El pasado 18 de diciembre, se dio vía libre a una movida empresarial en Latinoamérica que puede tener una profunda repercusión en el sector de energía en Colombia.
Enel, el poderoso conglomerado italiano que opera en más de 30 países, ajustó sus estructuras societarias en esta región. Una junta (asamblea) extraordinaria de accionistas de Enel Américas –que tiene bajo su control las operaciones de la empresa en Argentina, Brasil, Perú, Colombia y Centroamérica– aprobó su fusión con Enel Green Power, la filial y marca encargada del desarrollo de energías renovables no convencionales de este conglomerado energético, como la solar o la eólica.
No solo se trata de simplificar la estructura societaria, buscar sinergias y hacer más eficiente la operación, por ejemplo en materia tributaria.
En el caso de Colombia, el interés es adicional: Enel Américas participa de las operaciones de Emgesa, que representa el 20 por ciento de la capacidad de generación de energía en el país, y de Codensa, que distribuye la energía en Bogotá y Cundinamarca, con una participación de mercado del 24 por ciento.
Esta ha sido considerada una de las alianzas público-privadas más exitosas del último cuarto de siglo: Bogotá tiene la mayoría accionaria en estas compañías, con el Grupo Energía Bogotá (GEB) –considerado la joya de la corona de la capital–, y Enel maneja la administración.Sin embargo, en los últimos años se generó una profunda crisis en este ‘matrimonio’ entre el GEB y Enel, cuyas diferencias podrían ubicarse entre los 1.200 y 4.000 millones de dólares.
La controversia se ha dado por tres conflictos: la distribución de dividendos y utilidades; el desarrollo de energías renovables no convencionales, que estaban en cabeza de Enel Green Power y no de Emgesa, y el uso de la marca Enel, que opacó a las de Emgesa y Codensa. Este enfrentamiento derivó en tribunales de arbitramento que hoy analizan cada caso y dejaron en evidencia la ‘alta tensión’ que hubo entre la administración anterior del GEB y Enel.
A pesar de la distancia entre las firmas, que incluso avanza también en procesos penales en la Fiscalía por presuntos perfilamientos y seguimientos a ejecutivos de Enel en Colombia, en los últimos meses ha habido acercamientos entre las partes.
En una entrevista que le dio recientemente al diario El Tiempo, Juan Ricardo Ortega, presidente del GEB, admitió que las dos empresas están en conversaciones para dirimir el conflicto de los tribunales de arbitramento.
¿Por qué es clave la movida societaria de Enel en la región?
Porque uno de los temas más sensibles ha sido el desarrollo de los negocios de energías renovables no convencionales. Enel en Colombia tiene proyectos como Windpeshi, Tumawind y Chemesky –eólicos en La Guajira–, así como El Paso y La Loma –solares en Cesar– con una capacidad instalada superior a los 700 megavatios a través de Enel Green Power.
Pero Emgesa, la generadora de energía, no participa en proyectos renovables no convencionales y una de las tensiones ha sido precisamente la imposibilidad de realizarlos.
En el mundo, el crecimiento del negocio de generación de energía viene por cuenta de las renovables no convencionales. Colombia está en un proceso de transformación de su matriz energética y busca pasar de 1 por ciento de participación en la generación de energías renovables no convencionales a llegar a más del 20 por ciento en 2030.
Esta es una gran oportunidad de crecimiento para las generadoras: por una parte, ante las dificultades de desarrollo de nuevos megaproyectos, como los que se han registrado con Hidroituango en su construcción y las tensiones ambientales y sociales que se dan. Y, por otra, frente a la tendencia de descarbonización mundial y la búsqueda de una generación más limpia y sostenible.
De acuerdo con fuentes cercanas al proceso, Enel Américas no podía desarrollar negocios de renovables no convencionales, pues su estructura societaria era distinta a la de Enel Green Power. De hecho, una de las fórmulas que se ventiló en medio del conflicto entre el GEB y Enel era que el grupo bogotano participara directamente en Enel Green Power Colombia.
Pero la movida no se cristalizó.Además, la operación de Enel Américas permite que se eliminen conflictos de interés, por ejemplo en la compra y comercialización de energía generada por renovables no convencionales, entre partes involucradas: en el caso de Colombia entre Enel Green Power y Emgesa.
Así mismo, facilita la generación de sinergias operativas y comerciales que harán más eficiente la gestión.Ahora, con la fusión, los activos de renovables entran a Enel Américas y esa situación facilitaría los acercamientos entre el GEB y Enel. El diálogo está abierto no solo tratando de definir acuerdos en las diferencias, sino también visiones de largo plazo.
En ese contexto, empiezan a coincidir lineamientos: mientras el GEB está interesado en trabajar de manera conjunta los negocios de renovables no convencionales en el futuro, también, por el lado de Enel, se busca definir reglas claras en las distribuciones de utilidades y dividendos, así como en los niveles de endeudamiento de las compañías. Estos temas se están analizando en mesas de trabajo entre las dos compañías, mientras los tribunales de arbitramento siguen sus procesos.
Según le confirmó una fuente a Dinero, la etapa de conciliación no se agota en el tribunal y advirtió que en cualquier momento si ambas partes llegaran a una conciliación podrían hacerlo.
Pero la visión común puede ir más allá: por ejemplo, trabajar en esquemas de movilidad eléctrica, en el desarrollo de una ciudad cada vez más inteligente, en mejorar los indicadores de calidad en el servicio de distribución de energía, con cerca de 30 subestaciones que se construirán en la próxima década, y en la participación en megaproyectos como el metro y el Regiotram.
La operación en Chile
El mercado en Chile estaba a la expectativa de la operación de Enel Américas y la fusión con Enel Green Power en la región. Era, como advirtieron analistas consultados en Santiago de Chile, “un movimiento inevitable y que se veía venir”.
Entre los accionistas de Enel Américas se destaca la italiana Enel, con cerca del 65 por ciento de participación, y los fondos de pensiones chilenos son minoritarios y tienen cerca del 35 por ciento.
El 80,4 por ciento de las acciones aprobó la fusión y el cambio de estatutos para permitir que un accionista supere el 65 por ciento de la propiedad de la empresa.Dos fondos, Habitat y Planvital, votaron en contra de la fusión, mientras que Cuprum y Capital aprobaron el negocio.
La operación fue una fusión por absorción, es decir, Enel aporta a Enel Américas los activos de renovables no convencionales en la región, que suman más de 2.900 megavatios instalados y en desarrollo otros 2.200 en los próximos dos años. Así su participación aumenta en 10 puntos porcentuales y llega a 75 por ciento.
Los minoritarios se diluyen, pero aumenta el valor de la compañía.Además, un día antes de la asamblea extraordinaria, Enel Italia anunció una Oferta Pública de Adquisición (OPA) por hasta el 10 por ciento de las acciones de Enel Américas de aprobarse la fusión con Enel Green Power Latinoamérica, pagando un valor adicional al mercado. En la OPA se calcula que el grupo italiano desembolsará un máximo de 1.400 millones de dólares.
Si avanza esta OPA podría quedarse hasta con el 85 por ciento de la compañía integrada.Este movimiento regional permitirá buscar los acuerdos en Colombia, no solo en las energías renovables no convencionales, sino en los otros conflictos y cerrar ese capítulo de controversias para reafirmar los ‘votos’ en uno de los matrimonios empresariales modelo. No en vano dicen que lo mejor de las peleas de pareja son las reconciliaciones.