Aunque muchos expertos afirman que las declaraciones del presidente Gustavo Petro no deberían sorprender, ya que son las mismas que hizo durante su campaña electoral y, por el contrario, demuestran coherencia en su discurso, cada vez que realiza uno de sus controvertidos pronunciamientos enciende el debate.
Así, cuando esta semana desde Pitalito, Huila, dijo que quería “anunciar públicamente que comienza la renegociación del tratado de libre comercio (TLC) con Estados Unidos”, una de sus promesas de campaña, se volvieron a prender las alarmas. Empresarios, gremios, diplomáticos y académicos señalaron el riesgo que implica dicha maniobra comercial, en la que se daría “una pelea de tigre con burro amarrado”, dada la desventaja de Colombia frente a Estados Unidos.
María Claudia Lacouture, presidenta de la Cámara de Comercio Colombo Americana (AmCham Colombia), fue una de las primeras en advertir que renegociar el TLC significaría abrir la posibilidad a perder los beneficios de acceso privilegiado que tienen productos colombianos en Estados Unidos, así como contar con una proveeduría de insumos a precios menos competitivos para los colombianos.
Igualmente, Kathryn Rooney, chief market strategist de StoneX, red de servicios financieros de grado institucional y quien participó en el Congreso de la Andi, afirmó que gran parte de la confianza de los inversionistas internacionales que traen su dinero a Colombia se basa en la existencia de esos tratados comerciales. “Me parece un anuncio preocupante porque no se saben los términos del cambio que se busca y esa incertidumbre es fatal para las inversiones”.
Como ellas, muchos otros expertos levantaron la mano para alertar sobre los peligros de una renegociación del TLC y recordaron lo que le pasó a México cuando en 2018 renegoció su tratado con Estados Unidos y Canadá durante la era Trump. Luego de unas duras negociaciones, entre otros cambios, se endurecieron las condiciones para la industria automotriz mexicana.
Vuelve la calma
Después del anuncio de renegociación de Petro, el ministro de Comercio, Germán Umaña, aprovechó el Congreso de la Andi para aclarar que no se hará una renegociación del TLC, sino una revisión, calificando todo lo sucedido como un “drama”.
“Desde el principio de este gobierno nos reunimos con la representante del Departamento de Comercio de los Estados Unidos y definimos una metodología para analizar el TLC tras más de diez años de su implementación, revisando cada uno de sus capítulos”, aseguró. Y precisó que existe una comisión administradora del tratado a la cual se llevarán los análisis que se hagan para tomar decisiones conjuntas entre Estados Unidos y Colombia, que servirán para mejorar las condiciones del TLC.
“¿Eso qué significa? Que vamos a negociar finalmente dentro del marco legal y con un análisis consciente de lo que se ha hecho hasta ahora y fue lo que claramente dijo el presidente Petro. Tal vez le puso el ‘re’ a la negociación que estamos preparando para buscar equilibrios en el comercio entre ambos países”, añadió Umaña, al tiempo que enfatizó que por ahora el Gobierno colombiano no está pidiendo una renegociación, sino revisando el tratado, “pues si uno firma acuerdos es para cumplirlos, respetarlos y aplicarlos”, puntualizó.
Inmediatamente, voces críticas como la del exministro de Hacienda y de Comercio José Manuel Restrepo celebraron que no sea una renegociación, sino una revisión. “¡Primó la cordura!”, publicó en su cuenta de Twitter y felicitó al ministro de Comercio por “dar claridad y seguir el camino de la sensatez en el marco de los instrumentos de comercio exterior”.
El florero de Llorente
Los anuncios sobre la ‘renegociación’ del TLC los hizo el presidente Petro mientras criticaba el modelo económico implementado en Colombia, al que culpa de la caída de la producción de maíz, un alimento ancestral que se puede producir en casi todo el país. “Hoy importamos casi todo el maíz de los Estados Unidos y del Canadá (...). Si yo quisiera reemplazar ese maíz por maíz colombiano sembrado, tendría 1,2 millones de puestos de trabajo más, es decir, trabajo, es decir, riqueza”, sostuvo el mandatario, pero dijo que eso no se podía hacer porque “lo prohíbe el TLC con los Estados Unidos”.
Henry Vanegas, presidente de Fenalce, gremio de los productores de cereales como el maíz, coincide con el jefe de Estado en que con el TLC se redujo el área sembrada de maíz. Estima que antes del tratado era de unas 560.000 hectáreas y ahora es de menos de 400.000 y atribuye esta situación al hecho de que el acuerdo favoreció más al sector pecuario que al agrícola, pues, mientras que el primero ha venido creciendo, el segundo se encogió. Como ya no pudo atender la mayor demanda de maíz de avicultores y porcicultores, estos han preferido el producto importado.
“En esto no ha habido equidad, pues existe protección para el producto terminado (trozos de pollo) y no para el productor primario de maíz, que es el eslabón más débil de la cadena y que compite con las importaciones. Los avicultores hicieron más lobby y lograron una protección del 95 por ciento, mientras el maíz tiene un arancel del 0 por ciento y debería ser siquiera de 15 por ciento”, aseguró este dirigente gremial, quien explicó que los cultivadores locales no producen más porque hay un tratamiento preferencial tributario para el maíz importado. Se refiere a que los productores pecuarios, al ser exentos del IVA, le piden a la Dian que les devuelva el IVA que le pagaron al importador, el cual, además, no paga cuota parafiscal como sí lo hace el cultivador nacional, y en su concepto esa es la mayor desventaja.
Otra opinión tiene Jorge Enrique Bedoya, presidente de la SAC, quien confirmó que el sector pecuario efectivamente ha crecido bastante, pero también se enfrenta a la competencia importada. De hecho, el 25 por ciento del mercado de cerdo en el país es de origen estadounidense. Agregó que ese crecimiento de las industrias porcícola, avícola y piscícola genera una oportunidad para producir más maíz en el país, dado que se traen 5 millones de toneladas del exterior (no solo de Estados Unidos porque también llega de Brasil y Argentina), pero acá solo se produce un millón de toneladas.
“Creo que eso no se ajusta subiendo los aranceles al maíz, pues inmediatamente subiría el precio de la proteína animal que se vende en el país, sino evaluando el modelo de negocio de este cereal. Se necesita asegurar un volumen importante para los compradores, que en sus procesos de producción demandan miles de toneladas”, explicó. Dijo que hay que aumentar la productividad de los pequeños cultivadores. Con el respaldo del Gobierno, podrían lograr economías de escala y adoptar la mecanización.
“Antes que pensar en una renegociación o una revisión del TLC, lo que hay que mirar es por qué no se produce más”, insistió Bedoya.
Mientras que el presidente de Fenalce considera acertadas las proyecciones del presidente Petro con respecto al empleo que se puede generar si se siembra más maíz, su homólogo de la SAC dice que para producir en mayores cantidades la clave está en la mecanización y eso implica menos jornales.
Por su parte, Lacouture, de AmCham, aclaró que el TLC no prohíbe producir determinados productos, “por el contrario, facilita el comercio para aquellos en donde haya más competitividad”.
Vuelve un debate que merece atención y consideración. Ojalá que concluya con modificaciones que contribuyan al bienestar del país.