Generalmente al pensar en la sobreexplotación se tiene la imagen de flotas enormes de barcos pesqueros extrayendo recursos sin medida, pero es la pesca en pequeña escala la que genera más de la mitad de las capturas marinas y continentales del mundo, casi todas ellas destinadas al consumo humano directo, afirma el organismo. Estas pesquerías emplean más del 90% de los 35 millones de pescadores de captura que existen en el mundo y mantienen a otros 84 millones de personas empleadas en puestos asociados con la elaboración de pescado, su distribución y su comercialización. Se estima que en la pesca artesanal o de pequeña escala en América Latina y el Caribe participan más de 2 millones de pescadores con un nivel de producción anual mayor a 2,5 millones de toneladas métricas, y valores de producción de aproximadamente US$3.000 millones. La pesca en Colombia El recurso pesquero en el país, a diferencia de otros recursos, tiene una connotación jurídica de “res nullius”, lo que significa que carece de dueño (los recursos pesqueros son bienes comunes y por lo tanto, son de todos y no son de nadie), así lo afirma la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap). La actividad pesquera aparte de verse comprometida por factores externos como la sobrepesca y la contaminación ambiental (derivándose en tendencias decrecientes en la producción) se ve perjudicada por la connotación legal. En los últimos años la piscicultura (acuicultura) se ha vuelto una opción mucho más rentable ya que la pesca de subsistencia, mal reglamentada y sin organización ha conducido a los recursos disponibles a una sobreexplotación insostenible. Según la Aunap, en los años 90 la captura de la pesca industrial representaba el 55%, la pesca artesanal el 25% y la acuicultura (piscicultura) el 20%. Hoy en día la acuicultura representa ya el 51% de la producción pesquera. En la actualidad, los colombianos consumen en promedio 6,4 kilos de pescado al año, una cifra muy inferior que la establecida por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para Latinoamérica en 9 kilos. Pero para tener en cuenta la pesca es muy seguramente una de las actividades agropecuarias que más aporta a la seguridad alimentaria ya que existe una amplia población que depende del sustento diario a través de la pesca de pequeña escala o artesanal. Para 2014, más de 400.000 personas dependían exclusivamente de las actividades pesqueras para vivir. De la industria pesquera se generan más de 50.000 empleos directos y cerca de 197,500 puestos indirectos, según un informe de la Aunap. Capacitar la pesca Ines Angulo del BID, enfatiza en la importancia de desarrollar capacitaciones participativas, adaptadas a las necesidades y características de los pescadores artesanales. “Estas capacitaciones dan como resultado pescadores no sólo capacitados en prácticas más sostenibles, sino también concientizados de sus responsabilidades para con el medio ambiente, motivados a hacer uso de sus conocimientos de forma sostenible, y empoderados a practicar la pesca como una actividad más allá de ser un medio de subsistencia” explica. Por ejemplo, algo fundamental en las capacitaciones es entender cómo la pesca enfocada en un número limitado de especies afecta la cadena trófica y por ende, la salud del ecosistema marino. También, para el mejoramiento de la sostenibilidad de la pesca y del recurso, es clave el uso de artes de pesca legales que eviten o minimicen la captura de especies en estadio juvenil, y así asegurar sus ciclos de reproducción y mantener las poblaciones futuras. El sector pesquero debe evolucionar hacia el concepto de pesca responsable y el manejo pesquero basado en el ecosistema. “Sólo una visión de largo plazo puede asegurar la sustentabilidad ecológica, económica y social de la pesca”, concluye Angulo.