SEMANA: ¿Cómo están viendo el cierre de este año después de conocerse el resultado del segundo trimestre, del 0,3 %, que prendió las alarmas cuando fue muy cercano a cero y algunos empezaron a ver amenazas de recesión?
ANDRÉS LANGEBAEK (A. L.): Tenemos un estimativo de crecimiento para este año del 1,1 %, lo cual obviamente demuestra que la economía colombiana está en una desaceleración. Recordemos que el año 2022 habíamos crecido 7,3 %. Lo que estamos viendo es el resultado de un ajuste en el crecimiento de la economía colombiana. Recordemos que Colombia creció mucho en 2021 y 2022. Nuestros crecimientos fueron del 11 y del 7,3 %. América Latina en ese mismo periodo creció 7,9 y 3,9 %. Nosotros crecimos muy por encima de América Latina. Lo hicimos generando unos desajustes en la economía colombiana muy fuertes: un déficit fiscal fuerte, una inflación bastante elevada. Por lo tanto, el 2023 sabíamos que se iba a comportar así. De hecho, al examinar las proyecciones del año pasado, creo que le vamos a pegar casi que al centavo al crecimiento de la economía, porque las tasas de interés han venido subiendo, el déficit fiscal ha venido bajando. Estamos en la corrección de buena parte de esos desequilibrios macroeconómicos y eso explica que la economía colombiana no crezca mucho, pero no lo considero tan mala noticia.
SEMANA: ¿Por qué?
A. L.: Si acumulamos el crecimiento 2021 a 2023, la economía colombiana sigue siendo una de las economías que más ha crecido después del covid y eso creo que es muy importante. Es un soft landing (aterrizaje suave), no esperamos que haya recesión, simplemente un crecimiento más bajo que el que teníamos, que como digo, no era sostenible.
SEMANA: Hay un escenario en el que todavía hay algunas alertas y alarmas encendidas, que es el tema de la inflación. Se nos viene un fenómeno de El Niño donde habrá presión sobre alimentos, sobre tarifas de energía. Hay un tema de arriendos y sigue el incremento en los precios de la gasolina. ¿Qué tanto va a persistir el tema de inflación? ¿Cómo cerrará el año en tema de inflación?
A. L.: Este es un tema que es particularmente importante en ciertos países de América Latina. A nosotros se nos olvida, pero durante los años setenta y los ochenta y los primeros cinco años de los noventa, tuvimos tasas de inflación bastante altas y eso nos obligó a ir desarrollando unos mecanismos de indexación de precios que son muy complicados. Tengo a mi cargo el seguimiento no solamente de la economía colombiana, sino de otros países en la región, especialmente países centroamericanos, y encuentro que esos mecanismos de indexación, que son muchos para la economía colombiana, que tienen que ver con el salario, con las tarifas de servicios públicos, con los arrendamientos, con las matrículas y pensiones en colegios privados, no es algo necesariamente observable en todos los países de América Latina. Fueron países que sufrieron altas inflaciones como Chile, Brasil, Argentina, Perú, los que tienen estos mecanismos de indexación desarrollados. Entonces, obviamente, cuando eso ocurre, el haber incrementado el salario mínimo en 16 % para este año, el tener, un fenómeno climático que ha sido más severo de lo que inicialmente habíamos esperado, el fenómeno de El Niño, que en la mayor parte de las regiones del país produce déficit de lluvias, pues obviamente ha generado problemas de inflación. Nosotros creemos que la inflación debe estar terminando el año entre un 9,8 y un 10 %. Sigue siendo alta en términos de los estándares de América Latina y, sin duda, es un desafío también grande para la política monetaria, porque entre más incrementemos el salario mínimo, entre más sea la inflación terminal de 2023, pues las presiones vía indexación de precios para 2024 seguirán siendo importantes.
SEMANA: Si la inflación termina 2023 en dos dígitos, le va a pegar al salario mínimo y por lo menos a arriendos...
A. L.: Sí. Nosotros estimamos en el libro precisamente que el incremento del salario mínimo debe estar alrededor del 11,8 %. Claro, es bastante menor el que tuvimos para este año, pero sigue siendo un incremento no despreciable que genera un impulso inflacionario, especialmente en los primeros meses del próximo año.
SEMANA: ¿Cómo está viendo el tema de tasas de interés?
A. L.: Vimos que ya el pulso en la Junta Directiva del Banco de la República se está dividiendo para empezar la senda de disminución de tasas de interés.
SEMANA: ¿Usted cree que vamos a tener reducción de tasas de interés este año?
A. L.: No. Nosotros pensamos que con estas preocupaciones inflacionarias que estamos viendo para el cierre de 2023, pero especialmente con el compromiso que el Banco de la República ha mostrado en una forma férrea en relación con cumplir la meta de inflación en 2024, no. Realmente, no vamos a ver reducciones de tasas en este año. Y, de hecho, en las primeras reuniones de 2024 tampoco veríamos reducción de tasas. Cuando yo comparo las proyecciones que nosotros tenemos en el libro frente a otros colegas, creo que lo que nos diferencia es eso. Nosotros creemos que el Banco de la República tiene un compromiso que va a ser férreo en términos de alcanzar la meta de inflación el próximo año, pero eso de alguna manera se hará a costa de un menor crecimiento económico. También frente a lo que mis colegas están estimando.
SEMANA: El otro indicador que es muy sensible es el dólar. ¿Cuál es su visión del comportamiento que tiene?
A. L.: Esa es una pregunta que pone siempre en aprietos a los analistas y a los economistas. Diría algo que es muy importante y que hay que tener presente. Colombia perdió en el año 2021 su grado de inversión. Y el haber perdido el grado de inversión tiene una consecuencia práctica cotidiana: y es que la volatilidad de la tasa de cambio es mucho más alta. Nosotros hemos hecho varios ejercicios mirando la volatilidad que tienen países como México, que es grado de inversión, y Colombia. Y claramente nos da que en nuestro país es mucho más alta. No era así cuando teníamos el grado de inversión, es decir, la caída en el grado de inversión limita la cantidad de inversionistas extranjeros que pueden venir a Colombia y, por lo tanto, nos vuelve más vulnerables a los vaivenes, tanto a los cambios en la política monetaria global como a factores internos que incluyen desde riesgo político, situación que tiene que ver con la política monetaria del Banco de la República y el mismo crecimiento económico. Afectan mucho más que antes. Es decir, la tarea para los economistas hoy en día es mucho más compleja que la que teníamos cuando el país era grado de inversión. Vemos algunos factores a la baja en términos del precio del dólar. Estos factores tienen que ver con el escaso crecimiento económico que vamos a tener. Estimamos que Colombia crecerá el 1,3 % el próximo año.
Y ese crecimiento que es relativamente bajo induce una baja demanda por importaciones y ese es un factor que hace que la demanda por divisas no aumente mucho y eso es un factor que hace más bien que el dólar no suba tanto.
Pero hay otros factores que estamos viendo que son factores alcistas. Entre ellos vemos una política monetaria en los Estados Unidos que puede indicarnos un incremento de tasas hacia el mes de noviembre de este año y eventualmente un incremento adicional de tasas en 2024. Estamos viendo adicionalmente un mundo que probablemente está creciendo menos en 2024 y eso tiene unas consecuencias adversas por el lado de los precios del petróleo. El petróleo es tal vez el commodity más sensible a las expectativas de crecimiento global. Hay algunos otros. El precio del cobre también está muy relacionado con eso. Pero el petróleo es claramente una materia prima que refleja mucho las expectativas de crecimiento. Lo que sucedió la semana pasada es la confluencia de dos elementos: uno que ya habíamos visto desde hace unos días cuando la FED dijo: ‘Ojo, es probable que incremente tasas de interés para Estados Unidos en la reunión de noviembre’, lo cual ha hecho que el dólar se aprecie a nivel global y particularmente en esa semana lo que vimos fue un precio del petróleo a la baja como resultado de la expectativa de un menor crecimiento global y el reconocimiento por parte de Rusia de que no va a poder cumplir con sus recortes de producción que había prometido en el marco de la Opep +. Resumiendo, un poco lo que creemos que puede pasar con la tasa de cambio es que en 2023 estaríamos hablando de mucha volatilidad de la tasa de cambio, pero con un nivel promedio cercano a los 4.320 a 4.350 pesos.
SEMANA: ¿Qué tanto está pesando en este comportamiento de la economía y en el del dólar las tensiones internas y las decisiones políticas en Colombia? El tema de las reformas, los anuncios que ha hecho el Gobierno que piensa modificar la regla fiscal y algunas funciones al Banco de la República... ¿Eso también pesa dentro del escenario macro del peso de la economía y de lo que pueda pasar con una de un indicador como el dólar?
A. L.: Sin duda. Recordemos que la economía colombiana el año pasado fue una de las que presentó mayor devaluación de la tasa de cambio. Y si bien vimos que hubo fenómenos globales como la apreciación del dólar tan fuerte hasta el mes de octubre del año pasado, también obviamente la elección de un gobierno de izquierda generó mucha preocupación y lo hemos observado, por ejemplo, en los flujos en la balanza cambiaria, donde hemos visto salidas de capitales de colombianos hacia el exterior. Pero también hay que reconocer que precisamente en este tema de riesgo político hemos tenido unos desarrollos muy importantes en este año.
Hemos visto fallos del Consejo de Estado en contra de un decreto del Gobierno para regular el tema de tarifas de energía. Hemos visto recientemente el fallo de la Corte Constitucional sobre el tema de la emergencia económica en La Guajira. Hemos visto el Congreso exigiendo un mayor análisis y profundidad en términos de los impactos de las medidas propuestas. No resulta conveniente que uno apruebe una reforma, por ejemplo, al sector de la salud sin entender muy bien cuáles son las implicaciones desde el punto de vista de los costos, desde el punto de vista de la eficiencia, desde el punto de vista de los riesgos que el sector público asuma funciones para las cuales podrían no estar preparado. Y hemos visto debates que son muestra de una madurez institucional en Colombia que ha sido destacada por las calificadoras de riesgo y que obviamente también ha significado que Colombia sea uno de los países con mayor apreciación de la tasa de cambio en este año. Así que sí, el riesgo político es importante. Lo hemos podido observar en lo que ha pasado con nuestra tasa de cambio en este año, pero también es mucho más difícil de predecir qué es lo que va a pasar en términos de las iniciativas y este tipo de cosas.
Sobre el tema específico de los cambios en la regla fiscal, el ministro Bonilla fue bastante claro en decir: ‘Mire, obviamente modificar la regla fiscal es una cosa mucho más compleja que lanzar una idea al aire, implica un consenso al interior del gobierno, que sería lo que quisieran. Incluye la elaboración de un proyecto de ley, incluye ese paso de ley por el Congreso, que ya sabemos que tampoco es sencillo’. Yo sobre ese tema particularmente no vería conveniente y creo que es una buena manera de ratificar la confianza de inversionistas extranjeros y de nacionales en Colombia. Yo no vería tan oportuno intentar modificar la regla fiscal. Me parece que la última regla fiscal tiene muchas ventajas frente a la regla fiscal, la seguridad que teníamos anteriormente. Garantiza la convergencia en el largo plazo de la deuda a un, a un umbral cercano al 55 %. Y todo eso es muy positivo para Colombia. Tener excesos de deuda, como lo sabe cualquier persona que ha tenido un crédito en su vida y que ha que ha sido un excesivo, pues es una situación que genera vulnerabilidades.
Así que esa regla fiscal fue redactada analizando las mejores prácticas en el mundo. Sobre eso, el Comité Autónomo de la Regla Fiscal es ya una institución, no es simplemente un cálculo, es una institución que vela por el buen comportamiento de las finanzas públicas. Así que esa es una institución, es parte de la institucionalidad en Colombia y creo que pues eso llegó para quedarse y celebramos que sea así.
SEMANA: ¿Y frente al cambio de funciones del Banco de la República en el sentido de que no se enfoque solo en la inflación, sino también en temas de crecimiento o empleo?
A. L.: El mandato del Banco de la República es bastante claro. No solamente la ley de creación del banco, la propia Constitución, sino fallos de la Corte Constitucional y es un mandato dual. Yo te diría que en Estados Unidos también es un mandato dual y creo que todos los banqueros centrales terminan sopesando ambos temas. En el caso particular de Colombia, sin embargo, yo quiero remontarme al hecho de que la economía colombiana haya crecido tanto en 2021 y 2022.
Yo creo que precisamente eso demuestra que hubo preocupación por no estrangular la recuperación económica después del covid, pero que lamentablemente llegamos a unos niveles de inflación que son muy altos. Recordemos que, en este tema de altas inflaciones o medianas inflaciones, por lo general son los pobres los que más sufren en procesos de esta naturaleza. Entonces, yo creo que aquí no solamente estamos hablando de que el Banco de la República ha sido responsable en el manejo monetario de Colombia, que sigue siendo responsable, que tiene en cuenta no solamente el crecimiento y la inflación, sino que incluso tiene consideraciones en términos de redistribución del ingreso y de entender que no todos los agentes económicos en la economía tienen la posibilidad de reajustar sus ingresos al mismo ritmo que el salario mínimo, por ejemplo.
Nosotros estamos en una informalidad muy grande del mercado laboral y muchos de esos empleados informales o trabajadores informales por cuenta propia tienen dificultades en hacer que sus ingresos se eleven en la misma proporción del salario mínimo.
SEMANA: Sigamos mirando proyecciones. ¿Cuál es el estimativo de crecimiento que ustedes tienen para 2024?
A. L.: 1,3 %. La gente me tilda de pesimista, muchos de mis colegas están un poco más elevados, pero yo tengo, al igual que las proyecciones del Banco de la República, en consideración en mis proyecciones la práctica seguridad de que el Banco de la República va a hacer todo lo necesario para que la inflación en Colombia sea del 3 % o entre el 3 y el 4 % al finalizar 2024. Así que tengo la mala noticia de tener un menor crecimiento que mis colegas, pero sí tengo también la buena noticia de que mis proyecciones de inflación son más bajas que las de otros analistas.
SEMANA: ¿Qué va a mover la economía el año entrante? ¿Qué estamos esperando que se mueva en lo que resta de 2023 y en 2024? ¿Qué va a pasar con el gasto público?
A. L.: Creo que 2023 ya cierra con unas tendencias bastante claras. Tenemos por el lado del gasto, como decimos los economistas, tenemos un ajuste importante en el crecimiento del consumo de los hogares. El crecimiento del consumo de los hogares al finalizar el año 2022 era cercano al 9,2 % y ahora tenemos un crecimiento que es muy, muy inferior, cercano al 1 %. Entonces, tenemos un ajuste importante. Vemos también una caída en la inversión privada, especialmente, y para el próximo año nosotros creemos que el consumo de los hogares va a verse favorecido, hay factores a favor y en contra del aumento en el consumo privado. Uno de los factores a favor es la desinflación. Si nosotros tenemos una inflación del 3,9 % en 2024, pues va a haber mucha gente que sobre todo tiene salarios vinculados al salario mínimo, que van a ver un aumento en el poder adquisitivo del salario. Sin embargo, vamos a tener tasas de interés más altas, lo que significa que algunos sectores, especialmente productores de bienes durables, incluyendo la construcción de vivienda, que van a seguir afectados en el próximo año.
Dentro de las perspectivas sectoriales, sin duda, el sector que más nos preocupa es el sector de la construcción de edificaciones, para el cual tenemos una caída que es considerable, es una caída del 6,2 %, pero también estamos viendo un incremento importante de la inversión pública, que crece en el acumulado de 2023 y 2024, un 40 % en términos reales. Ese es un crecimiento importante que puede compensar en algo la caída que estamos viendo en la inversión privada.
SEMANA: ¿Qué están viendo en el comportamiento global? Las importaciones y las exportaciones en Colombia vienen cayendo…
A. L.: En el caso particular de exportaciones, ahí hay una buena noticia, y es que hasta hace pocas semanas la probabilidad de una recesión de la economía norteamericana era muy generalizada, o por lo menos veíamos al interior de los analistas en Estados Unidos una división muy grande entre quienes afirmaban que sí habría recesión y quienes no. Hoy en día, con base en lo que estamos viendo de crecimiento para Estados Unidos, las probabilidades de una recesión en Estados Unidos son más bien bajas. El estimativo de crecimiento para esa economía es un poco menos optimista que el que tenemos para este año. Este año la economía de Estados Unidos puede crecer al 2,1, el próximo año a 1,5, pero la gran ventaja es que Estados Unidos tendría una baja probabilidad de recesión y eso es algo positivo, sobre todo para las exportaciones no tradicionales. Cuando uno analiza la causa por la cual están cayendo las exportaciones en Colombia, sin duda son las exportaciones tradicionales las que no van tan bien, y muy particularmente centrado en los temas de carbón. El año pasado fue un año de grandes precios de carbón, este año es un año de ajuste. La guerra entre Rusia y Ucrania hizo que los precios del carbón se dispararan y Colombia aprovechó ese boom de precios exportando más volúmenes, este año, por el contrario, vemos caída en precios y caídas en los volúmenes, y también vemos un tema de café, que es algo menor, pero creo que tenemos buenas noticias en términos de lo que podría ser una cosecha cafetera un poco mejor en octubre, lo que estaríamos viendo este año algún repunte en esa producción.
Eso es importante. De todos modos, Colombia es un país que tiene que seguir mirando hacia el exterior desde el punto de vista de cultura empresarial, desde el punto de vista de estrategias y creo que hay muchas cosas por hacer.
SEMANA: Un tema adicional es el laboral. No deja de ser una paradoja que en medio de la desaceleración todavía mantengamos un desempleo en un dígito. ¿Qué es lo que está pasando en materia de empleo y un poco cuáles son las proyecciones que ustedes tienen para el cierre de 2023 y 2024?
A. L.: Es muy interesante. Voy a tomar un sector en particular, el sector industrial. Hay dos informaciones sobre el comportamiento del empleo en la industria, una es la encuesta de hogares donde el Dane va a hacer una selección, una muestra estratificada y donde están los estratos representados y va donde el jefe del hogar y le pregunta por cada uno de los miembros del hogar si está trabajando, si está buscando trabajo, si está estudiando y si está trabajando. Le preguntan en qué sector de la economía trabaja. Entonces uno encuentra que a nivel de la industria la encuesta de hogares, que es la que se hace a esos jefes de hogar, sugiere que no ha habido un deterioro en el empleo industrial. Sin embargo, otra fuente del empleo industrial es la encuesta mensual manufacturera, que es la que hace el Dane, ya no a los jefes de hogar sino a los industriales y ahí vemos caídas en el empleo. ¿Cuál es la explicación de por qué cae el empleo en la industria según la encuesta, según los industriales y por qué no cae según los hogares? Es que hay seguramente muchos trabajadores que han salido de las empresas, especialmente empresas medianas y grandes, pero han tenido la capacidad de reubicarse en sectores donde las empresas son más pequeñas o incluso en algunas actividades microempresariales con tamaños de empresas de muy bajo número de empleados. Eso puede estar también asociado a algún deterioro posible en la calidad del empleo, porque pasar de una empresa mediana, donde usualmente las normas laborales son un poco más generosas, a una empresa más pequeña puede significar un deterioro. Pero bueno, una de las cosas positivas que cabría señalar de todos modos de Colombia es que el ajuste en el empleo en Colombia ha sido mínimo.
Ahora, también quiero comentar algo. Hemos tenido realmente un crecimiento en el número de ocupados en Colombia en el último año, pero tenemos un crecimiento bajo. El crecimiento en el empleo ha sido superior al crecimiento en la producción, lo que indica que hemos tenido una caída en la productividad laboral en Colombia en 2023. Esto espero que sea tenido en cuenta a la hora de fijar el salario mínimo, porque no es lo mismo fijar un salario mínimo cuando hay aumentos en productividad a cuando hay caídas en la productividad, como es este año.