La pandemia no solo dejó miles de víctimas mortales, cambios en la vida diaria, en la manera de trabajar, de relacionarnos o de divertirnos. También provocó la mayor contracción económica en la historia del país, destruyó millones de empleos y causó un retroceso social sin precedentes en un 2020 para olvidar.
Para enfrentar la crisis sanitaria, la nación adoptó medidas de aislamiento y restricciones a la movilidad durante varios meses, que lograron contener el ritmo de los contagios de covid-19 y preparar al sistema de salud. Pero estas estrategias provocaron el choque más rápido, profundo y generalizado a la actividad productiva jamás visto en Colombia.
El balance económico es complejo. En abril, un mes de total confinamiento, la economía se desplomó 20 por ciento. La actividad productiva empezó a recuperarse a partir de junio, a medida que algunos sectores comenzaron a operar. Al cierre de septiembre, el país decrecía a un ritmo del 8 por ciento, ante la caída en el consumo, la inversión y la mayoría de ramos económicos. Todo indica que la economía colombiana se contraerá alrededor del 7 por ciento este año, la peor caída de la que se tenga registro.
El coronavirus también expuso las fragilidades de la economía del país en materia laboral. Por eso, una de las mayores secuelas de la crisis es la dramática cifra de desempleo: este año, la tasa de desocupación ha promediado el 16,6 por ciento y, aunque se ha reducido levemente en los últimos meses, lo ha hecho a costa de la informalidad y el aumento del empleo de baja calidad. También se acentuó la brecha laboral entre hombres y mujeres, y el desempleo juvenil sigue por las nubes, en 23,5 por ciento.
La pandemia desnudó de paso la precaria situación fiscal del país. Atenderla implicó subir el gasto público casi 4 puntos del PIB, aunque esto coincidió con la enorme caída en los ingresos tributarios, por otros 2 puntos del PIB. Con esto y ante la devaluación, la deuda pública subirá más de 10 puntos porcentuales y llegará a niveles del 66 por ciento del PIB, un máximo histórico para nuestro país.
Tras un año tan complicado, el Gobierno, los analistas económicos y muchos colombianos esperan que el próximo sea de recuperación. Según los 18 departamentos de investigación económica consultados, la economía crecería un 4,75 por ciento en 2021.
El comienzo de una vacunación masiva en el ámbito global podría restablecer los precios de materias primas como el petróleo a niveles prepandemia, e incentivar los flujos de capitales hacia países en vías de desarrollo. Por esto, los expertos no solo esperan un dólar más barato, sino un repunte en los mercados de acciones.
A nivel interno, la baja inflación permitirá un ambiente de menores tasas de interés que ayudarán a la reactivación del consumo y la inversión. La recuperación estaría especialmente jalonada por el crecimiento de la infraestructura, la construcción y el comercio, aunque todos los sectores tendrían un mejor desempeño.
Las obras civiles serán uno de los grandes motores de la reactivación debido a la continuidad de los proyectos de cuarta generación, el inicio de la primera ola de proyectos 5G, la construcción de vías terciarias y de megaproyectos como el metro de Bogotá. Sin duda, la ejecución de obras en el segundo año de gobierno de las administraciones locales, ya con planes de desarrollo terminados, será fundamental para dinamizar la economía.
Si bien se anuncia una recuperación y todo apunta a un mayor optimismo, no se puede esperar que la actividad económica alcance en 2021 los niveles prepandemia. Es decir que el crecimiento de la economía del próximo año no alcanzará a compensar la caída de 2020.
A pesar de la recuperación, por ejemplo, la tasa de desempleo se mantendrá en dos dígitos, y el número de personas ocupadas continuará por debajo de los niveles anteriores a la crisis.
Los sectores tendrán un comportamiento muy desigual, pues algunas actividades siguen muy rezagadas y se demorarán en retomar el ritmo que traían. Y con una economía de menor tamaño, los problemas fiscales crecen.
Por esto, algunos analistas hablan de un rebote estadístico gracias al efecto de una baja base de comparación, una menor incidencia de la pandemia y a las medidas de reactivación. De hecho, 2021 sería apenas el comienzo de la recuperación.
Todo indica que la economía solo volverá a superar los niveles del PIB que tenía en 2019 a partir de 2022. Sin embargo, según Bancolombia, para recuperar el grado de ingreso por habitante, el país se podría tardar de tres a cinco años. Esto confirma que si queremos recuperar el terreno perdido y lo que dejamos de crecer, será necesario un proceso más largo.
Debido a esto, para que Colombia supere las secuelas económicas y sociales que dejará la pandemia, 2021 debe ser también el año de las reformas económicas. Si volvemos a lo mismo, la actividad productiva no retomará la senda que traía antes del choque, y la pandemia ocasionará una pérdida económica enorme.
Los expertos hablan de la necesidad de abaratar los costos de generar empleo formal por medio de una reforma laboral, y recuperar la sostenibilidad de las finanzas públicas, para lo cual es fundamental una reforma tributaria y una optimización del gasto público. Respecto a esto último, muchos exigen acabar con la gran inequidad y la insostenibilidad que crea el régimen pensional de prima media.
No obstante, hay quienes dudan de que el Gobierno tenga el capital político para aprobar reformas de este calado, que resultan impopulares en medio de un año preelectoral. Esto puede alimentar las presiones y demandas sociales. Pero como advierte Corficolombiana, no hacer las reformas saldría muy costoso y, paradójicamente, le abriría el campo al populismo.
Colombia perdería el grado de inversión, con lo que Gobierno, empresas y hogares enfrentarían tasas de interés mucho más altas, lo que dejaría al país con un potencial de crecimiento mucho menor.
Por eso, es claro que si bien 2021 será un año de reactivación, aún hay muchos factores de incertidumbre y riesgos en el panorama. Desde la posibilidad de un rebrote o una mutación del virus, pasando por las nuevas medidas de confinamiento, las dificultades o demoras en el acceso a la vacuna, hasta el desafío de lograr el saneamiento de las finanzas públicas sin afectar la recuperación, y con lecciones de vida. Todo esto representa un riesgo político.
4,75por ciento crecería la economía colombiana en 2021, según el promedio de los 18 analistas consultados. Una cifra positiva luego de un año de desplome, pero que no es suficiente para recuperar el terreno perdido por la pandemia.
Si no se hacen las reformas, los impactos de la pandemia sobre el crecimiento se sentirán por muchos años. Por esto, si bien 2021 será un año de rebote en el crecimiento, lo que haga el país en materia de reformas marcará el tipo de recuperación que tendremos a futuro.
El año de la doble erre
El 2021 será el año no solo de la recuperación, sino de las reformas económicas, según Fedesarrollo. Para el centro de investigación, la caída de la actividad económica fue tan fuerte, generalizada y hubo un deterioro tan grande en el mercado laboral que la recesión originada por la covid-19 habría empezado en marzo, cuando arrancaron las medidas de confinamiento.
Para 2021, espera que la economía crezca un 4,4 por ciento, estimación ligeramente por debajo del promedio del mercado. Esto implicaría una recuperación en ‘V’, aunque asimétrica, pues luego de una rápida caída, vendrá una lenta recuperación, dice Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo. Cree que volver al estado de 2019 es insuficiente para recuperar el terreno perdido. Por esto, recalca la necesidad de que el país piense en una reforma tributaria, pero asimismo en una laboral, otra de pensiones y una social.
De hecho, la entidad está trabajando junto con Eduardo Lora en una propuesta que presentará en las primeras semanas del próximo año al país. Si bien no adelantó detalles, explicó que las reformas deben estar interrelacionadas, pues es imposible solucionar por ejemplo el tema pensional si no se resuelve la informalidad laboral, lo cual también impacta lo fiscal y social. “Hay que mirar las reformas de manera integral”, advierte Mejía.
La hora de la tributaria
Un crecimiento de 4,2 por ciento del PIB, liderado por el gasto de los hogares, es la principal proyección que tiene Anif para el próximo año. El rebote que viene para el país, tras un devastador 2020, será fundamental para mitigar el coletazo que deja la pandemia. Pero las previsiones de este centro de estudios son menos optimistas que las formuladas por el Gobierno. Eso sí, reconocen que habrá una recuperación importante en todos los sectores. De acuerdo con Mauricio Santamaría, presidente del centro de estudios, la inversión jugará un papel clave en este proceso. En cuanto al sector externo, prevé que las importaciones subirían 6,7 por ciento y las exportaciones, 6,4.
“Esto nos llevaría a recuperar un poco el terreno perdido este año, pero no totalmente”, señala. En medio de ese panorama, las ramas que jalonarán el crecimiento en 2021 serán construcción; comercio, transporte y turismo; actividades financieras; comunicaciones y servicios sociales.
Al margen de estos resultados, para Anif, la discusión de la reforma tributaria que presentará el Gobierno será la más importante que afronte el país de cara a los próximos diez años. En su opinión, llegó el momento de generalizar el IVA, revisar exenciones y beneficios y expedir un nuevo y más claro estatuto tributario.
Inversión y empleo
El año 2020 cerrará con una caída del 7,6 por ciento en la producción nacional, estima Catherine Pereira, decana de la Escuela Internacional de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de la Sabana. Cree que en 2021, el crecimiento del primer trimestre estará muy atado a la incertidumbre alrededor de la logística de distribución de las vacunas contra la covid-19. Para el segundo y tercer trimestre, se puede esperar que la recuperación se afiance, gracias a sectores con buenas perspectivas como infraestructura, turismo y horeca (hoteles, restaurantes y casinos) y las actividades de negocio con base tecnológica.
Considera que la inflación no será una gran preocupación el año entrante, debido a que el Banco de la República ha ejecutado una política monetaria en la dirección correcta, disminuyendo la tasa de interés de intervención y suministrando liquidez. “Ello ayuda a la reactivación, pero las medidas adoptadas pueden quedarse cortas ante la gravedad de la situación laboral”, precisa.
Además, cree que hay elementos claves para las empresas en 2021: tomar decisiones de inversión para crecer y la incorporación de nuevas personas a la organización.
Austeridad equivocada
La covid-19 seguirá siendo el elemento clave del desempeño económico de 2021, y de la evolución de la enfermedad dependerá la recuperación económica del país.
Jorge Armando Rodríguez, decano de Economía de la Universidad Nacional, considera que si bien cabe esperar un crecimiento positivo, el problema estará en que la ocupación permanecerá muy por debajo del nivel de pleno empleo.
La tasa de desocupación nacional ascendió a un promedio de 16,6 por ciento entre enero y octubre de 2020, 5,9 puntos porcentuales más que el mismo periodo del año anterior.
“La cuestión macroeconómica crítica será cómo reducir el desempleo y preocupa la orientación de la política fiscal. Para combatir el desempleo se necesita una política fiscal expansiva, que contribuya a la generación de demanda agregada, pero el Gobierno nacional se inclina por la austeridad fiscal en el momento equivocado”, sostiene este académico.
Opina que lo que convendría es implementar programas de empleo de emergencia o introducir algún tipo sostenible de renta básica. No obstante, señala que las autoridades económicas actuales no parecen estar listas para eso.
Ojo con las reformas
Las expectativas para 2021 no son muy alentadoras, pues la reactivación será gradual y la ‘normalización general’, en el mejor de los escenarios, solo podría darse hacia finales de año, siempre y cuando avancen de manera acelerada los temas de vacunación. “Solo en ese momento se estaría alcanzando un nivel de actividad económica similar al de 2019”, puntualiza Julián Arévalo, decano de Economía del Externado.
Cree que la recuperación dependerá de la evolución de sectores como el comercio, logística, transporte, alojamiento y servicios de comida, la industria y la construcción, ramo que no solo puede funcionar de manera adecuada en las condiciones actuales, sino que contribuye de manera importante a reactivar la demanda de trabajo.
Emprender una agenda acelerada de reformas estructurales en un contexto tan convulsionado como el actual puede ser riesgoso, asegura. “Sin duda, las medidas orientadas a crear empleo y conservar los existentes son prioridad, al igual que aquellas orientadas a generar ingresos para mantener los programas sociales. Sin embargo, dar grandes giros en temas fiscales, con los niveles de incertidumbre actual, puede ser demasiado costoso”, advierte.