SEMANA: Cree que la reforma presentada nuevamente, después del hundimiento en la legislatura pasada cambió lo suficiente como lo pedía el sector privado y algunos políticos del Congreso.
Angel Custodio Cabrera: Esta reforma sigue manteniendo el punto central que la originó y es defender los derechos de los trabajadores. Esto significa un mayor reconocimiento del trabajo nocturno, el dominical y el trabajo suplementario. En segundo lugar, el tema sindical sigue siendo fuerte, pues es una de las apuestas del gobierno nacional. La defensa del trabajo decente, con respeto por las normas laborales, es algo que me parece bien y se ha venido trabajando en muchos países.
Encuentro que hay algo novedoso y es que se fortaleció el punto para combatir la informalidad, con medidas relacionadas con el contrato agropecuario y con los pequeños y medianos negocios.
No obstante, hay que advertir que se mantiene la judicialización de las relaciones laborales entre el empresario y el trabajador, al sancionar muy fuerte los despidos, multiplicando el costo de las indemnizaciones. Prácticamente, el contrato a término indefinido es la regla de oro de esta reforma laboral.
SEMANA: Siente que ajustaron algo de lo que chocaba, dentro de lo que se destaca el no abordaje de los problemas estructurales del mercado laboral (desempleo e informalidad)? Recordemos que eran muchas las voces que alegaban que el Ministerio de Trabajo no escuchaba sugerencias.
A.C.C.: En cualquier reforma laboral, uno de los puntos que colocaría en la discusión en el Congreso de la República sería el de acabar con la informalidad. Eso significa abrir más oportunidades laborales, con nuevas fuentes de trabajo e incentivos para que así ocurra. Tengo que decir que eso no lo ve uno muy claro en esta reforma.
La tasa de desempleo no se logra disminuir por decreto y en esta reforma no se ven propuestas en ese sentido. El gobierno mantuvo uno de los beneficios del incentivo de la generación de nuevos puestos de trabajo para jóvenes entre 18 y 28 años que nosotros dejamos implementado. Esa es la única política que tienen en ese sentido.
Los costos laborales siguen siendo preocupación, pero para las pequeñas y medianas empresas. En esta reforma, esos pequeños negocios quedan muy afectados, porque al formalizar tendrán que asumir nuevos costos (recargos nocturnos, trabajos suplementarios y dominicales). Esa será una dificultad muy grande.
SEMANA: Está diciendo usted que la reforma desincentiva la formalización empresarial.
A.C.C.: Es que, por un lado, se proponen medidas para ayudar a las pequeñas y medianas empresas para que puedan cotizar por semanas por sus empleados, pero, por el otro, aprietan las cargas (suben los costos laborales con las indemnizaciones por despidos, casi la obligatoriedad de contratos a término indefinido, entre otras). Entonces, en definitiva, no van a ayudar mucho.
SEMANA: ¿Qué es en realidad lo más pesado para el empleador en esta reforma?
A.C.C.: Para mí, lo más delicado son las indemnizaciones por despido sin justa causa, que, en la nueva reforma, lo encarecieron terriblemente y no permiten la generación de actividades.
Y segundo, no permiten el trabajo independiente: los trabajadores de cuenta propia que quieran hacer un emprendimiento, van a quedar mal parados.
Pareciera que si un ciudadano genera una actividad para suministrar un servicio a alguna empresa, en esta reforma no lo van a permitir. A las personas que contraten les van a aplicar todas las reglas que tienen los empleadores. En ese escenario, el emprendimiento o trabajo por cuenta propia, quedará muy afectado.
Costos laborales por sectores
SEMANA: ¿Qué medidas de las que se venían aplicando antes de este gobierno cree que se deberían mantener e incluir en la reforma laboral?.
A.C.C.: Déjeme decirle que hoy la tasa de desempleo está en un dígito por todos los esfuerzos que se hicieron en los últimos tres o cuatro años. Lo que ocurrió en 2020, tras la pérdida de más de 5 o 6 millones de puestos de trabajo que ya se han recuperado en su totalidad, fue resultado -en gran medida- de los incentivos al empleador, de la construcción, de la economía naranja. Este gobierno acabó casi todo eso. Mantuvieron algunos incentivos tributarios por la contratación de víctimas de la violencia, pero casi no se divulga, no se promociona.
Lo otro que no veo muy claro es la educación y formación para el trabajo, porque hoy, muchos empleadores reclaman que la gente no está capacitada para ejercer ciertas actividades. Esa educación y formación para el trabajo se quedó como en el aire y hay que volverlo a potenciar.
Creo que el gobierno tiene que trabajar con los empleadores para armonizar las necesidades de demanda laboral con la oferta formativa.
Preocupa que el Sena está en un estado como de parálisis en el último año. Lo han desviado a otro tipo de actividades.
En este momento, en el que se está hablando de un acuerdo nacional, es necesario abordar esas circunstancias.
Y, definitivamente, se necesitan revisar los costos laborales de algunos sectores de la economía.
SEMANA: ¿Cómo cuáles, por ejemplo?
A.C.C.: Por ejemplo, el comercio, principalmente, en los fines de semana y en las noches. Son una fuente de trabajo altísima, pero se le vienen encima nuevos costos.
También se requiere analizar el sector de la construcción, que está totalmente paralizado. Duró 6 o 7 meses en letargo. Es el momento de volverlo a reactivar y revisar.
Si de buscar caminos para la generación de empleo, se necesitaría cambiar la visión que se tiene de las empresas temporales, que están siendo vistas como enemigos de los trabajadores, lo que a todas luces no es así.
¿Cómo es posible que una empresa que para reactivar su producción y requiere nuevos trabajadores, pero solo temporalmente, con esta reforma no lo pueda hacer porque tendría que hacerle un contrato indefinido? Ese tipo de cosas son las que hay que revisar profundamente.
¿Y la relación con el sector privado?
SEMANA: Todo eso suena a convocatoria del sector privado. Pero se tiene la percepción de que se busca fomentar el estatismo, que sea el Estado el que asuma todo, inclusive el empleo, y trabajar de espaldas a los empresarios. ¿Cómo lo percibe usted?
A.C.C.: El generador de empleo en cualquier país del mundo no es el Estado, es la empresa privada con la inversión, con el capital, con nuevas formas de trabajo. Cuando presentan esta reforma uno siente que están negando eso que es la realidad.
La burocracia del Estado puede generar empleo, y eso es válido, pero tienen que darse las condiciones para que el mercado laboral se mueva, porque si no se hace, se reduce la confianza para dinamizar la economía y ampliar las plantas de personal.
Hoy estamos viviendo la tasa de desempleo, desde hace un par de meses, en un dígito, pero tan pronto terminen los efectos de las inversiones que han hecho los empresarios por unos meses, podríamos empezar a mirar la tasa de desempleo aumentando.
La reforma es una oportunidad para no caer en un mayor deterioro del mercado laboral. Afortunadamente, la ministra de Trabajo está cambiando de actitud. En esta segunda versión parece tener un espíritu más de concertación. El tema de las plataformas tecnológicas es válido, el contrato agropecuario también. Pero si no hacemos una concertación con los generadores de empleo, difícilmente podrá avanzar la reforma.
SEMANA: ¿Qué tanta posibilidad de pasar en el Congreso le ve a la reforma?
A.C.C.: Pienso que, definitivamente, la informalidad se tomó al país. A nosotros (en el gobierno pasado) nos tocó la pandemia, y la informalidad se disparó. Si no hubiera existido ese choque, habríamos recuperado tres años en ese sentido.
La reforma tendrá más posibilidades de pasar si aborda la informalidad, porque si logramos que todo el mundo tenga seguridad social: que cotice a salud y a pensión, el país cambia automáticamente. Destaco el hecho de que se permita la cotización de tiempo parcial, que nosotros habíamos intentado hace 3 años, pero en ese momento, las organizaciones sindicales no lo dejaron pasar. Ahora sí lo están permitiendo y es algo a lo que hay que darle la bienvenida.