Una de las caras más dramáticas que está dejando la pandemia es la que muestra la pobreza oculta en Colombia. Se le llama así a la situación que se presenta cuando una persona o grupo familiar que ha tenido ingresos, un buen nivel de vida y que inclusive ha acumulado un patrimonio inmobiliario como una casa o vehículos, pero por cuenta de un choque de ingresos enfrenta profundas dificultades económicas.

Ese es el caso de Roberto Torres, un odontólogo que por distintas razones ha tenido que enfrentar la crisis. Este bumangués recuerda que su familia logró un nivel de vida aceptable y migraron a la capital donde se instalaron en el barrio La Calleja, de clase media alta.

Torres primero estuvo vinculado como odontólogo a la EPS Colsubsidio y como docente en la Universidad del Bosque durante nueve años. Tuvo luego práctica privada y logró abrirse camino atendiendo a pacientes vinculados a Ecopetrol. Mientras tanto también logró mantenerse vinculado como docente a las universidades Javeriana y Santo Tomás.

“Los últimos diez años de mi vida laboral como odontólogo me dediqué a trabajar en la Unidad de Estética Dental de Marlon Becerra. Era la mano derecha de él en diagnóstico y enganche de pacientes. Trabajé con él hasta el año 2010”, explica.

En ese momento decide cambiar su vida, para compartir más tiempo con su familia y para hacerse a una carrera como empresario.

Adquiere varias franquicias de autolavado y logra tener éxito, tanto que el propio franquiciante le recompra los puntos que tenía en Bogotá y lo contrata para la tarea de ampliar la presencia de la franquicia a lo largo del país.

En la Ciénaga de la Virgen, viven decenas de miles de cartageneros pobres. La desocupación es evidente, como lo demuestra esta foto de un martes las 3 de la tarde

En 2015 renuncia y empieza la búsqueda de un nuevo trabajo. Y entonces la crisis empieza a dar sus primeras señales: acaba sus ahorros; empieza a hacer lo que él llama “gimnasia financiera” con las tarjetas de crédito y los cupos rotativos y a los nueve meses ya no tenía, literalmente, ni para hacer mercado.

Ahí las circunstancias se agravan: se divorcia y sigue su búsqueda incansable de trabajo, pero en todos los trabajos lo consideran sobrecalificado. Su éxito pasado era ahora su peor maldición. Intentó con la finca raíz, sin éxito, condujo Uber y por cuenta de los episodios de amenazas y ataques contra este servicio, dejó de salir a la calle con su carro.

Otro caso

Muy parecida es la historia de Eduardo del Castillo, un administrador que era propietario de un pequeño negocio de diseño y publicidad, que en 2002 entró en desgracia. Recuerda del Castillo que ese golpe fue contundente. Se quedó sin ingresos para cubrir sus necesidades más básicas: ni los colegios, ni los servicios públicos, inclusive ni para el mercado.

Del Castillo explica que como empresario cometió un error y fue no tomar decisiones a tiempo para hacer el ajuste en su firma y esto lo llevó a la quiebra.

El hecho de que un choque de estos signifique llevar a la pobreza a una persona muestra la enorme vulnerabilidad que tienen una parte de la población que ni siquiera habiendo tenido éxito empresarial puede cantar victoria.

De acuerdo con una investigación elaborada por la Secretaría de Integración Social del Distrito en 2019 y con base en los datos de la Encuesta Multipropósito de Bogotá (EMPB) 2017, la situación de pobreza oculta en la Capital es más grave de lo que muchos piensan.

En total hay un 16 % de hogares que sufren de la condición de pobres ocultos y hay casos dramáticos como Usme y Tunjuelito donde la pobreza oculta puede tener una incidencia del 30,7 % y 26,5 % respectivamente.

Se destaca que el estudio de la situación social de los capitalinos desde la perspectiva del Índice de Pobreza Multidimensional arroja que apenas 4,8 % de los hogares sufre esta condición.

Esto pone en evidencia una de las dificultades a la hora de estudiar el fenómeno y diseñar políticas para enfrentarlo: mucha de la incidencia de esta problemática no se identifica ni se revela a simple vista.

La personería realizó audiencia en la que la constructora se comprometió a solucionar los problemas.

Según la Secretaría, la forma como se caracterizó a estas persona tuvo en consideración los siguientes criterios: sufren de pobreza monetaria y de dos o más privaciones como baja calidad del empleo, personas mayores sin fuentes de ingreso, cuidado de otras personas del hogar, déficit de vivienda e inseguridad alimentaria.

El fenómeno también se presenta mucho entre los actores de televisión, teatro y cine.

Según Santiago Cabrera, director ejecutivo de Actores Sociedad Colombiana de Gestión, entidad que busca proveer de servicios a los actores colombianos, 67% de sus afiliados viven en zonas de estrato 3 y 4 y muchos de ellos, por cuenta de la pandemia han tenido que padecer condición de pobreza oculta.

La principal causa de esto es la intermitencia laboral, porque inclusive los mejores actores del país y los mejor remunerados, solo cuentan con empleo fijo durante cuatro meses al año. En la Sociedad les ayudan a los actores afectados con distintos subsidios tanto para su día a día como para el pago de seguridad social.

El problema es más generalizado de lo que se piensa, señala del Castillo, uno de los afectados, que duró en esa condición por cerca de ocho años y cuando logró ver luz al final del túnel, creó la fundación Colombia Comparte que ofrece ayuda para las personas en condición de pobreza “vergonzante”.

Cuenta una anécdota a propósito del tema: por cuenta de su problema, se acercó mucho al sacerdote de su parroquia que le ofreció la mano. Cuando ya salió de la crisis ese mismo sacerdote le preguntó que si tenía ropa de bebé que ya no utilizara, porque le podría servir a otras personas. Entonces fue cuando el párroco de su barrio le dijo: “es que una familia ‘vergonzante’ necesita esa ropa para uno de sus hijos”.

“Yo ni siquiera sabía qué era ‘vergonzante’ y menos aún que yo mismo había estado en esa condición”, relató Del Castillo. Con eso pone de presente que la situación siempre ha sido más generalizada de lo que se piensa, justamente porque las personas en esta condición o bien se niegan a aceptar su realidad o bien les da pena reconocerla.

Impactos y soluciones

Colombia Comparte ya ha dado ayudas a más de 315 familias de distintas formas, aunque recientemente han hecho énfasis en impulsar los emprendimientos, porque la mejor forma de ayudar es “crear caja”. Es decir, consolidar una actividad que les permita tener con autonomía ingresos.

Roberto Torres, uno de los afectados, dice que el principal problema es el golpe a la autoestima y la dificultad para ver luz al final del túnel. Insiste que en su caso, su éxito pasado fue un lastre a la hora de encontrar un nuevo trabajo, porque todos lo consideraban sobrecalificado. De ahí que es necesario combatir el problema generando posibilidades de ingresos a las personas afectadas.

Por ese lado, es posible concluir que en Colombia los emprendedores y personas de la clase media tienen una vulnerabilidad enorme frente al fracaso, porque al que le vaya mal en un negocio puede ser castigado con la pobreza. De ahí el miedo a emprender en el país. Es necesario pensar opciones para que, como ocurre en otros países, sea posible aumentar las tasas de éxito de los emprendimientos, lo que dependen exclusivamente de la capacidad de mantenerse vigente por un tiempo para lograr el punto de equilibrio.

Hay otras alternativas como las que acaba de reglamentar el Gobierno de Colombia: la hipoteca inversa o la renta vitalicia inmobiliaria. Con este mecanismo, una persona ya en edad adulta y que es propietaria de un inmueble, puede gozar de un ingreso que se negocia con una aseguradora. No obstante, hay críticas a este mecanismo, porque la capacidad de negociación de los propietarios no es mucha y existe el riesgo de que terminen haciendo una mala transacción para sus intereses.

El país está despertando a una realidad: la pandemia ha golpeado el balance de muchas familias y eso las ha llevado a la pobreza y a impactar su capacidad de financiar los consumos más básicos, como el mercado diario. El fenómeno se viene dando inclusive desde antes del confinamiento, lo que lleva a pensar que hay un problema estructural en la economía colombiana. Pero el fenómeno no afecta solo a las personas de los estratos bajos. En los estratos medios y altos se ha generalizado también la situación de pobreza oculta que afecta a personas que no están en el radar de las políticas sociales. Las alertas están encendidas.