, para 2020. Pacific Rubiales, la segunda en importancia en el sector, también anunció un drástico ajuste de más de 800 millones de dólares en sus inversiones. El impacto de estos ajustes ya se está sintiendo con fuerza. El presidente de la Asociación Colombiana del Petróleo (ACP), Francisco José Lloreda, reveló que en los primeros cuatro meses del año la perforación de pozos cayó 82 % –pasó de 52 pozos en igual periodo del año pasado a nueve este año–. En cuanto a sísmica (actividad que permite determinar en dónde se debe perforar) se pasó de 10.000 kilómetros a tan solo 800 kilómetros, una caída del 92 %. Crecen los problemas Los mayores afectados con estos ajustes son los contratistas. En Colombia hay alrededor de 300 empresas medianas y grandes que prestan servicios petroleros. Sin embargo, en las regiones hay muchas pequeñas que tienen ‘el agua al cuello’. Rubén Darío Lizarralde, presidente de la Cámara Colombiana de Bienes y Servicios Petroleros (Campetrol), reconoce que muchas empresas están pasando dificultades porque, además de la reducción de los contratos, tienen problemas de caja por la demora en el pago de facturas. Mientras que las compañías tienen que pagar nómina cada 15 días, deben esperar 60, 90 y más días para que les cancelen las cuentas. Pero, además, algunas petroleras les piden descuentos para poderles pagar. Así lo afirma Julián Pertuz, gerente de High Quality Engineering (HQE), una empresa de servicios de ingeniería, quien sostiene que algunas petroleras están optando por renegociar contratos y pagos dependiendo de los precios del crudo. La empresa ha reducido cerca del 25 % de la planta de personal. Un directivo de una empresa que suministra tubería para pozos, que pidió mantener su nombre en reserva, dice que su situación es más complicada porque ha tenido que salir del 60 % del personal. Señala que las beneficiadas con la situación son las compañías de factoring (compra de cartera) a las que tienen que acudir ante los problemas de liquidez. Entre los empresarios que llevan la peor parte están los transportadores, que tienen cientos de carrotanques, tractomulas y camiones parados. El presidente de Colfecar, Juan Carlos Rodríguez, dice que hace cuatro años, cuando se generaron expectativas sobre el auge petrolero, los transportadores comenzaron a comprar vehículos. Pero con el freno en muchos contratos, unido a los problemas de informalidad del sector, se estima que actualmente hay una sobreoferta de 7.000 carrotanques y tractomulas. La situación en las regiones petroleras también es muy compleja. Ese es el caso de Casanare, departamento cuya economía depende en un 78 % de la producción de hidrocarburos. Carlos Rojas, director de la Cámara de Comercio del departamento, dijo que según un estudio realizado por la entidad están en riesgo 8.300 empleos en la región no solo por la menor actividad exploratoria y de producción sino por el impacto en comercio, restaurantes, hotelería y transporte. “Están afectadas directamente 173 empresas de Casanare por las problemáticas del sector petrolero ya que sus ingresos dependen en un 80 % de esta actividad”, sostiene Rojas. Un estudio de Cotelco confirmó que en los destinos petroleros se ha resentido la actividad hotelera. Barrancabermeja, por ejemplo, pasó de una ocupación del 60 % a finales del año pasado al 52 %. En el departamento del Meta descendió del 61 al 35 % y en Yopal está por debajo del 20 %. En Puerto Gaitán la situación es compleja porque se construyeron cerca de 120 establecimientos hoteleros. Durante el auge petrolero se cobrar hasta 500.000 pesos diarios por una habitación y hoy se pagan 150.000 pesos. En busca de salidas Ante este complejo panorama los principales gremios del sector, entre ellos la ACP y Campetrol, han solicitado al gobierno tomar medidas urgentes para evitar que la situación se vuelva más crítica. Rubén Darío Lizarralde, de Campetrol, afirma que ante la coyuntura internacional las petroleras colombianas sobrerreaccionaron y pusieron en marcha planes de ajuste muy drásticos, lo que, como un círculo vicioso, llevó a que los problemas se trasladaran a otros sectores. Recordó que la industria ha vivido momentos más complicados y ha salido adelante –durante los años 1976 a 2004 el precio promedio del barril fue de 24 dólares, menos de la mitad del precio actual–. El superintendente de sociedades, Francisco Reyes, dice que si bien la situación es difícil no se puede hablar de crisis generalizada, menos ahora que los precios se están recuperando. Pero Lloreda sostiene que el leve repunte de las cotizaciones no es suficiente para que la exploración se reactive en el país. Por eso, entre el paquete de medidas que desde hace meses vienen considerando con el gobierno se encuentran poner en marcha incentivos fiscales flexibles que se activarían con la caída de precios y se desactivarían en caso contrario. “Sin incentivos tributarios no será factible reactivar la producción y exploración por encima del millón de barriles diarios, lo cual impactará más las rentas del país”, sostiene. Lizarralde señala, por su parte, que la mejor forma de ayudar al sector es descubrir más petróleo, porque este se está agotando y alcanza para menos de siete años. El país debe hacer mayores esfuerzos en exploración off shore (mar afuera) y en yacimientos no convencionales (fraccionamiento hidráulico o fracking). Pero también piden agilizar las licencias ambientales que se demoran cerca de un año y mirar el tema de las comunidades, que se están convirtiendo en una piedra en el zapato para la actividad. Varios empresarios del sector dijeron a SEMANA que deben negociar con decenas de comunidades de pueblos y veredas para que los dejen operar y que los presionan para contratar mano de obra no calificada. “El gobierno tiene que ir a las comunidades para ver la realidad ya que, con la consulta previa, los que mandan no son el alcalde ni el gobernador sino la junta de acción comunal, los sindicatos y organizaciones al margen de la ley”, dice un empresario. En torno a esta compleja situación, el ministro de Minas y Energía, Tomás González, en un debate en la plenaria del Senado realizado la semana pasada, dijo que se está diseñando un programa de emergencia que incluye el pago de regalías variables para nuevas producciones, descuentos en regalías para yacimientos no convencionales, flexibilización en los contratos de exploración y agilización de las licencias ambientales. Lo cierto es que el panorama petrolero tiene muchos nubarrones y mientras los problemas crecen a ritmos acelerados, las soluciones van a paso de tortuga. Llegó la hora de repensar el sector y de que las regiones productoras busquen alternativas económicas distintas al petróleo para depender menos de un solo producto, cuyos precios tan volátiles las tienen en jaque.