Para el próximo 20 de diciembre está programada la última reunión del año de la Junta Directiva del Banco de la República, en la que tomará decisión sobre las tasas de interés, que hoy se encuentra en 9,75%.
Será una junta especial: estrenará a un nuevo miembro, Diego Guevara, el ministro de Hacienda, recién nombrado, tras la renuncia de Ricardo Bonilla, en medio de escándalos de corrupción en la Unidad Nacional para la Gestión de Riesgo de Desastres (UNGRD). Pero, además, tendrá sobre la mesa nuevos escenarios económicos para tomar la decisión, de cara a 2025.
Aunque la inflación viene cediendo y ya se ubica en 5,20%, la menor desde octubre de 2021, la junta del Emisor ha sido muy cautelosa con la reducción de las tasas, y ha mantenido una ‘baja velocidad’. Si bien los miembros de la junta coinciden en la favorabilidad que tiene la tendencia de la inflación y las expectativas, con todos los estimativos a la baja, y la necesidad de seguir disminuyendo las tasas, hay advertencias que mantienen las alertas encendidas y algunas opiniones divididas entre los codirectores. De hecho, en las votaciones recientes, con reducciones de 50 puntos básicos, las victorias han sido estrechas: cuatro miembros a favor y tres en contra, que apoyan reducciones más amplias.
Tal vez la principal preocupación, hoy por hoy, es la incertidumbre por las perspectivas fiscales, que en el corto plazo muestran reducciones en el recaudo, el hundimiento de la ley de financiamiento y la primera vez en la historia económica del país en que un presupuesto general será expedido por decreto. También hay una creciente expectativa por el cumplimiento o no de la regla fiscal.
Además, a mediano plazo las preocupaciones están asociadas con iniciativas que sortearon su trámite en el Congreso, pero que han generado entre los economistas dudas e inquietudes, particularmente por el proyecto de Acto Legislativo sobre las transferencias a los entes territoriales.
“Los temas fiscales representan retos importantes para la política monetaria, como lo han señalado los codirectores del Banco. Al desafío del cumplimiento de la regla fiscal en 2024 y 2025, se suman presiones como el Acto Legislativo del Sistema General de Participaciones y la reforma pensional, entre otros”, advierte César Pabón, director de Estudios Económicos de Corficolombiana.
Por su parte, como advierte Camilo Pérez, jefe de Investigaciones Económicas del Banco de Bogotá, el desafío más importante que va a tener Colombia en 2025, sin lugar a dudas, será el fiscal. “En la medida en que no se solucione ese tema, al Banco de la República le va a quedar difícil acelerar el ritmo de recortes de tasa de interés”, advierte.
Para Daniel Velandia, economista jefe de Credicorp Capital, lo que ha pasado con el Sistema General de Participaciones y la incertidumbre con respecto al financiamiento del presupuesto del próximo año, son factores que han estado explícitamente en los argumentos del Banco de la República. “Así que en la medida en que no es algo que se vaya a disipar pronto, esas preocupaciones son un factor que va a seguir pesando mucho en las decisiones de la Junta, sobre todo este mes de diciembre”, afirma.
¿Cuál es el panorama de la inflación? Un análisis de Corficolombiana establece que para este año cerrará por debajo del 5,3% proyectado por el equipo técnico del Emisor, por lo que en la reunión de la junta en diciembre habría argumentos para acelerar el ritmo de recortes en la tasa de política monetaria a 75 puntos básicos. Sin embargo, una serie de preocupaciones, además de la fiscal, mantendrían la postura de cautela de la mayoría de los codirectores.
Por esta razón, el consenso es que la próxima reunión de la junta del Banco de la República de este viernes 20 de diciembre habrá una reducción de tasas en la misma línea de las anteriores: 50 puntos básicos, para ubicarse en 9,25%.
Aunque la inflación viene cayendo, todavía está lejos del rango meta del Banco de la República, y eso también hará que la junta mantenga el camino de la prudencia y cautela.
Los riesgos sobre la inflación se mueven en varios frentes. Para Camilo Pérez, uno tiene que ver con la indexación y, en especial, la de servicios, por ejemplo, los arriendos que dependen de la inflación del pasado. “Básicamente si la indexación es alta, la inflación de arrendamientos no va a entrar en el rango meta”, dice Pérez.
Como señala Velandia, la inflación de servicios es la que más le ha preocupado al Banco de la República porque ha sido muy persistente. En ese mismo sentido, Pabón argumenta que los servicios, especialmente los arriendos, están altamente indexados y no muestran señales de desaceleración en el corto plazo.
En otro frente, el comportamiento del dólar se ha convertido también en un riesgo para la inflación. El Banco de la República advirtió en una de sus recientes minutas que la fuerte devaluación de la tasa de cambio observada durante las últimas semanas, si bien ha sido un fenómeno común para otras economías latinoamericanas en un contexto de incertidumbre sobre las condiciones financieras globales, en el caso colombiano se ha visto acentuada por la notable caída de los precios internacionales del petróleo y la preocupación por el financiamiento del presupuesto de 2025.
Los cálculos de Pabón establecen que cerca del 14% del índice de precios al consumidor proviene de productos importados de la canasta básica, “por lo que el precio del dólar tiene un impacto significativo y podría comenzar a afectar productos como vehículos, prendas de vestir y aparatos de comunicación. Este efecto, sin embargo, es diluido y puede tomar hasta seis meses en reflejarse plenamente”.
Velandia considera que, hasta ahora, no parece haber un impacto de la reciente depreciación del peso sobre la inflación, “pero eso se va acumulando. Entonces, si el dólar no baja o incluso sigue subiendo, ahí puede haber un efecto”, asegura, y agrega que mucho va a depender, no solo de lo que pase cuando Donald Trump se posesione como presidente de Estados Unidos, “sino también de cómo siga la situación fiscal, que le está pegando de manera no despreciable al dólar”.
Y el otro frente de atención está relacionado con la definición del incremento del salario mínimo para 2025. Pabón afirma que un incremento del salario mínimo muy superior al dato de inflación podría generar efectos negativos en el empleo y la informalidad, además de presiones inflacionarias. “Muchos precios en la economía están indexados al salario mínimo, lo que contribuye a un fenómeno inercial que dificulta que la inflación alcance la meta prevista. Esto es evidente en la alta indexación de los arriendos, que representan cerca del 25% del índice de precios al consumidor y aún se mantienen elevados”.
Pérez también considera que el otro gran riesgo es el tema de salario mínimo, negociación a la que claramente el Banco de la República va a estar muy atento. “Creo –dice Pérez- que en definitiva se va a dar una fuerza que estaría por encima de lo que nos manejarían los criterios técnicos, entonces seguramente eso va a pesar en la decisión del Banco de la República de la próxima semana”.
Velandia señala que la preocupación está latente desde que se conoció el dato de productividad que publicó el Dane. “El banco va a estar bastante cauteloso. Otra razón más para pensar que la gradualidad se va a mantener”, puntualizó.