Donald Trump anunció en las últimas semanas decisiones sobre Citgo, una pequeña petrolera de propiedad de Petróleos de Venezuela, Pdvsa, que opera en Houston. Y el alboroto que se armó parece confirmar que se trata de la verdadera joya de la corona de Nicolás Maduro. Esta empresa norteamericana, comprada por Pdvsa en 1990, opera tres refinerías que procesan 749.000 barriles por día, y tiene una red de más de 5.000 bombas de gasolina en todo el país. Citgo le ha generado dividendos a Pdvsa por más de 12.000 millones de dólares en los últimos 20 años, y vale casi 10.000 millones de dólares. Sin embargo, al mirar más de cerca, el panorama parece más complicado y no todo lo que brilla es oro. Trump le ha estrechado el margen financiero, que depende de los ingresos del petróleo en 90 por ciento. Hace una semana, el presidente interino Juan Guaidó nombró una nueva junta directiva de Citgo. Se anotó así una victoria tempranera en su estrategia para tomar el control de los activos internacionales de Venezuela. La junta anterior, dirigida por Asdrúbal Chávez, primo del presidente Hugo Chávez, había recibido sanciones de Estados Unidos. Guaidó, con el apoyo de este país, nombró una nueva junta compuesta por Luisa Palacios, Ángel Olmeta, Édgar Rincón, Luis Urdaneta, Andrés Padilla y Rick Esser. Pero asumir el control no es tan sencillo como parece. Para comenzar, el Gobierno de Maduro demandó la nueva junta directiva en las cortes de Delaware, domicilio legal de la empresa. Un juzgado debe decidir si Guaidó en efecto representa al principal accionista, es decir al Gobierno venezolano a través de Pdvsa, para darle control efectivo sobre operaciones y cuentas bancarias. Resulta muy probable que la corte se apoye en que el Gobierno de Trump reconocíó al gobierno interino de Guaidó y le dé la razón. Hay un precedente legal de los años cincuenta que le entregó al Gobierno de Taiwán el control sobre fondos chinos en Estados Unidos contra las pretensiones del partido comunista de Mao Zedong. Le puede interesar: Primeros venezolanos sancionados por no dejar entrar ayuda humanitaria En el fondo se trata de una decisión política del Gobierno de Estados Unidos. Algunos consideran que el desenlace está anunciado. Entre ellos está Rafael Ramírez, quien fue zar petrolero del chavismo como presidente de Pdvsa y como ministro de Petróleo, y se convirtió luego en acérrimo crítico de Maduro. Ramírez recuerda que en su momento le recomendó a Maduro vender Citgo porque se encuentra en un “territorio extranjero y hostil” para Venezuela. Pero controlar la junta directiva es solo el comienzo. Guaidó debe enfrentar también el hecho de que Pdvsa garantizó un préstamo de la petrolera rusa Rosneft con el 49,9 por ciento de Citgo. Si Pdvsa no paga la deuda, los rusos podrían hacer efectivas las garantías y tomar el control del paquete accionario. Esto enfrentaría dificultades diplomáticas. El Gobierno norteamericano no vería con buenos ojos que una estatal rusa controlada por Vladimir Putin se quedara con importantes refinerías en Estados Unidos y seguramente bloquearía la medida. A largo plazo, la amenaza más seria viene de los acreedores, tanto de Venezuela como de Pdvsa. Hasta hace poco Venezuela hacía un gran esfuerzo fiscal por mantenerse al día en el pago de los intereses de la deuda, en parte para evitar que, en caso de default, los acreedores echaran mano de Citgo. Pero si pierde el control de Citgo, Pdvsa no tiene incentivos. Citgo se ha convertido en la presa más atractiva para los tenedores de bonos internacionales. Como el activo más visible de Venezuela en Estados Unidos, está en la mira de los inversionistas y las empresas expropiadas injustamente por Chávez o Maduro.
Citgo tiene una enorme importancia estratégica para Venezuela. Al tiempo que le permite vender petróleo en Estados Unidos, de vuelta le envía combustibles refinados. Por ejemplo Crystallex, una minera de oro canadiense expropiada, así como Conoco Phillips, Owen-Illinois y otras ya buscan una compensación en estrados internacionales. Una corte estadounidense, en un fallo de 2018, determinó que no es posible distinguir legalmente a Citgo de Pdvsa, ni a esta última del Estado venezolano. Pdvsa apeló el fallo, pero si la corte lo confirma, podría ser fatal para Citgo. Como el chavismo expropió empresas por cerca de 20.000 millones de dólares, y Pdvsa tiene deudas con proveedores por varios miles de millones más, el valor de la empresa no alcanzaría a cubrir el total de las reclamaciones. Le sugerimos: “La bandera del gobierno es la equidad” Guaidó va a necesitar que el Gobierno de Trump congele las acciones de Citgo por medio de una orden ejecutiva para ponerla por fuera del alcance de las cortes y de los acreedores antes de que la despedacen. Con esta protección, los acreedores tendrían que esperar a que el gobierno interino, ya en el poder, logre un acuerdo con los acreedores internacionales como parte de una reestructuración de deuda y de los procesos de compensación por las expropiaciones. La pérdida de Citgo golpea fuertemente un sector que ya estaba en caída libre. Los datos sobre la producción venezolana son poco confiables, pero los analistas estiman que ronda el millón de barriles al día, ligeramente superior a la de Colombia, de 870.000. Hace una década Venezuela producía 3 millones de barriles al día y Ecoanalítica, una consultoría en Caracas, estima que puede cerrar 2019 en 500.000 barriles día. Citgo es una parte fundamental de Pdvsa y no solo una inversión en Estados Unidos. Era también uno de los pocos clientes del crudo pesado venezolano que pagaba en dólares a precio de mercado. Otros compran a precios subsidiados, como los países de Petrocaribe, o cubren la deuda en especie, como China. Analistas petroleros estiman que en 2018 Citgo compró 175.000 barriles diarios de Venezuela, casi el 20 por ciento de la producción total. Hoy en día, por las sanciones y por el cambio en el control de la empresa, Pdvsa perdió a Citgo como cliente. La relación comercial de Pdvsa con su filial tiene doble vía. Citgo también le vende a Venezuela combustibles líquidos, como gasolina o diésel, desde sus refinerías. Este comercio también quedó interrumpido con las sanciones de Trump. Teniendo en cuenta que el alza del combustible detonó el Caracazo hace 30 años, la gasolina barata resulta crítica para la estabilidad del régimen. Las sanciones de Washington ya surten efecto. Bloomberg reporta que hay tanqueros cargados con más de 500 millones de dólares de petróleo venezolano que no han podido encontrar comprador debido al riesgo de violar las sanciones comerciales. Encontrar nuevos clientes en Asia toma tiempo, ya que es un mercado competido, y no todas las refinerías pueden procesar el crudo pesado venezolano. Al parecer se agota la capacidad de almacenamiento en Venezuela, lo que obligaría a Pdvsa a reducir aún más la producción. Hasta el momento Maduro se ha apoyado en Gobiernos amigos. Pero los rusos también podrían cerrarle las puertas a su régimen. Y algunos medios han reportado que representantes de China se han reunido con funcionarios del gobierno interino de Guaidó en Washington para discutir una reestructuración de la deuda. En contexto: Caracas sin oxígeno Todo lo anterior le estrecha el cerco financiero al régimen, que depende del petróleo para el 90 por ciento de sus ingresos. Pero hay una creciente preocupación porque las sanciones puedan causar una catástrofe humanitaria. Francisco Rodríguez, economista venezolano de Torino Capital, calcula que su país importó el año pasado 1.900 millones de dólares, y las sanciones pueden causar una pérdida de ingreso petrolero de hasta 1.100 millones de dólares. Rodríguez opina que, “en ese caso, estamos viendo un fuerte riesgo de una hambruna en Venezuela.” Considera imprescindible, si el régimen de Maduro se atornilla, que Estados Unidos revise el diseño de estas sanciones como hizo en el caso de Irak, y piense en crear un programa de petróleo a cambio de comida, supervisado por la ONU, para alimentar a la población. El 26 de febrero terminó el plazo que el Gobierno norteamericano le dio a Citgo para cortar los lazos corporativos con Pdvsa y evitar sanciones. Guaidó ha recalcado que la empresa seguirá operando normalmente, enfocada en sus actividades de refinación, y que no van a cambiar la política de dividendos. Por ahora, el Gobierno interno celebra haber recuperado un activo emblemático como Citgo, lo cual sin duda es un éxito diplomático. Pero falta recorrer un largo camino legal antes de que Citgo pueda generar recursos para el gobierno interino y se convierta en la joya de su corona.