El 2 % de incremento en el salario mínimo que propusieron los empresarios dejó fríos a los trabajadores, mientras que muchos de los técnicos estiman que la cifra está en el rango de lo que arrojan lo que ellos llaman ‘modelos econométricos’, con los cuales se tomó en cuenta la productividad –que resultó ser negativa (-0,6 %)– y la inflación promedio del año, que sería de 1,49 %.
Desde ya, en los corrillos ciudadanos, en los que el salario mínimo en Colombia para 2021 es el tema obligado, se menciona que el Gobierno debería ir redactando el decreto unilateral con el cual se establecerá el aumento que regirá en el próximo año, uno de los más complejos para todos.
Las posibilidades de lograr un acuerdo entre las partes parecen lejanas, pues hay una distancia enorme entre la cifra que proponen los gremios de empresarios y la aspiración que llevaron los sindicatos a la mesa de negociación de política salarial: 1.000.000 de pesos, más 120.000 pesos de subsidio de transporte (es decir, un poco más del 14 %).
Se agota el tiempo
El cronograma para dialogar y llegar a un punto medio, se agota. El lunes 14 de diciembre habrá un nuevo encuentro entre las tres partes, incluido el Gobierno a través del Ministerio de Trabajo, que aún no se ha pronunciado sobre las propuestas de ambas partes. Pero, por ahora, los sindicatos no están dispuestos a dar su brazo a torcer. Y los empresarios siguen empecinados en que la única forma de generar empleo es que no se aumenten los costos de contratar mano de obra.
Para dirimir ese tire y afloje, ya la negociación tiene el tiempo en contra. El 15 de diciembre es la última oportunidad. Luego de la cual se programarán sesiones extraordinarias que busquen acercar a las partes.
No obstante, para ello solo habrá 10 días hábiles, incluido el 24 de diciembre, pues antes el 30 de diciembre es el plazo máximo que tiene el Gobierno para la expedición unilateral del decreto de incremento del salario mínimo, el cual tendrá que entrar en vigencia el 1.° de enero.
Iván Jaramillo, del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario, estima que las propuestas están en una distancia tan grande (empresarios 2 %, centrales sindicales 14 %) que no parece haber ambiente favorable para la concertación y para reconocer lo atípico de la coyuntura: la crisis económica sanitaria que requiere superar los viejos paradigmas que señalan que aumento del salario mínimo es igual a desempleo”.
En el mismo sentido, el presidente de la CGT, Julio Roberto Gómez, dijo que este no es un año para tener en consideración una cifra de productividad, cuya ubicación en terreno negativo era predecible y nada tiene que ver con la eficiencia de los trabajadores. “Hay que ir es al alma del asunto”.
Son muchos los indignados con la idea de un incremento de solo el 2 %. El senador Gustavo Bolívar, por ejemplo, calificó la propuesta empresarial como ‘ridícula’ y, desde las mismas filas del tejido empresarial, el presidente de Tecnoglass, Christian Daes, expresó su opinión sobre la propuesta de incremento del salario mínimo de sus homólogos con una frase contundente: ‘mandan huevo’.
En la otra trinchera, entre los que respaldan el 2 %, está la generalidad de los economistas. Por ejemplo, la jefe del BBVA Research en Colombia, Juana Téllez, en diálogo con AmCham Colombia, advirtió que un aumento elevado del salario mínimo en 2021 incrementará los índices de desempleo e informalidad en el país.
Por el contrario, en representación de los trabajadores, Fabio Arias, de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), calificó la cifra de incremento como ‘miserable’.
En el tapete está también el hecho de que, para los sindicatos, aunque el incremento del salario es el punto central de la discusión, tienen entre pecho y espalda otros puntos que forman parte del llamado plan de emergencia propuesto por las centrales obreras, en el que se habla de pago a la nómina de las pequeñas y medianas empresas, al igual que una renta básica para la población vulnerable.
Estas variables, que desde la percepción de los trabajadores no han sido atendidas por el Gobierno, después de que concluya la negociación del mínimo, quedarán en el aire, como ‘caldo de cultivo’ para posibles protestas sociales en 2021. Es decir, el ambiente no podía estar más nublado.