El reciente dato de inflación para mayo ratificó la tendencia descendente de los precios que alcanzaron en marzo su techo de 13,3 por ciento anual. Ya para el quinto mes del año la inflación fue de 0,43 por ciento y en términos anuales fue de 12,3 por ciento, una reducción frente al 12,8 por ciento de abril.
Los alimentos han sido uno de los mayores impulsores de esta nueva tendencia. Su inflación continuó a la baja, ubicándose en 15,6 por ciento en mayo frente al 18,4 por ciento del mes anterior, y después de haber alcanzado techos de más del 30 por ciento en el primer semestre del año pasado. Ahora, incluso, algunos productos tienen registros mensuales negativos.
El incremento en los precios se ha convertido en una pesadilla para los colombianos porque los costos han roto los bolsillos y deteriorado su capacidad adquisitiva. Y, sin duda, aunque el cambio de tendencia ha sido un bálsamo para los hogares, aún está lejos del rango meta del Banco de la República de ubicarse cerca al 3 por ciento, cifra que se alcanzaría a finales del año entrante o en 2025.
Sin embargo, en el corto plazo hay un desafío enorme que podría afectar la reducción del costo de vida. Según un análisis de la Anif, un reto adicional de la inflación para el segundo semestre de 2023 será el fenómeno de El Niño, que podrá presionar al alza tanto la energía como la producción agrícola, con una incidencia directa sobre el nivel de precios. La probabilidad de que se dé es superior al 80 por ciento.
Este fenómeno se caracteriza por condiciones más secas en África occidental, África meridional, en el Sudeste Asiático, Australia, en el norte de Suramérica y en Centroamérica, pero más húmedas en África oriental y en los países cercanos al oriente asiático.“
Las condiciones climáticas secas aumentan el impacto negativo del estrés hídrico sobre la producción agrícola. En caso de que se materialice un fenómeno de El Niño de intensidad moderada o alta en la segunda mitad del año, existen implicaciones potencialmente adversas en los rendimientos de los cultivos de cereales en 2023/2024”, advierte un análisis de Corficolombiana.
Para la firma internacional Oxford Economics, El Niño puede desencadenar suspensiones o reducir la producción en las regiones más afectadas. Pero es más optimista sobre su impacto, pues considera poco probable que sea lo suficientemente grande o duradero como para presagiar una nueva crisis de la cadena de suministro a nivel mundial. Sin embargo, destaca que podría ayudar a mantener elevados los precios de los alimentos o, incluso, empujarlos aún más, y así mantener elevada la inflación, aunque señala que el clima es solo uno de los muchos factores para analizar.
En Colombia, como reporta la Anif, la división de alimentos y bebidas no alcohólicas presionó la inflación durante el último año hasta su pico en marzo. Para mayo, su resultado negativo “da una señal positiva”. “Si bien la división viene presentando una tendencia a la baja, es probable que encuentre una nueva barrera dada la posibilidad del inicio del fenómeno de El Niño, el cual podrá tener repercusiones sobre la producción y el abastecimiento agrícola, impactando directamente los precios de las materias primas”, agrega este centro de pensamiento.
Para Juan David Ballén, director de Análisis y Estrategia de Casa de Bolsa, la inflación va a caer, “el tema es que el clima se convierte en un riesgo que puede generar que entre finales y comienzos del año entrante se pueda llegar a presentar una nueva ola de carestía, pero veremos qué tan intenso termina siendo el fenómeno para incluir dentro de nuestras expectativas algún tipo de choque por el lado de precios”.
De acuerdo con Corficolombiana y su análisis, en los precios, tanto la menor oferta de productos como el peso de los alimentos en la canasta básica de cada país de la región son factores que inciden en el alcance de los efectos del fenómeno de El Niño sobre la inflación. En general, este suceso coincide con aumentos en el nivel de precios de entre 1 y 5 puntos porcentuales. Para Ecuador, por ejemplo, estaría por encima de los 5 puntos, mientras que en el caso de Bolivia se acercaría a 2 puntos y Colombia, 1,23 puntos.
Según sus estimativos, el impacto de El Niño en el crecimiento económico en la región andina podría afectar negativamente a Perú en 1,7 puntos porcentuales, a Ecuador en 1,63 puntos, a Bolivia en 0,76 puntos y a Colombia en 0,60 puntos.
Los dos corrientazos
Los últimos eventos del fenómeno de El Niño coincidieron con inflaciones al alza y un poderío del dólar, en especial a finales del siglo pasado con la crisis de la vivienda en Colombia, y en 2015 y 2016 cuando se dio la destorcida de los precios internacionales del petróleo.
Para Corficolombiana, los precios de la energía eléctrica aumentarían de manera contemporánea por este fenómeno climático, mientras que el gas natural y los alimentos tardarían de tres a cinco meses en reflejar presiones por la disrupción climática. “Bajo un escenario de Niño moderado, la inflación cerraría 2023 en dos dígitos, sin embargo, la disminución de tarifas en educación superior y la apreciación del peso colombiano mitigarían parte de las nuevas presiones”, dice el análisis y agrega que la actividad económica del sector agropecuario crece 0,5 puntos porcentuales menos en periodos del fenómeno de El Niño, en tanto que el sector de energía, en promedio, en estos periodos exhibe un crecimiento 0,6 puntos menor.
El impacto en el sistema eléctrico del país se puede dar por dos vías. La primera, las amenazas permanentes sobre la posibilidad de un racionamiento de energía, reviviendo el fantasma de hace 30 años cuando el apagón llegó a Colombia en un intenso Niño; o más recientemente, a mediados de la década pasada, cuando a este fenómeno climático se sumaron la salida de plantas como Guatapé por una emergencia o algunas térmicas por mantenimientos.
El Gobierno ha descartado un racionamiento de energía, y los generadores están tranquilos con su capacidad para enfrentar hoy esta coyuntura.
Según Alejandro Castañeda, director ejecutivo de Andeg –gremio de generadores térmicos–, con la capacidad existente en el sistema, con las plantas que van a entrar este año, como Termocandelaria, Termocaribe 1 y las unidades 3 y 4 de Hidroituango, el país cuenta con la energía firme para atender la demanda.
Además, asegura que se ha venido activando la logística de los combustibles. “Lo que hacen las plantas a carbón es aumentar el stock en sus pilas de abastecimiento para llegar a almacenamientos de 40 o 45 días. En el caso del gas, barcos metaneros con cerca de 100.000 metros cúbicos de gas alimentarán las plantas del grupo térmico (Termocandelaria, Termoflores y Tebsa), y en combustibles líquidos se están activando los contratos que tienen con sus distribuidores mayoristas”. Castañeda agrega que las inversiones mensuales para estos recursos ascienden a 1,6 billones de pesos.
Sin embargo, como menciona un experto del sector, hay que estar muy atentos al comportamiento de los embalses para cuidar el recurso hídrico, pues aún no se sabe cómo avanzará el fenómeno de El Niño y qué tan profundo e intenso puede ser.
Y la segunda vía por la que esta manifestación climática puede impactar al sector eléctrico está relacionada con las tarifas de energía, en especial en los precios en bolsa, el mercado al que recurren las distribuidoras cuando no están cubiertas con contratos de largo plazo, y, ahora con mayor presencia de las térmicas, ese precio puede crecer.
En promedio, las empresas distribuidoras están cubiertas en un 80 por ciento con los contratos de largo plazo y el 20 por ciento restante se completa con la energía que se comercializa en la bolsa. En ese contexto, dice Castañeda, según cálculos del gremio, por cada 100 pesos que la bolsa sube, en ese escenario de la relación 80-20, el efecto de incremento de tarifas puede ser 2 por ciento en el impacto total.
Pero hay un inconveniente. Varias empresas distribuidoras tienen exposiciones a la bolsa superiores al 30 por ciento, llegando incluso a superar el 50 por ciento, y eso hace que cualquier efecto en bolsa se magnifique.
En el caso de los alimentos, la atención está puesta en el comportamiento que pueda tener ante un Niño intenso. Jorge Enrique Bedoya, presidente de la SAC, señala que el impacto dependerá de cuándo llegue, cuánto dure y qué tan intenso será. “Los agricultores deben prepararse con acciones como la adecuación de reservorios de agua y planes de agilización de fertilización, entre otras actividades. Y por el lado de la política pública, el Gobierno debe avanzar con la preparación de paquetes para seguros de cosechas agropecuarias”.
Sobre el impacto en los precios, Bedoya considera que “si el fenómeno es muy duro, puede tener repercusiones en la inflación, ojalá no en sectores completos, a partir del primer semestre del año entrante. Pero hasta ahora es un pronóstico complejo”.
Por su parte, Daniel Velandia, director ejecutivo de Research y economista jefe de Credicorp Capital, estima que “el fenómeno de El Niño nos va a agarrar con una inflación de alimentos de por sí alta. Lo que puede terminar pasando no es que la inflación de alimentos suba, sino que no caiga tan rápido como se está previendo”.
El país está a la expectativa de la llegada del fenómeno de El Niño y, sobre todo, de qué tan travieso puede ser.