Aterrados quedaron los directivos chinos que construirán la primera línea del metro de Bogotá, al enterarse de que delincuentes se hacían pasar por funcionarios de la empresa para ofrecer falsos trabajos y engañar a los colombianos.

No podían creer la modalidad utilizada por los estafadores: un grupo de ciudadanos denunció que usaron el nombre y las vacantes publicadas por el consorcio para hacer trampas. Además de obtener la información de manera indebida, lo más grave es que lograron estafar cobrándoles a muchas personas que buscan empleo.

“La empresa está redoblando sus esfuerzos para dar a conocer a la población los canales oficiales de la compañía y así trabajar de la mano para evitar esos delitos”, dijo Wu Yu, representante legal del consorcio Metro Línea 1.

Lo que para muchos era una oportunidad de oro, se convirtió en una novela de horror. Lo peor: es solo uno de los cientos de casos de fraudes con los cuales los malhechores están haciendo su agosto en plena pandemia. Y en su mayoría, por canales digitales.

Valiéndose de la necesidad de trabajo o de ingresos, utilizan diferentes modalidades que involucran compañías y marcas reconocidas, con ofertas de empleo ficticias y préstamos milagrosos. Así han engañado a incautos por todo el país.

A las trampas con empleos en el metro de Bogotá se sumó hace unos días el uso fraudulento de marcas como Tostao’, Avianca, Colanta y Ecopetrol, y de entidades como el Instituto Nacional de Vías, varias concesiones de vías 4G y hasta el propio Ministerio del Trabajo.

Los delincuentes han aprovechado todo tipo de sectores y ofertas para pedir dinero a cambio de, supuestamente, interceder en los procesos de contratación.

Si bien para algunos puede ser evidente el engaño, para otros la necesidad es mayor y pasan inadvertidos los anuncios. Estos se han tomado los canales digitales: desde redes sociales como Facebook, Twitter e Instagram hasta WhatsApp, donde se hacen pasar por las firmas contratantes y contactan a sus víctimas vía chat.

Mediante documentos que parecen legítimos e incluyen logos de autoridades o empresas, frases elaboradas y ofertas tentadoras, las estafas se distribuyen en grupos de ciudadanos dispuestos a dar todo por un trabajo. El alto nivel de desempleo que trajo consigo la crisis sanitaria, la pérdida de ingresos y la necesidad se convirtieron en el coctel perfecto para los bandidos.

Por medio de convocatorias de trabajo falsas, los estafadores roban datos personales y los usan para cometer otros delitos. | Foto: Jobtips

El tema ha crecido tanto que esta semana el Ministerio del Trabajo salió a encender las alarmas y en un comunicado de advertencia aseguró que “dados los efectos de la pandemia y lo que esto ha significado en la pérdida de los puestos de trabajo en el país, mucha gente inescrupulosa está publicando ofertas de empleo fraudulentas, y haciéndolo a nombre de reconocidas empresas”.

En la mayoría de casos, las personas se postulan a las falsas promesas convencidas de que deben pagar para tomar exámenes médicos, recibir certificados e incluso practicarse pruebas de covid-19. Nada más alejado de la realidad. Los trámites son responsabilidad de los empleadores y, en ningún caso, pueden trasladarse a los aspirantes, advierte MinTrabajo.

La cosa no para ahí. Los criminales han creado páginas web similares a las de Ingreso Solidario y a las de subsidios de vivienda del Gobierno, en las que prometen incluirlos en las bases de datos para recibir los auxilios. Por una ‘módica suma’ les prometen cupos de apoyo y hasta ayudas más elevadas. En una estrategia organizada, distribuyen masivamente los enlaces falsos vía WhatsApp y, en muchos casos, logran captar información e incluso dinero de los ciudadanos.

En el caso del Invías, la situación va por dos lados. Por uno, les han dicho a pequeños y medianos empresarios que les ayudarán a obtener contratos con dicha entidad. Por otro, han intentado estafar a alcaldes y funcionarios argumentando que pueden acelerar sus postulaciones al programa Colombia Rural, con el cual se busca contratar miles de vías terciarias en el país.

Se trata de una política de Gobierno cuya convocatoria aún no ha sido abierta y, en todo caso, no requiere de la intervención de terceros.

Este tipo de estafas ha afectado también a entidades como la Dian, con el agravante de que el pago de impuestos es considerado por muchos como un ‘coco’. El nombre de la institución tributaria ha sido usado en tres casos de timos recientemente. El primero, ilusionando a contribuyentes con supuestas devoluciones de saldos a favor, que a más de uno le caerían como anillo al dedo. El segundo, captando datos sensibles por medio de una página falsa de firma electrónica. Y el tercero, con supuestas ventas de mercancías provenientes de remates o incautaciones. Estos productos los ofrecen a precios irrisorios y les dan apariencia de legalidad con logos de las entidades de control y de la policía.

Y debido a que hay tantas modalidades como números de incautos, muchos de estos han perdido lo que les quedaba de liquidaciones laborales o ahorros, y la posibilidad de recuperarlo luce remota. Este silencioso y constante robo de datos y dinero ha crecido como espuma en la pandemia. La necesidad y las redes han sido determinantes para que sea tan efectivo y retorcido.

Según el informe ‘Riesgo y fraude 2020’, de la consultora Kroll, las presiones económicas que están suscitando la crisis sanitaria pueden aumentar las posibilidades para los que le juegan a la ilegalidad.

Mediante canales digitales, los delincuentes sacan provecho de la necesidad de empleo y dinero de las personas. | Foto: Jobtips

Pirámides 2.0

Capítulo aparte merecen las estafas y pirámides que involucran el robo de dinero. En este punto, las superintendencias de Sociedades y Financiera y la Fiscalía tienen las alertas prendidas. Esta semana, el ente investigador dio con Rolando Herrera, un estafador que alcanzó a captar más de 400 millones de pesos. A través de Instagram, Facebook y páginas web, el presunto delincuente ofrecía computadores Mac a bajos precios. Los usuarios, atraídos por las promociones, le consignaban todo o una parte del dinero con el fin de recibir los equipos. Estos nunca existieron y mucho menos llegaron a manos de los ciudadanos.

Como si fuera poco, las pirámides están resurgiendo. Más de una década después de la captura del cerebro de DMG, David Murcia, las autoridades están detectando vestigios de este escándalo. El modus operandi es el mismo: prometen altas ganancias en el corto plazo, siempre y cuando se vincule a más personas al esquema.

El problema es que con la masificación de internet y las redes sociales, las largas filas y ventas de bienes, como sucedió con DMG, quedaron atrás. Según la Superfinanciera, las convocatorias se hacen en grupos cada vez más cerrados y chats privados. Las sumas de dinero en dichos esquemas arrancan en 20.000 pesos y van hasta 4,8 millones, que, por supuesto, terminan engordando el bolsillo de los estafadores.

Las sumas de dinero en dichas pirámides arrancan en 20.000 pesos y van hasta 4,8 millones, que, por supuesto, terminan engordando el bolsillo de los estafadores | Foto: Jobtips

“Algunos lo llaman donación, que luego, supuestamente, es retribuida en hasta ocho veces el valor entregado. Pero al final es la misma cuota para entrar a la pirámide (…), así se disfracen de mandalas o ayudas mutuas”, explicó José Camilo Torres, director de Control del Ejercicio Ilegal de la Actividad Financiera de la Superfinanciera.

En estos casos, el riesgo de quedarse sin el dinero es mayor. Por un lado, porque se puede perder la totalidad de aportes. Y, por otro, porque el hecho de invitar a más personas a unirse puede ser causal de una investigación penal por captación ilegal.

Si bien los funcionarios al mando trabajan 24/7 para contener a los delincuentes, muchos están por fuera del radar. Justo en el momento en que la gente más necesita un empleo o una ayuda social, los dueños de lo ajeno están aumentando su capacidad de engaño. No hay derecho…