Todo indica que lo peor de la pandemia en materia económica y social ya pasó. Indicadores recientes sobre crecimiento de la economía como el Producto Interno Bruto (PIB), la reducción en la abultada tasa desempleo del año pasado y esta semana el Pulso Social del Dane, que muestran que algunas condiciones están mejorando para las familias más pobres del país, dan un parte de tranquilidad. No obstante, ese mayor crecimiento económico en lo que va del año sigue sin verse reflejado plenamente en el bienestar de los colombianos de a pie.

Sin duda, el reinicio de actividades productivas trajo consigo mayores ventas del comercio, expectativas más favorables para la construcción y perspectivas positivas para la industria y los servicios, entre otros sectores.

Llegar a niveles de desempleo del 10,5 % (reportados en 2019) todavía va a costar mucho trabajo. | Foto: ESTEBAN VEGA LR

Pero como el crecimiento económico se ha dado con bajas tasas de creación de empleo, muchos colombianos no perciben el bienestar o una mejora en sus condiciones de vida. Y eso abre una brecha que ya se ha convertido en una obsesión para los expertos y miembros del equipo económico del Gobierno, quienes buscan descifrar qué hay detrás de que las condiciones sociales sigan siendo adversas para millones, mientras el PIB avanza a buen ritmo.

No hay que olvidar que la economía se disparó en el segundo trimestre al crecer 17,6 por ciento. Sin embargo, las condiciones sociales y económicas de buena parte de los hogares siguen en el limbo. “Hay una alerta en la medida en que aquellos hogares que en 2020 estaban en condición de pobreza, hoy califican como peor su situación económica”, dice Juan Daniel Oviedo, director del Dane.

Eso sí, el panorama no es del todo oscuro. Comparado con un año atrás, mejoraron indicadores como la confianza de los consumidores y la percepción de los hogares sobre su situación económica. Así como la posibilidad de que los colombianos adquieran bienes básicos, como alimentos y vestuario. La perspectiva para los próximos 12 meses es cada vez mejor y apunta a que el país estaría ad portas de cesar la horrible noche de la pandemia y su golpe económico.

Capítulo aparte merecen puntos como el empleo y la posibilidad de comer tres veces al día. Sobre el primero, el grueso de los ciudadanos cree que no subirá, ni bajará, pero son cada vez menos quienes consideran que la creación de puestos de trabajo se reducirá en el país. Esto coincide con el proceso de reactivación, que comenzó hace un año, y que hoy no tiene marcha atrás.

Andrés Langebaek, director ejecutivo de Estudios Económicos del Grupo Bolívar, estima que si bien el desempleo este año tiene cifras mucho menos dramáticas que las que vivió el país el año pasado, “cuando miramos en una perspectiva de más largo plazo vemos que llegar a niveles de desempleo del 10,5 por ciento que tuvimos en 2019 todavía nos va a costar mucho trabajo”.

Sobre la posibilidad de comer tres veces al día, el panorama no es tan bueno. Si bien se ha reducido el porcentaje de familias que comen menos de una vez al día, las que lo hacen en dos ocasiones se mantuvieron en el 30 por ciento del total, a pesar de los avances en la reapertura y la entrega de ayudas.

Pero quizás las señales más positivas que dejó la más reciente encuesta de Pulso Social tienen que ver con la recuperación de la confianza. Para Langebaek, se trata de un indicador clave para impulsar la reactivación de la economía, porque este define las decisiones de compra de los consumidores: si sube la confianza, la gente está más dispuesta a consumir o invertir en bienes durables, y eso acelera el círculo virtuoso de la producción. Eso sí, advierte que la confianza ha mejorado, pero también podría tardar que llegue a niveles de 2019.

Estos resultados agridulces deben encender las alarmas del Gobierno nacional y de las autoridades regionales. Más cuando se está discutiendo una nueva reforma tributaria, que busca extender programas como Ingreso Solidario. En este momento es clave equilibrar las cargas entre la situación fiscal del país y las ayudas para la población pobre y vulnerable.

En este momento es clave equilibrar las cargas entre la situación fiscal del país y las ayudas para la población pobre y vulnerable. | Foto: Karen Salamanca

Que uno de cada tres hogares siga sin poder consumir sus tres comidas diarias todavía no es para cantar victoria.