Por el momento, la reforma pensional en Colombia es una realidad, pese a que tiene encima 40 demandas ante la Corte Constitucional, con diversas pretensiones, principalmente, con el ánimo de tumbarla en su totalidad o, al menos, algunos artículos.
La entrada en vigencia de lo aprobado en el Congreso será el primero de julio de 2025, pero desde ya se prenden motores. Asofondos, gremio de los fondos privados, convocó a un foro nacional para medir el aceite a la implementación de un articulado que, en un 60 %, tendrá que ser reglamentado, según sostuvo Andrés Velasco, presidente de la asociación.
Los puntos que están poniendo a pensar a los analistas son muchos y tocan a cada uno de los cuatro pilares que ahora tiene el sistema pensional.
En el peldaño básico, el de la solidaridad, el presidente de Colpensiones, Jaime Dussán, puso el foco en los 14 millones de colombianos que están en los fondos privados o en Colpensiones, pero que actualmente no cotizan. De no entrar a un mercado laboral formal, con aportes sostenibles para lograr una pensión, podrían quedar en riesgo de llegar a engrosar la cifra de 3 millones de adultos mayores que hoy requieren subsidios. Inclusive, se podría llegar a 5 millones de demandantes de ayudas estatales, manifestó.
El superintendente financiero, César Ferrari, llamó la atención sobre el reto que implica la volteada de la torta. Colpensiones pasará de tener 6,7 millones de personas a cargo a 23 millones, mientras que los fondos privados dejarán de administrar la plata de 19 millones de personas para quedarse con la de 2,98 millones, incluidos los que ya no se podrán trasladar de un lado a otro.
Aunque se abrió una ventana de oportunidad, que durará dos años y está dirigida a quienes no se alcanzaron a cambiar de régimen y están dentro de los diez años antes de la edad de pensión, entre 47 y 57 años para mujeres y entre 52 y 62 para hombres, ahí no se incluyen quienes superan dichas edades. Por eso, Ferrari criticó “la falta de universalidad” de la reforma, lo que, a su juicio, llevará a que los que no se puedan cambiar de régimen sigan demandando, que es justamente lo que se busca evitar con esa venta de traslados.
En el pilar contributivo, por ejemplo, se observa que a mayor ingreso del cotizante, baja el porcentaje —en relación con el último salario devengado— que recibirá el pensionado. Para Ferrari, “un buen sistema de pensiones tiene que garantizar el adecuado nivel de vida de los ciudadanos en la vejez. No podemos tener un sistema que convierta, de la noche a la mañana, a gente que está en clase media en pobres. Y esos son los peligros a la vista”.
Si para el superfinanciero garantizar una vida digna a la vejez colombiana que ahorra no podrá lograrse con el aporte individual acumulado, para el presidente de Asofondos la palabra mágica es el ahorro.
De hecho, Juan Daniel Oviedo, exdirector del Dane y hoy concejal de Bogotá, sacó estadísticas para sostener que la reforma pensional va a generar más estrés sobre el ahorro total del país, que de por sí venía cayendo dramáticamente desde 2019. Esto debido a que de representar 17 % del PIB ahora será solo del 10 %. Velasco advirtió otra preocupación sobre la implementación del cambio en el sistema pensional.
Debido a que las personas solo podrán cotizar en Colpensiones hasta 2,3 salarios mínimos de su ingreso y el resto deberá ir a los fondos privados, ahora denominados Acai (administradoras del componente de ahorro individual), se está agotando el tiempo para escoger el Acai de cada trabajador: para eso se dieron seis meses desde que se firmó la ley, ya pasaron tres y aún no hay reglamentación al respecto. Una implementación llena de retos.