La medida cautelar anunciada el 11 de septiembre por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca es tan grave para Avianca como si a un piloto le notifican en pleno vuelo, y con el tanque casi vacío, que ya no puede aterrizar en el aeropuerto de destino. Lo es porque en plena crisis impide temporalmente a la empresa acceder a un crédito del Gobierno hasta por 370 millones de dólares.
Según conoció SEMANA, la medida cautelar es solo el comienzo de lo que podría ser un largo y tortuoso camino en los despachos judiciales. Y podría desencadenar el principio del fin para la compañía, que en diciembre cumplió un siglo de operar.
Se trata de una carrera contra el tiempo. Entre lunes y miércoles de la próxima semana el demandante, el ciudadano Jonatan Ruiz Tobón, se debe pronunciar sobre los argumentos que presentó la aerolínea. Además, los ministerios de Transporte y de Hacienda y la Agencia de Defensa Jurídica del Estado deben presentarse ante el juez para destrabar los dineros. Y a partir del 24 de septiembre comienzan a contar los cinco días para que el juez tome una decisión final.
Hay varios escenarios. Si la justicia colombiana levanta la medida cautelar, Avianca podrá presentar en Estados Unidos su plan de financiamiento completo, cercano a los 1.300 millones de dólares. Se sabe que cerca de 90 fondos de capital privado estarían haciendo aportes en crédito para salvar la empresa. Pero en caso contrario, es decir, si el magistrado Luis Manuel Lasso Lozano decide continuar con la medida cautelar, el Consejo de Estado tendría que decidir la apelación de Avianca.
La ley prevé que los magistrados de esta corporación tienen cinco días para definir el asunto. Sin embargo, en casos anteriores se han tardado semanas o meses, lo que podría agravar la situación de liquidez de la aerolínea, que por estos días reactiva sus operaciones.
¿Qué pasa si Avianca no accede a los recursos del Gobierno nacional? Aparecen otros dos escenarios. El primero consiste en encontrar en otras fuentes privadas esos 370 millones de dólares. Una situación compleja en un entorno económico mundial con una clara aversión al riesgo. La segunda posibilidad es todavía más preocupante: que surja un efecto dominó y los fondos que estaban dispuestos a entrar se echen para atrás debido a la señal enviada desde Colombia.
Si Avianca se ve finalmente abocada a la quiebra, los analistas creen que pasarán al menos cinco años antes de que otra compañía llene su espacio en el mercado y eso le costaría al país 20 billones de pesos, según Fedesarrollo. Algunas firmas de análisis económico indican que la economía nacional podría perder unos 10.000 millones de dólares, incluida la menor recaudación de impuestos y el despido de 20.000 trabajadores, 17.000 de ellos en Colombia.
La desaparición de Avianca del mercado también complicaría el proceso de vacunación previsto a partir de 2021. Una masiva campaña requerirá de cientos de vuelos entre las principales ciudades y regiones. Algunas vacunas tendrán que ser refrigeradas a -78 grados centígrados, por lo que un plan masivo de inmunización se vuelve complejo por carretera. Avianca no es la única aerolínea que puede atender estos servicios, pero sí es la más grande y la que cuenta con un mayor número de aviones, pilotos, logística, rutas y frecuencias.
Al margen de la polémica y el malestar de un sector del país por el millonario préstamo, está en juego el futuro de una aerolínea que cumplirá un rol fundamental para garantizar la salud y la movilidad de los colombianos. Este momento requiere grandes decisiones que, aunque sean impopulares, vayan en el camino correcto para recuperar la economía.