La incertidumbre no es un sentimiento pasajero. Por el contrario, deja una huella profunda y sus efectos en la economía son desastrosos y de largo alcance. Así lo reveló un estudio presentado, en el 9.º Congreso de Empresarios de la Andi, por Bruce Mac Master, presidente de la agremiación.
Para establecer cuánto le vale la incertidumbre al país, se utilizaron variables como la deuda que toma el Estado. Hace una década, en este aspecto, Colombia tenía relativamente el mismo nivel de riesgo que sus pares en Latinoamérica. Los prestamistas evalúan, fundamentalmente, si los Estados tienen las condiciones necesarias para asumir una obligación y cumplir los pagos. En la actualidad, ese nivel de riesgo en Colombia está 32 por ciento por encima de sus vecinos, lo que implica que, por un mayor costo a la hora de honrar la deuda, entre 2022 y 2024 se han pagado 6 billones de pesos anuales adicionales, que este año equivalen a la mitad de la reforma tributaria que planea el Gobierno Petro.
La incertidumbre genera una cascada de efectos sobre las posibilidades que tiene Colombia de hacer más por sus ciudadanos. Cuando se dice desde la misma Casa de Nariño que el país no podrá cumplir la regla fiscal; que no se sabe para dónde va el sistema de salud, o se decide no aumentar la actividad minero-energética, que es la que proporciona el principal ingreso a la bolsa pública, se causa un remezón que se puede visibilizar en cifras concretas, según el estudio de la Andi.
En 2023, por ejemplo, el producto interno bruto fue 1,6 por ciento menos de lo que debió ser y ahí tuvo mucho que ver la incertidumbre. En el empleo sucedió lo mismo. Se generó 1 por ciento menos de lo que se pudo lograr si no existieran declaraciones que preocupan al sector productivo, que es el que pone la mayor parte de la inversión en la economía.
Ahora, no solo la deuda vale más, sino que, dentro del ejercicio realizado por la Andi, a la incertidumbre se le debe el 1,9 por ciento de la caída en el recaudo. Por ello, el estudio busca crear conciencia frente a las consecuencias de las decisiones que se toman y las señales que se envían al país desde el Ejecutivo.
Si bien el escenario planteado por una crisis como la de la pandemia exigía sacrificios, muchas medidas adoptadas posteriormente han pasado una costosa factura a la economía. De acuerdo con los cálculos realizados por la Andi, la reforma tributaria de 2022, en la que se debió quitar el aumento gradual del impuesto de renta a las empresas, que hoy está en 35 por ciento, le restó al crecimiento de la economía de 2023 y de 2024. Es más, en 2025 continuará el efecto, teniendo en cuenta que habrá una nueva reforma impositiva para tratar de hacer lo que no se hizo: reducir de nuevo la carga a las sociedades empresariales para que tengan manera de producir más. No obstante, durante el Congreso de la Andi, hubo consenso sobre la necesidad de construir en vez de quedarse en la crítica.
Varias voces empresariales y de políticos que asistieron al Congreso de la Andi abogaron por bajarle el tono a la polarización, lo que, sin embargo, será complejo en una coyuntura en la que ya se acercan los tiempos para iniciar la campaña presidencial de 2026.
Jorge Mario Velásquez, presidente del Grupo Argos, manifestó que el país tiene que trabajar por la reactivación, porque “a nadie le conviene una economía decreciente. Si no hay inversión se contrae el empleo y hay menos impuestos”. Agregó que lo primero que requiere el sector privado es estabilidad en las reglas de juego. “En la medida en que el inversionista privado sea visto como un actor positivo para ayudar en la construcción de país, van a aumentar las inversiones. Si no hay certeza regulatoria habrá incertidumbre y eso implica mayores costos para realizar cualquier actividad”.
Velásquez manifestó que su compañía sigue invirtiendo y no tienen temor de hacerlo en Colombia porque considera que “tiene unos factores fundamentales que nadie le puede arrebatar: el tamaño del territorio y la población, la localización geográfica y una distribución empresarial potente, entre otros”.
Algunos empresarios señalaron que el engranaje necesario para que se componga el camino económico requiere de múltiples piezas, como políticas con expectativas claras, tales como las de tasas de interés del Banco de la República, las cuales se basan en criterios técnicos. En cambio, los detonantes que generan incertidumbre son más difíciles de prever.
En la última semana se registraron varios hechos que estremecieron las expectativas de un mejor camino para la economía. Una amenaza de crisis en el transporte aéreo, por posible desabastecimiento de combustible de aviación, apareció en el horizonte. Santiago Álvarez, presidente de Latam Colombia, enfatizó en lo indispensable que es garantizar el suministro de combustible para aviones. Esto “para no poner en riesgo la operación aérea y, en consecuencia, la conectividad del país”. Manifestó que “es clave analizar la demanda y asegurar la transparencia en términos de la necesidad de combustible de los distintos actores aéreos para tener estimaciones de demanda más precisas y así determinar de manera asertiva si la capacidad de producción local es suficiente o si se debe importar”.
Otros nubarrones están por el lado de la próxima reforma tributaria. El presidente del Senado, Efraín Cepeda, manifestó que no estarían dispuestos a aprobar una propuesta con expectativa de recaudo de 12 billones de pesos sin saber a quién le aumentarán la carga tributaria. De hecho, aseguró que tiene los votos para hundirla.
Ya, desde el sector productivo, muchos se vieron afectados por la pasada ley tributaria. Álvarez, desde la industria aérea, dijo que para ellos el golpe provino principalmente de lo relacionado con el impuesto al carbono. “Se limitó la posibilidad de compensar nuestra huella con créditos de carbono del 100 ciento por ciento al 50 por ciento”.
Ahora, justamente la nueva propuesta para modificar el Estatuto Tributario plantea aumentar el valor del impuesto al carbono, lo que, según Álvarez, “se suma a la existente limitación de compensación con créditos de carbono, presionando al alza nuestros costos operativos”.
El paro camionero dio su coletazo a los empresarios. Durante cuatro días, los bloqueos en diversas vías del país ya empezaban a pasar cuentas de cobro, complicando el abastecimiento de productos, como los combustibles. Mac Master aseguró que quedó con un sinsabor, pues cada día de protesta social e inmovilización resulta muy costoso, con el agravante de que no se resolvió el problema fiscal que lo motivó.
Los problemas no se detendrán, lo clave es enfrentarlos para evitar así que la incertidumbre no haga de las suyas. Por eso, desde el sector de las comunicaciones, Juan Carlos Archila, presidente de Claro, estima que el país necesita enfocarse mejor en sus oportunidades. “Estamos inmersos en una serie de discusiones que impiden que todos vayamos en la misma dirección (la del desarrollo)”.
Aunque las telecomunicaciones han sido altamente afectadas por una fuerte caída en las tarifas, en el 70 por ciento en los últimos años, debido a la competencia, manifestó que la desaceleración de la economía es relativa, por lo que le preocupa más el largo plazo, que es en lo que el país debe enfocarse. “El Gobierno define los parámetros hacia dónde quiere ir y el sector privado debe buscar adaptarse a esas realidades políticas y hacer lo mejor en lo económico”.
Pero es claro que requieren certezas, como la de la seguridad física, que hoy está en situación crítica. Y ni qué decir de la seguridad jurídica, algo que, a juicio de Archila, tampoco es nuevo. “Es algo urgente que se tiene que resolver para que haya confianza”.
De igual manera, calificó como “gravísimo” el tema de la seguridad energética, pero, al mismo tiempo, destacó la evolución que ha tenido el país, como lo muestra su golpeado sector, que se desarrolló en cobertura después de 2020.
Las tareas son muchas y nunca dejarán de existir, pero se pueden hacer si se apaga la llama de la incertidumbre. Al final, en un país, como en una empresa, o en un hogar, se necesita que todos pongan.