Pese a que la futura vacuna contra el coronavirus no llegará pronto a Colombia y aunque el más reciente proceso electoral no fue acá, sino en Estados Unidos, el país ha recibido con entusiasmo estas dos noticias. Prueba de ello es que la tasa de cambio del peso frente al dólar, que alcanzó su máximo histórico al inicio de la pandemia de 4.153 pesos, hoy registra valores que no estaban en las cuentas de la mayoría de expertos: está por debajo de 3.500 pesos.
La explicación a este fenómeno –similar al que viven muchos colombianos fanáticos del fútbol que celebran o sufren con los resultados de las ligas europeas– es que el país está en una economía globalizada. Eso hace que la tasa de cambio sea el amortiguador de las crisis o de los periodos de auge, ajustándose hacia arriba o hacia abajo, dependiendo de cada situación.
Desde que en 1999 el país decidió dejar una tasa de cambio que se mueve libremente, el precio del dólar ha subido y bajado al ritmo de las noticias internacionales y poco con lo que pasa en el ámbito doméstico.
Así ocurrió en el largo periodo de revaluación, época en la que el dólar estuvo por debajo de 2.000 pesos. Y sucede lo mismo este año, cuando el desplome de las bolsas internacionales fue el principal responsable de que la tasa de cambio subiera por encima de 4.000 pesos, influyendo más que las cuarentenas locales y que el derrumbe de la economía nacional.
Ahora, de nuevo los impactos de una posible vacuna –aún lejana para Colombia– y la elección de Joe Biden como presidente de Estados Unidos son noticias que han generado una ola de optimismo y las siente el peso colombiano, así como casi todas las monedas del mundo que tienen relación con el dólar.
De Biden se espera una política exterior menos conflictiva y más predecible que la de Donald Trump. Eso es positivo para los países emergentes como Colombia y sirvió para que, una vez se ratificara al ganador, el precio del dólar bajara 200 pesos (de 3.858 a 3.646). Luego vino otro descenso de casi 200 pesos (al cierre de esta edición la divisa estaba en 3.481 pesos) debido a los anuncios de efectividad de las vacunas, lo que da más confianza y puede aumentar el interés por vacunarse. A eso se suman las aprobaciones del Reino Unido.
El resultado es que los países del Grupo de los Diez (Bélgica, Canadá, Francia, Italia, Japón, Países Bajos, Reino Unido, Estados Unidos, Alemania y Suecia) podrían lograr más rápido una inmunidad de entre 60 y 65 por ciento de su población. Eso significa que tendrían una recuperación económica más acelerada y, con ella, podrían reactivar la compra de insumos clave como el petróleo, ayudando así a la recuperación de sus precios.
Vale la pena recordar que la economía se mueve por expectativas y si hay un creciente número de personas que está convencido de que la recuperación de los países ricos puede ser mejor de lo esperado y que estos van a demandar más petróleo, es factible que así se dé. Y ahí ganan países productores de crudo, como es el caso de Colombia.
Precisamente el precio del petróleo Brent, de referencia para Colombia, cayó en abril a 9,12 dólares por barril. Luego empezó a recuperarse y en el último mes ha estado por encima de los 40 dólares. Esto no significa que el petróleo subiría mucho más. Y aunque las crecientes apuestas por las energías renovables y la lucha contra el calentamiento global le ponen un techo, en todo caso sí da más tranquilidad con respecto a que no tendría fuertes caídas.
Más sensible
Las devaluaciones y posteriores recuperaciones de las monedas no son un tema exclusivo de Colombia. En lo que sí se ha diferenciado el país es en que al inicio de la pandemia fue uno de los más castigados: tuvo mayor subida de la tasa de cambio y desplomes en los precios de las acciones. Sin embargo, hoy es uno de los que muestran mayores recuperaciones.
Hay otros elementos que generan optimismo con respecto a la economía global y también tienen impacto en el dólar. Uno de ellos es la designación de la economista Janet Yellen –fue presidenta de la Reserva Federal (Fed) en el Gobierno de Obama– como secretaria del Tesoro; el equivalente a ser ministra de Hacienda. Los mercados financieros, claves en la definición de las tasas de cambio, temen que, al asumir su mandato, Biden suba impuestos a las compañías o inicie una batalla contra los monopolios tecnológicos. Pero el nombramiento de Yellen disminuyó esa preocupación dado que ella es considerada como ‘procrecimiento’ y, por ende, no tomaría medidas que afecten la recuperación empresarial.
Otro de los elementos que llevan a pensar en un debilitamiento del dólar frente a otras monedas es el hecho de que, para promover la reactivación, los bancos centrales del mundo han bajado sus tasas de interés y desplegado programas de ayuda, que no son otra cosa que imprimir dinero para incentivar el consumo. Tan solo la Fed ha puesto en circulación billones de dólares y eso aumenta la cantidad de billetes verdes en el mercado, presionando su precio a la baja, y de paso mina la credibilidad de la divisa.
Esa es la visión de Juan David Ballén, director de análisis y estrategia de Casa de Bolsa, quien considera que se está presentando un optimismo excesivo con las vacunas, lo que se ha reflejado en el aumento del precio de las acciones, en especial las de Wall Street, así como de otros activos que tradicionalmente son considerados de riesgo, como el bitcoin y los de países emergentes.
Generalmente, en épocas de crisis los inversionistas venden sus acciones, títulos o monedas de naciones que consideran riesgosas y se refugian en dólares o en oro, porque piensan que allí están a salvo de las fuertes caídas. Eso es lo que se conoce como flight to quality o viaje hacia activos seguros y usualmente implica un espaldarazo para el dólar. Ese flight to quality suele presentarse cada vez que hay crisis y fue la tendencia de casi todo 2020. Pero ahora se está revirtiendo, por eso no solo el dólar pierde valor, sino que se benefician los países riesgosos como Colombia y activos como el controvertido bitcoin.
“Hoy se registra el nivel histórico más alto de personas apostando en contra del dólar y el problema es que no siempre pasa lo que todo el mundo piensa”, advierte Ballén. Por eso no cree que en el país ya haya comenzado un ciclo de fortalecimiento del peso, como el del pasado reciente.
La permanencia de la tasa de cambio por debajo de 3.600 pesos dependerá también de lo que ocurra con el coronavirus: si los contagios se vuelven a disparar, como ha ocurrido en Europa, si se toma la decisión de implementar nuevas cuarentenas o si la vacuna no sirve o tiene efectos secundarios superiores a los esperados.
Cambio de ciclo
Felipe Campos, gerente de Estrategia e Investigaciones Económicas de Alianza, considera que tras la reciente caída del dólar está una tesis de inversión que lleva un largo rato en el mercado: esta indica que ya se habría terminado el ciclo alcista que vivió Estados Unidos durante la última década.
Entre junio de 2009 y febrero de 2020, el Tío Sam experimentó el periodo de expansión más largo de su historia, al completar 128 meses con un crecimiento promedio anual de 2,3 por ciento. El anterior ciclo más largo fue de 120 meses, entre marzo de 1991 y marzo de 2001.Cuando se termina un ciclo expansivo, usualmente los inversionistas rotan hacia los mercados emergentes y hacia las materias primas y si bien ambos han tenido mejoras, no para de subir Wall Street, con algunos de sus indicadores aún batiendo récords.
Por esa razón, hay quienes creen que todavía no ha cambiado el ciclo económico de Estados Unidos. Pero quienes piensan lo contrario apoyan la tesis de inversión que indica que ya es momento de comprar acciones, títulos de deuda y monedas emergentes, dado que están baratos.
Campos comparte esa tesis, que en su concepto también implica un cambio en el ciclo alcista del dólar, que duró diez años. “Se pueden esperar entre cuatro o cinco años a la baja, incluso creo que en dos años podría estar cerca de 3.000 pesos, pero ese cambio de tendencia no va a ser lineal, sino que va a tener ‘descansos’, que son la oportunidad para comprar o vender, según sea el caso”, dice.
Daniel Velandia, economista jefe de Credicorp Capital, está en el grupo de quienes piensan que la baja del dólar se veía venir y la pregunta era cuándo se iba a presentar. Tras ocho meses complicados para la economía nacional, la tasa de cambio llegó a niveles que para muchos expertos son de compra (alrededor de 3.500 y 3.600 pesos).
No obstante, esas expectativas de menor precio del dólar no están exentas de riesgos, que van desde temas locales como el ruido electoral del año entrante y el trámite de la próxima reforma tributaria, hasta sucesos externos como un posible retorno de la inflación en los países desarrollados que se recuperen más pronto. Allí la inflación podría subir de 2 a 3 por ciento, un movimiento normal en Colombia, pero que allá pondría en entredicho las políticas de liquidez ilimitada con las que están impulsando sus economías. Eso podría hacer que la tasa de cambio volviera a subir a 3.900 pesos.
¿Y lo local?
Llama la atención que entre los argumentos que dan los expertos para explicar el movimiento del dólar no hay factores domésticos, y en realidad eso no es una excepción, sino la regla. Tanto en épocas de dólar a 2.000 pesos como cuando llegó a 4.000, las autoridades económicas han insistido en que no hay mucho que puedan hacer. Es un movimiento que depende de fuerzas externas, en el que participan como espectadores, algo similar a lo que les pasa a los seguidores locales del fútbol extranjero.
Un indicador que debería ser fundamental para definir la tasa de cambio es el ingreso y el egreso de divisas como resultado del comercio exterior, de la inversión o del endeudamiento externo. Las exportaciones y las importaciones están a la baja (con caídas anuales de más de 20 por ciento en lo que va de 2020), pero la deuda sí está al alza. Y allí sí hay un factor que podría influir en el precio del dólar. Entre marzo y agosto, el Gobierno monetizó 10.000 millones de dólares para atender la pandemia; eso significa que los trajo al país para volverlos pesos, que con la tasa promedio de este año implica el ingreso de 37 billones de pesos en seis meses.
Ahora se prepara para traer 5.300 millones de dólares (19 billones de pesos) de la línea de crédito flexible que le concedió el Fondo Monetario Internacional. Se espera que lo haga en poco tiempo, unos dos meses, lo que podría ayudar a que el dólar baje más.
Sergio Olarte, economista jefe de Scotiabank Colpatria, considera que un factor que podría frenar el impulso a la baja del dólar está en lo que pase con la próxima reforma tributaria. Esta es necesaria para compensar todos los gastos extra derivados de la pandemia. Si no se logra su aprobación en el Congreso, podría impactar el grado de inversión, el cual es fundamental en la tasa de cambio.
El grado de inversión determina qué tan buena paga es un país y aunque Colombia tiene un historial muy bueno en ese aspecto, si pierde esa categoría no implica que se volverá incumplida, sino que le prestarían a tasas de interés más altas y la deuda se volvería una carga más onerosa para todos los colombianos.
Ese grado de inversión lo entregan las calificadoras de riesgo (Fitch, Moody’s y Standard & Poor’s), que suelen hacer revisiones periódicas de la economía nacional antes de emitir sus juicios y que, por ahora, tienen al país advertido de una posible descalificación.
Otro análisis hacen los mercados financieros, que hoy le están dando un espaldarazo a Colombia, pues consideran que su riesgo país ha disminuido. Dicho riesgo se mide con los Credit Default Swaps (CDS), que son contratos que transfieren el riesgo de crédito entre dos contrapartes. Los CDS de Colombia a cinco años estaban antes de la pandemia entre 70 y 72 puntos básicos (mientras más bajo el número, el riesgo es menor). En el peor momento de la actual crisis subieron a 1.520 puntos básicos y hoy ya están en 85. Que el riesgo baje implica que es atractivo invertir en Colombia y eso es lo que ha permitido que las tasas de interés de la deuda externa nacional estén en mínimos históricos.
Impacto comercial
Aunque la lógica indica que con el dólar costoso de los últimos años, las exportaciones debería haber crecido fuertemente, eso no se sucedió. Aquí pesó la crisis internacional, pero también el hecho de que prepararse para vender al exterior no es sencillo, ni rápido. Por eso es posible que algunos empresarios que estaban enfocados en el mercado exterior ahora se desanimen un poco con las perspectivas bajistas del dólar. Sin embargo, como han insistido muchos expertos, el comercio exterior no puede estar solo basado en la tasa de cambio.
Por el lado de las importaciones, la reacción es más rápida y es posible que numerosos empresarios especializados en traer bienes del exterior estén preparándose para sacarle provecho a la coyuntura. Eso no solo implica que se reemplace producto nacional por importado, sino que también tiene ventajas para la economía, porque las mayores importaciones están destinadas a la compra de maquinaria y equipos, claves para la manufactura local, así como para obras civiles. Esos dos son elementos determinantes en la reactivación.
En cuanto a los viajeros internacionales, hoy, más que la tasa de cambio, les preocupan las medidas de bioseguridad, así como la exigencia o no de una prueba de coronavirus. Por ahora, el menor turismo internacional está distorsionando el mercado del dólar callejero.
Quienes sí podrían sacarle más provecho a la situación actual son los compradores de billetes verdes para ahorrar o quienes hacen inversiones en esta moneda. Entre los expertos consultados hay consenso en que la divisa se moverá en lo que resta de este año y en 2021, entre los 3.500 y los 3.900 pesos. Eso implica que siempre que esté alrededor del primer valor genera una oportunidad de compra y lo contrario ocurre cuando se acerque al segundo.
Tener certeza sobre el precio futuro del dólar es algo que no han podido lograr ni los mejores economistas. En lo que sí podrían acertar es en la dirección que tomaría la divisa. Y todo apunta a que viene un ciclo de dólar menos caro.