La celebración de la Navidad, como es costumbre, lleva a los colombianos a compartir en familia o con amigos y, este año, pese a la pandemia, las cosas no serán distintas. El licor es uno de los invitados, aunque sea para tomar una sola copa en el brindis de la Nochebuena. Pero en esta festividad, en muchas ocasiones, se cuela un invitado no deseado: el licor de contrabando, en el que hay un alto riesgo para la salud, pues al no existir ningún control sobre el producto, no hay garantía de su preparación. En otras palabras, puede ser trago adulterado.

La existencia de medidas adoptadas por la pandemia, como la ley seca, que establece restricciones para la venta de licores, puede ser el caldo de cultivo para que le metan ‘gato por liebre’.

Las autoridades están alertas en esta Navidad para evitar que se distribuya licor de contrabando aprovechando la ley seca

Y el tema no es menor. Hace más de medio siglo, en Bogotá ocurrió un caso trágico que hoy solo permanece en el recuerdo de las familias afectadas. Una fiesta que pretendía ser la celebración de una boda terminó convertida en un velorio. En el evento fallecieron los novios y otras cuatro personas que participaban del evento y tomaron un trago de licor adulterado. También hubo personas que quedaron ciegas.

¿Pero que tiene esa bebida que llega a las manos de los ciudadanos y causa tanto estrago?

La vía de llegada es el contrabando, del cual, según cifras suministradas por la DIAN sigue siendo un problema mayúsculo, pese a las fiscalizaciones y controles de las autoridades. En las estadísticas de la entidad, entre enero y noviembre de este año, las incautaciones de contrabando suman 167,2 millones de pesos, lo que implica un incremento del 106,4 %. De esa cifra, 1.753 millones corresponden a bebidas alcohólicas. Y, hay que tener en cuenta que estas incautaciones son solo una parte de la verdadera dimensión del mercado negro de productos.

En las fiestas clandestinas hay alto riesgo de que se mueva el licor de contrabando y adulterado.

El licor adulterado por lo general es preparado con metanol, una sustancia altamente tóxica que basta una sola dosis para que resulte fatal. Las afecciones van desde fuerte dolor de cabeza hasta daño cerebral, hepático, ceguera e incluso la muerte.

¿Cómo reconocerlo?

1. Antes de tener que llegar a reconocer si una botella de licor es adulterada, los ciudadanos deben evitar adquirir productos de contrabando. No solo porque no hay forma de saber si el licor ha sido adulterado, sino porque se está contribuyendo a la ilegalidad, que a su vez lleva a la afectación del comercio formal y, por esa vía, a la reducción de empleo.

2. Adquiera los productos en sitios conocidos y formales. Recuerde que la vida vale más que un descuento.

3. Uno de los principales signos de que un licor puede estar adulterado es el precio. Si le ofrecen un producto muy barato, tenga en cuenta que la producción de un licor, más los impuestos que deben pagar las empresas formales, es la que determina el precio promedio que ofrece el mercado, según el tipo de bebida.

4. Verifique las características externas del envase: tapa, banda de seguridad, sistema de cierre intacto y etiqueta.

5. Procure no comprar licor en ventas ambulantes. Más aún en esta coyuntura en la que habrá expendedores ilegales a granel tratando de aprovechar la vigencia de la ley seca.

6. En caso de que el envase sea de cartón con cubierta interior de aluminio, revise que las pestañas estén bien pegadas.

7. Anteriormente, verificar el registro sanitario era una garantía del buen producto, pero este sello también es objeto de falsificación: verifique que no presente enmendaduras, sobreescrituras o impresiones defectuosas.

8. Muy importante: si aun con todas esas prevenciones aplicadas antes de ingerir la bebida, una vez que la toma siente alguna sintomatología, como visión doble, dolor de cabeza y/o mareo, evite la automedicación. La recomendación puntual es dirigirse de inmediato al médico y guardar el resto de licor que se consumió para su análisis.

9. Ante cualquier hecho irregular, avise a las autoridades competentes.