Los pronósticos sobre el comportamiento de la economía mundial no anticipan un desastre para 2019: el Fondo Monetario Internacional prevé un crecimiento de 3,7 por ciento, la Ocde lo calcula en 3,5 y el Banco Mundial, menos optimista, lo ve por el orden del 3 por ciento. Sin embargo, todo apunta a que no será un año fácil porque siguen abiertos muchos frentes que podrían desencadenar volatilidades y fuertes turbulencias a nivel mundial. Varios temas encenderán nuevos fuegos. Entre ellos están las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos, que impactarán la economía mundial; los esperados aumentos en tasas de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) que podría provocar el retiro de inversionistas de países emergentes; la incertidumbre sobre el comportamiento en los precios de los principales commodities comenzando por el petróleo; la pugnacidad por la aplicación del Brexit cuyos efectos son impredecibles y una creciente ola de nacionalismo que podría reducir el comercio mundial. A estos temas se suma un pronóstico reservado sobre el crecimiento de las economías europeas, como las de Alemania, Francia e Italia, que parecerían haber llegado a una nueva etapa de agotamiento. En la última, las decisiones del gobierno para desobedecer la férrea disciplina fiscal de la Unión Europea provocan un verdadero cisma que podría llevar incluso a una eventual recesión de su economía el próximo año. En América Latina también algunos temas agitan el ambiente. Los nuevos presidentes de las dos mayores economías de la región, Andrés Manuel López Obrador en México y Jair Bolsonaro en Brasil, tendrán que tomar decisiones rápidas para confirmar si estas naciones retoman el camino del crecimiento o mantienen la senda del estancamiento en las que han estado sumidas en los últimos años. En contexto: El crecimiento mundial puede pagar los platos rotos de una guerra comercial También Venezuela concentra las miradas. Después de unas elecciones calificadas de espurias por la mayoría de los países democráticos, el presidente Nicolás Maduro se prepara para asumir, la segunda semana de enero, un nuevo mandato por seis años. Lo hace en medio de un creciente descontento y la inconformidad social por los desastres que su partido de gobierno ha provocado en la economía de esta nación en casi dos décadas. Con un ambiente convulsionado, los pronósticos del desempeño económico mundial están marcados por las fuertes turbulencias que dominarán el panorama. Estos son algunos de los principales factores que influirán en 2019. Estados Unidos: un acertijo El ciclo más largo de expansión de la economía de Estados Unidos se registró entre marzo de 1991 y marzo de 2001. El segundo más largo, el actual, en este mes de diciembre completa 114 meses de crecimiento continuo. Y si llega a julio del próximo año, rompería el récord, con 121 meses de expansión. Eso sí, este periodo de expansión exhibe una solidez inferior a la del ciclo anterior, cuando el promedio de crecimiento estuvo en 3,6 por ciento, mientras que el actual está en 2,3 por ciento. Pero esto podría cambiar hacia finales del año próximo porque algunos analistas avizoran una posible desaceleración de esa economía. No es por dañarle la fiesta al presidente Trump, pero muy seguramente en 2020, cuando quiera buscar que lo reelijan, el factor económico jugará en su contra. Una desaceleración de la economía estadounidense tiene un impacto enorme para el mundo y en particular para Colombia, que depende mucho de su comercio exterior. Las campanas de advertencia arrancaron con la llamada ‘curva invertida’, que ha predicho las últimas siete recesiones. En efecto, el rendimiento de los bonos del tesoro a dos años se acerca peligrosamente al de los bonos a 10 años. Según Felipe Campos, de Alianza Fiduciaria, cuando los bonos de plazos cortos superen en rentabilidad a los de largo plazo se presentaría la temida ‘curva invertida’ que anticipa una recesión. Si se complican los temas políticos con Estados Unidos, el crecimiento económico que se proyecta para China puede cambiar No es el único riesgo. Las tensiones políticas internas que enfrentará Trump a partir de enero próximo, cuando se posesione la nueva Cámara de Representantes, de mayoría demócrata, podría traerle otros problemas. Ya algunos analistas anticipan que los demócratas podrían frenar buena parte de la agenda de Trump en materia legislativa. Además, que no acompañarán algunas de sus iniciativas para aumentar el gasto, como la que tomó a comienzos de 2018, cuando decidió rebajar los impuestos. Nuevas investigaciones sobre la conducta de Trump y más choques políticos entre demócratas y republicanos conforman un escenario convulso para el próximo año. El FMI pronostica que la economía de este país crecerá 2,5 por ciento. China: el dragón herido Las primeras proyecciones indican que la economía china crecerá el próximo año entre 6 y 6,5 por ciento, lo que resulta una buena noticia para los países que, como Colombia, Chile, Perú y otros latinoamericanos, venden materias primas a esa nación. Sin embargo, estas cifras podrían variar si se complican los temas políticos con Estados Unidos. El panorama comercial no luce muy alentador pues en 2018 China tuvo que enfrentar duros golpes arancelarios provenientes del ánimo proteccionista del presidente Donald Trump. Aunque reaccionó imponiendo a su vez aranceles retaliatorios, enfrenta un serio problema comercial. Tras la cumbre del G20 en argentina los dos países parecieron firmar la ‘pipa de la paz’ al acordar un plazo de 90 días –hasta marzo- para negociar y definir el tema. Pero el escenario se ha seguido complicando, entre otras cosas por la detención en Canadá de Meng Wanzhou, vicepresidenta financiera e hija del fundador de la multinacional Huawei, para extraditarla Estados Unidos. La acusan de participar en una empresa que mantiene negociaciones con Irán, pese a las sanciones anunciadas por Trump. De cómo termineentre tema, dependerá en buena medida que acierten las predicciones de crecimiento de este gigante. Un vencindario agitado

En el vecindario, la llegada a México de Andrés Manuel López Obrador y a Brasil de Jair Bolsonaro plantean nuevos desafíos regionales.  Las proyecciones del Fondo Monetario Internacional apuntan a que en 2019 las economías de América Latina y el Caribe tendrán un mejor desempeño, al pasar de 1,2 por ciento este año a 2,2 por ciento el próximo. Pero no será parejo. Los cambios de gobierno en México y Brasil podrían generar puntos de inflexión en estas economías. En Brasil la llegada de Jair Bolsonaro, un presidente promercado, ha generado optimismo en los mercados de valores. Pero en México muchos analistas todavía esperan señales más claras para la inversión que las que envió en su discurso de posesión Andrés Manuel López Obrador. Desde hace varios lustros México crece alrededor del 2 por ciento, cifra considerada insuficiente para generar las transformaciones económicas y los niveles de empleo que requiere el país. Para el próximo año los analistas estiman que el crecimiento estaría entre 1,5 y 2,2 por ciento. En Brasil, todo apunta a que la variación del PIB estaría alrededor del 2 por ciento el próximo año, con perspectivas más positivas del FMI, que lo ve creciendo al 2,4 mientras Itaú lo ubica en 2,5 por ciento. La llegada de un equipo económico con reconocimiento internacional y el haber estabilizado su inflación alrededor del 4 por ciento tranquilizan a los inversionistas. Pero no ocurre lo mismo con su abultada deuda y el déficit fiscal que ya alcanza el 7 por ciento del PIB. Mientras estas economías poco a poco lograr reaccionar, dos países de la región siguen en barrena. Por un lado Argentina, que el próximo año tendrá elecciones y cuyas perspectivas económicas siguen siendo regulares. El FMI le apunta a una caída del 1,6 por ciento en la economía argentina para el próximo año, aunque mejorando frente al -2,6 por ciento de este año. De otro lado está Venezuela, que continuará agudizando sus males económicos por cuenta de la hiperinflación que según el FMI podría llegar este año a 2,5 millones por ciento y las erráticas medidas económicas que este año llevarán a una caída del PIB del 5 por ciento, eso sí menos pronunciada que el 18 por ciento de 2018 y el 14 por ciento de 2017. Al posesionarse para un nuevo mandato Nicolás Maduro reavivará la ola de pesimismo y pocos le apuestan a que esa economía se recupere pronto. La convulsión domina el escenario internacional, y los países tendrán que prepararse para mitigar el impacto de estos nuevos aires de cambio de tendencia.