No es muy claro cuándo el tapabocas se convirtió en un elemento indispensable para contener contagios epidemiológicos. Se sabe que fue en China entre los años 1122 y 771 antes de nuestra era, pues sus habitantes conocían ya los efectos producidos por los fluidos de boca y nariz. Pero este elemento de protección personal cobró importancia durante la gran plaga de Manchuria en 1910, dado que logró frenar el creciente número de muertes.
Más allá del año en que se descubrió la utilidad del tapabocas, lo cierto es que, por primera vez en la historia, en 2020 se convirtió en un artículo de uso universal. Claramente, implica una enorme demanda, que hoy están atendiendo empresarios de todos los tamaños e incluso de diferentes sectores productivos.
Las oportunidades de negocios surgidas para esta prenda son sorprendentes. La Cámara de Dispositivos Médicos e Insumos para la Salud, de la Andi, estima que solo para médicos y enfermeras en el país se requieren 9,8 millones de tapabocas al mes, asumiendo que utilizan dos al día. Esto sin contar los demás trabajadores del sector salud y los de otras industrias críticas, como energía, alimentos y farmacéutica.
Además, se suma el resto de la población que adquiere tapabocas quirúrgicos y de tela que puedan ser reutilizados. La consultora Grand View Research calcula que el tamaño del mercado global de tapabocas reutilizables alcanzará 7.080 millones de dólares para 2027, con crecimientos anuales promedio de 23,5 por ciento entre 2020 y 2027. Y no solo por causa del coronavirus, sino también por la creciente conciencia sobre las enfermedades originadas por la contaminación del aire, el polvo y el humo.
Este panorama lo tienen claro firmas como Rymco Medical, uno de los mayores productores de tapabocas quirúrgicos del país. Durante los últimos 30 años, la compañía barranquillera ha visto evolucionar ese mercado.
La competencia de importados chinos tradicionalmente ha sido fuerte, y ahora más debido a que, tras la escasez que se presentó al comienzo de la pandemia, se permitió por un tiempo que los tapabocas entraran en la categoría de vitales no disponibles. Eso permitió la importación exprés, que en muchos casos no tuvo en cuenta la calidad de los productos que ingresaban al país. “Ahí es en donde entramos a diferenciarnos los fabricantes que cumplimos con todas las normas. Eso incluso nos ha servido para aumentar los mercados a los que llegamos”, dice Juan Carlos Rodríguez, gerente de Rymco, empresa que este año ya exporta a 12 países (el año pasado eran nueve) y acaba de recibir aprobación de la FDA, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, para venderle a esa nación.
A fin de atender la mayor demanda y la escasez del primer trimestre, en Rymco compraron máquinas para ampliar la capacidad de producción, duplicaron la mano de obra, y eso les permitió cumplir en los mercados local y externo. Otros empresarios más pequeños que hicieron lo mismo no corrieron con igual suerte, pues hoy hay sobreoferta de tapabocas, con precios a la baja.
Certificados
La también barranquillera Industrias Saver, que produce artículos para protección industrial, ha florecido igualmente en medio de la ‘tapabocamanía’. Lleva 22 años fabricando respiradores N95, aquellos que retienen al menos 95 por ciento de partículas de 0,3 micras que estén en el ambiente.
Íngrid Barrero, gerente de Saver, explica que desde que la empresa se constituyó producen respiradores, pero, al ver las exigencias de los mercados internacionales, hace diez años decidieron certificarse con la norma estadounidense, otorgada por The National Institute for Occupational Safety and Health. Ello les abrió las puertas de ese país y les dio una gran ventaja en medio de la pandemia.
Solo dos compañías latinoamericanas están certificadas para producir los N95, una de ellas es Saver; el resto de los tapabocas que compiten en esa categoría son de multinacionales, como 3M, o usan la norma china, que es la KN95.
Al ser los de más protección, los N95 han estado dirigidos al personal de salud, pero hoy viven una sobredemanda de todos los sectores. Para Saver esto implicó un incremento de sus exportaciones y de su personal. De 30 pasaron a 120 trabajadores, que producen 24/7 y al ciento por ciento de su capacidad instalada. Al principio de la pandemia le vendían incluso a China, el país que más los necesitaba, y hoy su principal mercado es Estados Unidos.
Estas dos empresas, junto con otras productoras de tapabocas quirúrgicos y no quirúrgicos (los de tela), son las responsables de que las exportaciones de este artículo estén disparadas. Mientras que las ventas externas totales cayeron 23,3 por ciento entre enero y octubre, las de mascarillas de protección crecieron más de 30.000 por ciento, al pasar de 95.000 dólares en los primeros diez meses de 2019 a 29,2 millones de dólares un año después.
Ojo a los precios
Del lado de las importaciones también se registra un aumento, aunque un poco más moderado (356 por ciento), debido a que en este sector ya había una alta participación de productos del exterior. De enero a septiembre se importaron 368 millones de dólares en tapabocas.
Uno de los principales jugadores en este campo es la estadounidense 3M, que abastece el mercado colombiano con sus plantas ubicadas en Latinoamérica. Esta multinacional ha duplicado su producción global de respiradores N95 en los últimos meses. Desde enero fabrica 1.100 millones por año y su meta para el cierre de 2020 es llegar a 2.000 millones de respiradores en el mundo.
Con respecto a la especulación presentada con los precios de los respiradores, en especial de los N95, en 3M dicen que en su caso se han mantenido igual desde antes de la pandemia y se comprometen a conservarlos así. De hecho, en su página web global publicaron una lista de precios de los N95 para ayudarles a sus clientes a evitar alteración o especulación. En América Latina, estima que venderá unos 110 millones de N95 para 2020.
En general, el mercado de todos los elementos de protección personal para hacerle frente a la pandemia del coronavirus hoy vive un desabastecimiento global, pues en algún punto los países cerraron sus exportaciones privilegiando el autoconsumo.
Colombia también lo hizo, y los fabricantes aprendieron la lección para estar preparados ante situaciones de escasez. Además de adaptar sus aparatos productivos, utilizaron otra herramienta como las sinergias entre fabricantes de insumos médicos y textileros, que también entraron con fuerza en el negocio de los tapabocas.
Uno de ellos es el fabricante de ropa infantil Offcorss, que lanzó tapabocas para vender inicialmente online en medio de la cuarentena. “Los tapabocas quirúrgicos son difíciles para los niños. Empezamos con varios prototipos, buscando que fueran seguros y cómodos. Teniendo claro que no son para uso clínico, obtuvimos el permiso del Invima y empezamos a producir”, comenta Yanet Londoño, CEO de Offcorss.
La empresa tardó una semana en el proceso de diseño; cada uno de sus tapabocas lleva 22 insumos, y garantizaron la cadena de suministro y confección. En solo 20 días comercializaron 100.000 y hoy ya llevan un millón de unidades vendidas. En el mercado internacional comercializan a través de Amazon.
Otros productores locales, como Arturo Calle, Totto, Gef, Mario Hernández y Vélez, han podido entrar con éxito en este nicho.
Sin duda, el uso del tapabocas irá más allá de 2020, y quienes lograron posicionarse rápido como fabricantes, exportadores, vendedores o importadores serán los protagonistas en la historia de este accesorio, que cada vez traerá más diseño e innovación.