Se calienta la temperatura para la negociación del salario mínimo, a medida que se acerca la fecha de arranque, la cual, según conoció SEMANA, sería el 4 o el 5 de diciembre.
La negociación tripartita consiste en instalar una mesa de negociación en la que tienen asiento los empresarios, el Gobierno y los trabajadores, representados por líderes sindicales de las centrales obreras y voceros de pensionados.
Durante el proceso, se destapan cartas sobre incrementos, los cuales, en general, parten de la propuesta de los sindicatos y se van ajustando con base en los argumentos de los empresarios que, a la larga, son los que contratan la mano de obra. El Gobierno entra en el desarrollo de las discusiones, como garante de la política salarial y laboral, defendiendo el respeto por las normas vigentes.
VIDEO: LE PUEDE INTERESAR
La negociación no podrá ir más allá del 30 de diciembre, que es la fecha límite para lograr un acuerdo. De lo contrario, el incremento será fijado por decreto, como ocurrió en el 2019.
Un entorno complejo
Si bien las discusiones alrededor del incremento en el salario mínimo siempre son controversiales, en este año lo serán aún más, pues estarán en la mitad una especie de encrucijada: la crisis del coronavirus golpeó a todo el mundo, incluidas las empresas. El desempleo es alto, en septiembre se ubicó en 15,8 por ciento, lo que para muchos expertos es un retroceso de una década, toda vez que Colombia había logrado mantener este indicador en un dígito.
Las empresas argumentan que uno de los frenos para contratar, son los altos costos salariales; mientras tanto, los trabajadores estiman que si no se hacen los incrementos justos, para poner plata en el bolsillo de los ciudadanos, los mayores perjudicados serán los empresarios, debido a que la gente usa su ingreso para comprar los productos que ellos fabrican.
Qué variables se tienen en cuenta
En Colombia existen unas reglas establecidas para la negociación del salario mínimo. Si bien hay propuestas de incrementos previas a la instalación oficial de la mesa de concertación de la política salarial, lo cierto es que en la negociación debe haber control sobre cinco datos económicos:
1. El primero, sin que esto implique que uno tiene más importancia que el otro, es el índice de Precios al Consumidor (IPC) del año en curso. Este indicador tiene en cuenta el valor del costo de vida y se tiene pone en el foco, precisamente para evitar la pérdida de poder adquisitivo. Es decir, que no se de un avance en el ingreso del trabajador.
2. Meta de inflación fijada por el Banco de la República para el siguiente año. Muchos trabajadores argumentan que el incremento que se logra en el salario mínimo y, en general en todos los niveles salariales, termina siendo inocuo, puesto que así como aumenta el porcentaje del ingreso, también sube el costo de vida, de manera que los ciudadanos terminan siempre en la misma estación: vivir en la escasez. Esta variable intenta tener en cuenta el aumento que tendrá el costo de vida en el año en el cual se aplicará el incremento al salario.
3. Incremento del Producto Interno Bruto (valor de la actividad económica de un país). Se refiere al resultado en la producción, pues si las empresas ganan pueden repartir parte de esa ganancia entre la mano de obra que les permite producir.
4. La contribución de los salarios al ingreso nacional. Estas son variables que también tienen que ver con la dinámica de la economía, pues el que devenga un sueldo pone esa plata al consumir productos y así se genera el dinamismo que se necesita para causar bienestar para todos.
5. La productividad de la economía. Es uno de los más controversiales. Incluye productividad laboral y productividad de todos los factores.
Con base en estos cinco datos, que deben ser oficializados por el Dane, el Banco de la República, el Ministerio de Hacienda y el Departamento de Planeación Nacional, los integrantes de la mesa tripartita empiezan a poner sus cifras de incremento y a defender sus argumentos.
En ese contexto, la negociación del salario mínimo, pese a cifras que habrían lanzado los sindicatos, aún está en pañales. Más aún, porque el 2020 es un año sin precedentes.