SEMANA: ¿Cómo vio los datos de inflación de diciembre y de enero? ¿Lo sorprendieron?
Leonardo Villar: Sí, ambos sorprendieron al alza, y en una magnitud muy importante los de diciembre. Los de enero también fueron ligeramente superiores a lo que estábamos previendo y algo menores a los que estaban esperando muchos analistas.
SEMANA: ¿Por qué no cede la inflación en el país, cuando ya se está viendo que en otros países por lo menos empieza a darse el cambio en la tendencia?
L.V.: Hay un contraste entre lo que sucede en el caso colombiano y lo que pasa en nuestros pares de la región. En casi todos ellos y en los países avanzados se ha llegado ya al techo del proceso inflacionario y se está observando una desaceleración en el ritmo de crecimiento de los precios. En el caso colombiano esperamos que ese proceso empiece pronto, pero creo que hay al menos tres factores que explican por qué en Colombia nos hemos mantenido con una tendencia al alza durante más tiempo. El primero es que Colombia tuvo un exceso de demanda mayor que los demás países. Es claro que el crecimiento de la economía jalonado por la demanda en 2022 fue uno de los más altos del mundo. El segundo factor es que en el caso colombiano hemos tenido una depreciación del peso importante. El aumento en la tasa de cambio frente al dólar con respecto a hace dos años es del orden del 35 por ciento. Eso contrasta con países de la región como México, Brasil, Uruguay o Costa Rica, donde hubo apreciación de sus monedas en ese mismo periodo. En el caso de Chile y Perú ha habido algo de depreciación, pero en ambos casos de menos del 10 por ciento en contraste con nuestro 35 por ciento.
SEMANA: ¿Por qué se dio esa depreciación?
L.V.: Las razones de esa depreciación estuvieron vinculadas al deterioro fiscal que tuvimos en el año 2021 en términos relativos a otros países, lo cual condujo a que nos quitaran el grado de inversión. Más recientemente, en particular en octubre y noviembre de 2022, la incertidumbre generada por las dudas sobre el futuro de la explotación y la exploración de petróleo y de carbón colombiano generó una depreciación del peso más alta de la que en esos meses se estaba presentando para otras monedas.
SEMANA: ¿Cuál es el tercer factor que presiona la inflación?
L.V.: El tercer factor que explica la persistencia de una tendencia al alza de la inflación en Colombia es que tenemos unos mecanismos de indexación muy fuertes. Esos mecanismos se establecieron en las últimas décadas del siglo pasado, y se manifiestan por ejemplo en el sistema de fijación de salarios y, en particular, del salario mínimo, así como en las reglas que rigen el comportamiento de las tarifas de servicios públicos, en particular las eléctricas.
SEMANA: ¿Cuál es impacto que tiene el aumento del salario mínimo en la inflación?
L.V.: El aumento del salario mínimo busca recuperar el poder de compra de los trabajadores, que se deteriora por la inflación, lo cual es absolutamente legítimo y justo. En los dos últimos años la inflación se había subido fuertemente y era clara la necesidad de aumentar los salarios en forma compensatoria. La dificultad para el manejo de la inflación surge por cuanto en esos dos años el aumento salarial fue considerablemente más alto que la inflación observada, lo cual hace más difícil el proceso de reducción de esa inflación y genera fuerzas que tienden a estabilizarla en niveles elevados.
SEMANA: ¿Por qué no han funcionado medidas que ha tomado este Gobierno e, incluso, el anterior de desindexación del salario mínimo de varios bienes y servicios?
L.V.: En el caso de tarifas de servicios públicos, en particular las eléctricas, hemos tenido no solamente procesos de indexación muy fuertes, sino el impacto de un represamiento de aumentos que se aplazaron en períodos anteriores y que ahora tienen que ajustarse de manera doble. Algo similar sucede con los precios de la gasolina, que no se ajustaron cuando subieron los precios internacionales y deben ajustarse ahora de manera más fuerte, con impactos que tienden a estabilizar la inflación en niveles altos y complican el proceso de lucha contra la inflación.
SEMANA: Preocupan por un lado el incremento en los arriendos y, por otro, que según la Unidad de Riesgo, el invierno podría ir hasta mediados de año, pero para el segundo semestre ya algunos gremios de la generación de energía han dicho que viene un fenómeno del Niño. Vamos a pasar de un extremo a otro, ¿ese panorama lo inquieta?
L.V.: Las perspectivas que tenemos en el escenario central son de relativa normalidad en el comportamiento climático. Las probabilidades de un fenómeno del Niño este año están alrededor del 50 por ciento lo cual implica que no es el escenario básico para nuestras proyecciones. Confiemos en que no volvamos a tener problemas climáticos y que las dificultades de transporte que surgieron en la vía Panamericana entre Cauca y Nariño se solucionen rápidamente, como lo sugieren las noticias que hemos oído durante esta semana.
La proyección que tenemos en el banco, es que el proceso de reducción de la inflación empieza a darse relativamente pronto. Es cierto que por mecanismos como el que acaba de mencionar y lo que conocemos como la inflación básica, posiblemente seguirá subiendo durante unos meses más, pero creemos que la inflación de alimentos va a empezar a mostrar una notoria reducción muy pronto a la cual desde mediados del año aproximadamente se le uniría un proceso de reducción también en la inflación básica. Una vez empiecen ambos procesos a manifestarse los mismos sistemas de indexación ayudan a reforzar ese proceso y a que vayamos convergiendo hacia niveles mucho más bajos de inflación a finales de este año y hacia la meta que tenemos del orden del 3 por ciento a finales del año entrante.
SEMANA: Y la otra tensión son los bloqueos ya no naturales, sino sociales. ¿Eso también preocupa para el tema de inflación?
L.V.: No hemos visto por ahora impactos de ese tipo. Esperamos que la oferta de alimentos empiece a normalizarse. El año pasado esa oferta estuvo afectada por una producción muy baja. El sector agropecuario fue el único que tuvo un comportamiento extremadamente pobre cuando todos los demás sectores de la economía estaban creciendo muy bien. La esperanza es que este año se revierta esa situación y tengamos una producción de alimentos mejor. Los precios internacionales ya están ajustándose a la baja. La tasa de cambio ha tenido fluctuaciones, pero en términos generales se espera que no tengamos las presiones que tuvimos al alza el año pasado. Todo esto ayudaría a que los precios de los alimentos tengan un comportamiento favorable y que ello se empiece a reflejar en el dato de inflación de manera muy pronta.
SEMANA: Hay quienes dicen que la receta de subir las tasas para atajar la inflación no ha servido. Que había un tema internacional que nos estaba golpeando, que era un tema más de oferta que de demanda. ¿Cuál es su posición alrededor de esa crítica que le hacen al banco?
L.V.: Esa crítica tiene una base válida y es que al comienzo de todo este proceso hubo fenómenos de oferta que ayudaron a explicar parte de los incrementos en los precios. El problema de ese argumento radica en que no toma en cuenta que cuando la demanda crece más rápidamente de lo que puede aumentar la oferta, las presiones al alza en los precios se manifiestan en aumentos generalizados, tal como nos sucedió en Colombia en 2022. De allí surge la necesidad de apretar la política monetaria y de elevar las tasas de interés. En los argumentos que menciona no se plantea cuál es la alternativa a subir la tasa de interés. Los bancos centrales de la mayor parte de los países del mundo apretaron la política monetaria. Es muy difícil encontrar un país que haya dejado de subir las tasas de interés con el argumento de que “la inflación tiene unas causas de oferta”. Uno de los únicos casos en que se adoptó esa visión fue el de Turquía que insistió en bajar las tasas de interés a pesar de las presiones inflacionarias. La inflación en ese país está alrededor del 65 por ciento. Estamos hablando obviamente de datos previos a la tragedia que vivió ese país esta semana.
SEMANA: En las minutas de diciembre, hubo una mayoría que se fue por 100 puntos básicos, pero otra se fue por encima, argumentando que la inflación estaba muy alta, y otra dijo que apenas unos 25 puntos porque la economía se estaba desacelerando. Y pareciera que todos tenían la razón. ¿Qué pasó?
L.V.: Enfatizaría en la coincidencia de todos los miembros de la Junta en la necesidad de ajustar al alza las tasas de interés. Esa coincidencia ha estado ahí sistemáticamente durante el último año y medio. La magnitud en que hay que aumentarla es vista con ópticas diferentes por algunos que consideran que la desaceleración de la demanda ya es suficiente para garantizar que la inflación empiece a bajar. Otros consideran, que el hecho de que las expectativas de inflación estén por encima de lo que es consistente con la meta obliga a actuar de manera más contractiva en el frente monetario. Pero insisto que esas diferencias de percepción son en el margen y la coincidencia de todos los miembros de la Junta en las reuniones de diciembre y enero fue en la necesidad de aumentar la tasa de interés.
SEMANA: ¿Estamos llegando ya al techo de aumento en las tasas?
L.V.: El mensaje que se dio en la junta de enero es que estamos acercándonos a un nivel de tasas de interés con el cual se puede prever que la inflación vaya convergiendo hacia la meta.
SEMANA: Miremos un poco el tema del crecimiento de la economía. El Ministro de Hacienda afirmó que no habrá recesión global. ¿Usted está de acuerdo con eso? ¿Vamos a tener un aterrizaje suave o un barrigazo?
L.V.: Soy bastante optimista, tanto a nivel global como en el caso de Colombia. A nivel global se debate mucho sobre si hay o no hay una recesión de carácter técnico. La recesión de carácter técnico se define como un evento en el cual el PIB trimestral muestra caídas durante dos trimestres consecutivos. En Estados Unidos, desde ese punto de vista, estarían cercanos a una recesión de carácter técnico. Pero se trataría de un concepto de recesión muy alejado del que se maneja tradicionalmente. Lo cierto es que la tasa de desempleo de Estados Unidos está en 3,4 por ciento, el nivel más bajo de toda su historia, y tal como lo decía esta semana la señora Janeth Yellen, Secretaria del Tesoro americano, calificar eso de recesión puede ser un tecnicismo, pero no refleja el nivel de actividad que está teniendo la economía americana. Ese nivel de actividad puede no estar creciendo en los últimos dos trimestres, pero se encuentra en unos niveles tan altos que permite tener el desempleo en el mínimo histórico.
SEMANA: Pero en el caso colombiano, cuando uno mira las proyecciones del Banco de la República son las más bajas casi que todos los analistas, en un crecimiento para este año del 0,2 por ciento. ¿Qué está viendo el Banco de la República que no está viendo el resto del mercado?
L.V.: Yo destacaría que incluso si el crecimiento es como lo predice el equipo técnico del Banco de la República, de solo 0,2 por ciento, lo que estaríamos viendo en 2023 es un nivel de actividad que se estabiliza en niveles extraordinariamente altos alcanzados en 2022. En ese sentido, la situación tiene similitud con la que se observa en los Estados Unidos. Crecimos en 2022 a un ritmo del orden de 8 por ciento que no era sostenible. Ese crecimiento nos llevó a niveles de actividad que genera desequilibrios importantes, incluyendo presiones inflacionarias y un fuerte déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos. En esas circunstancias se hace necesario frenar un poco la economía. Pero un crecimiento bajo que no significa que el nivel de actividad sea bajo. El nivel de actividad seguiría siendo muy alto, similar al alcanzado en 2022 y mucho más alto del que cualquier analista hubiera proyectado hace unos años para 2023.
SEMANA: Seguramente este año podemos tener una recesión técnica en Colombia. ¿Cómo explicarle a la gente que no se asuste si tenemos dos trimestres de crecimiento negativo en un escenario en el que, como usted lo explica, podríamos tener una actividad productiva muy similar a la del año pasado?
L.V.: Creo que es un mensaje difícil de transmitir, pero muy importante: y es que no miremos tanto la variación en el ritmo de crecimiento sino el nivel de actividad económica. Ese nivel de actividad llegó a ser muy alto en 2022 y para que podamos seguirlo aumentando de manera sostenida hacia el futuro tenemos que estabilizarlo durante un periodo.
SEMANA: ¿Qué va a jalonar el crecimiento este año, cuando uno ve que el sector privado está a la expectativa de las reformas y cauto en las inversiones, pero por el otro lado ve a un Gobierno nacional con recursos y a gobiernos locales y departamentales que están entrando a su último año de gobierno?
L.V.: Yo creo que hay muchos elementos que ayudarán a mantener la actividad económica en niveles altos. Está la inercia de un dinamismo que, a pesar de que se está reduciendo, se mantiene de manera importante en el consumo y en la inversión. Hay unos entes territoriales que tienen recursos que típicamente gastan de manera más intensa en el año final de los mandatos de los alcaldes y gobernadores. Hay un desplazamiento de importaciones hacia producción interna. De hecho, los datos de noviembre pasado, que son los últimos disponibles, muestran una caída en las importaciones que contrasta con lo que sucedía a mediados del año pasado, cuando estaban creciendo por encima del 40 por ciento en dólares. Esa caída en las importaciones permite una reasignación de la demanda hacia productos internos que además están mucho más baratos, como consecuencia de la depreciación tan fuerte que hemos tenido. Hay también un comportamiento bastante positivo de las exportaciones no tradicionales. Todo esto puede ayudar a que la economía mantenga un ritmo de actividad razonablemente alto si bien su ritmo de crecimiento se desacelere, de tal forma que tengamos el ajuste requerido sin costos excesivos.
SEMANA: ¿Cree que las reformas propuestas por el Gobierno podrían afectar el crecimiento?
L.V.: Yo creo que las reformas hay que irlas analizando en la medida en que se vayan conociendo. Por lo pronto, la reforma tributaria que se hizo el año pasado está facilitando el cumplimiento de la regla fiscal, con una reducción importante en el déficit, que pasaría para el Gobierno central de 5,5 por ciento del PIB en 2022 a un 3,8 por ciento del PIB en 2023. Sobre las reformas que vengan en el futuro habrá que ver qué es lo que finalmente se presenta y qué se aprueba por parte del Congreso.
SEMANA: Se conoció el Plan de Desarrollo y digamos una de las grandes preocupaciones más allá de los temas puntuales son las facultades que se le iban a otorgar al Presidente. Quiero extrapolar un poco esa situación al tema del banco: ¿usted está tranquilo con el tema de la independencia del Banco de la República en este momento? ¿No ve ninguna preocupación alrededor de ella?
L.V.: Ninguna preocupación. Creo que el Gobierno ha sido absolutamente respetuoso de la autonomía del Banco.