Desde que comenzaron las discusiones sobre la reforma tributaria, los colombianos han escuchado una y otra vez el mismo objetivo: “los ricos”. Se sabe que en el Gobierno de Gustavo Petro serán los que más pagarán. Lo ha dicho en todas sus entrevistas el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo.

Se lo dijo Ocampo a SEMANA en una entrevista de hace unos días. “Los recaudos son muy bajos para el impuesto de renta de las personas naturales, en general en América Latina; mientras la de las empresas es muy alta para los estándares internacionales”.

Y aclaró que un grueso muy grande de la población, como los asalariados, no estarán exentos de meterse la mano al dril. “Entiendo a los asalariados que consideran que ellos están pagando lo justo y seguramente lo es y esperamos no afectarlos, significativamente por lo menos, pero hay estratos altos que pagan menos y tienen más mecanismos para eludir impuestos (incluso evadir a veces)”, explicó.

En una entrevista con el diario El País de España dijo este sábado sobre los grandes cacaos del país: “Yo soy el canal de comunicación con el empresariado, he estado muy relacionado con ellos. Aunque él también se ha dado a la tarea de conocerlos. Para lograr una economía en crecimiento tenemos que trabajar mano a mano con las personas de altos ingresos, con los más ricos”.

¿Quiénes son los ricos?

Hace unos años, cualquiera podría pensar que se trata de aquellos con avión privado que pasan sus vacaciones en yates en el Caribe. Nada más lejano a la realidad de hoy.

Aunque es verdad que Colombia sigue siendo un país de ingresos medios pese al golpe propinado por la pandemia y a que, como consecuencia de ella, muchos de los que eran de clase media bajaron un escalón, o dos, y pasaron a ser vulnerables o pobres. También lo es que casi nadie se reconoce como rico cuando comparativamente con los ingresos de los demás colombianos sí lo es.

La movilidad social no ha tomado velocidad en Colombia y la razón no es solo por la pandemia, aunque si es claro que hay unos 6 millones de hogares que están en las clases pobres y vulnerables, que faltan en la clase media. La distribución de ingresos sigue siendo peculiar, sorprendente y fiel expresión de una profunda desigualdad, tanto entre pobres y ricos como entre quienes forman parte de la clase media.

Precisamente, la distribución de ingresos es ahora uno de los temas que revisa el Gobierno electo de Gustavo Petro con el fin de proponer una reforma tributaria estructural. El criterio esencial es lograr que paguen más quienes tienen ingresos más altos y así generar equidad.

Según el Dane, por ejemplo, basta con ganar un millón y medio (un salario mínimo y medio) para ser de la clase media y con ganar seis millones para ser considerado de clase alta.

Para ser más claros, en el país se es de clase media cuando se cuenta con un ingreso individual de entre 690.524 y 3.718.204 pesos al mes. Este rango llama la atención, pues la cifra de la base no equivale ni siquiera a un salario mínimo, pero parte de la idea de que las personas no viven solas, sino que conviven en el seno de una familia en la que se juntan los ingresos para llevar las cargas del gasto.

En el otro extremo del rango, pegadito al techo, están los que por sus ingresos individuales ya pertenecen a la clase alta. Quizás por esa cercanía en los ingresos de una clase y de la otra es que muchos temen terminar tocados por los nuevos esquemas de tributación que se ven venir, ante una reforma tributaria que gravará esencialmente a los ricos.

¿Quiénes pagarán más?

La promesa es no tocar a la clase media. No obstante, como el monto de recaudo estimado en la nueva reforma tributaria estaría cercano a los 50 billones de pesos o un poco menos, según las precisiones del designado ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, muchos analistas consideran que será casi imposible no salpicar a la clase media con algo de carga impositiva. ¿Está usted allí?

La realidad es que la clase media se trata de “un grupo poblacional muy heterogéneo”, de acuerdo con Andrés Álvarez, director del programa doctoral de la Facultad de Economía en la Universidad de los Andes. “El ingreso establecido para ubicar a un ciudadano en la línea de pobreza y el valor mínimo para ser considerado clase media no es tan lejano”.

Eso llevó a que la clase media fuera la mayor perdedora de integrantes durante la reciente crisis: de 14,7 millones de colombianos que en 2019 pertenecían a ese segmento de la población, se pasó a 12,5 millones en 2020, para luego volver, en 2021, a 13,9 millones en la mitad de la pirámide.

Con la gente de clase media se parte del supuesto de que la plata les alcanza para todos los gastos básicos y uno que otro antojo. La Ocde se refiere a la clase media como aquella franja en la que están personas de un hogar con un ingreso que les alcanza para tener vehículo, aunque muchas veces sea financiado con crédito; se pueden ir de vacaciones de vez en cuando, y, con frecuencia, son propietarias de su vivienda, independientemente de cómo hacen para pagar la hipoteca. Claramente, esas condiciones no se podrían cumplir con el nivel de ingresos en el que Colombia clasifica a la persona como de clase media.

El Banco Mundial también tiene una perspectiva distinta de lo que es ser de clase media. Sus rangos para América Latina, de la que forman parte países como México y Chile, que elevan el nivel de ingreso para el promedio de la región, está entre 13 y 70 dólares diarios, lo que equivaldría a 52.000 pesos (con una tasa de cambio de 4.000 pesos) y 280.000 pesos. Es decir, entre 1,6 millones y 8,4 millones al mes.

En la zona rural la clase media no llega ni a 10% | Foto: Getty Images

La pirámide socioeconómica en el país, además de los colombianos que se inscriben en la clase media, contiene a la franja de pobreza, en la que está el 37,8 % de la población; a los vulnerables, que son el 26,9 %; y a los de clase alta, que son el 2,3 %.

La imagen cambia sustancialmente si el lente se pone en el sector rural, donde el 89,9 % es pobre o vulnerable, 9,9 % es clase media y 0,1 % es de la clase más pudiente.

Las disparidades dentro de los integrantes de una misma franja poblacional son monumentales. Todo depende del ángulo desde el cual se mire el dibujo. En 2021, solo en las 23 ciudades y áreas metropolitanas en las que se concentra la industria, el comercio, el empleo y, en general, las oportunidades de lograr una movilidad social para escalar hacia un mejor peldaño, el 33,6 % estaba en situación de pobreza; el 32,1 %, en vulnerabilidad; y la clase media ya se veía más agrandada: 39,9 % o cuatro de cada diez personas.

No obstante, quienes están en la clase media estiman que no se han beneficiado de la economía en la misma proporción a su contribución. Si bien en países como Colombia hasta el momento no son sujetos de impuestos como el de renta, contribuyen mediante el consumo, el cual se vuelve cada vez más caro para esta franja de la pirámide. Es más, los estudios sobre el tema recalcan que las políticas tributarias, que deben impulsar la redistribución de los ingresos, han influido poco en el aumento del tamaño de la clase media.

En cambio, “el costo de los componentes esenciales del estilo de vida de la clase media ha aumentado más rápido que la inflación; los precios de la vivienda han estado creciendo más de prisa que el ingreso medio de los hogares”, dice el estudio de la Ocde. Muestra de ello es que, mientras la inflación anual a junio de este año fue de 9,67 %, cuando se mira de forma aislada, la de la clase media fue de 9,82 %.

Muy endebles

Los colombianos de la clase media, a diferencia de sus colegas de la Ocde, son débiles ante los choques. Están enganchados en el mercado laboral, pero también son los más susceptibles de ser reemplazados en medio de la transformación de los puestos de trabajo.

Los trabajos que tienen integrantes de la clase media son los que más tienden a desaparecer en medio de la automtización. | Foto: alcaldía de Barranquilla

En 2021, según informe del Dane, el 49,7 % de los ocupados pertenecían a la clase media, mientras que los vulnerables eran el 22,8 % de los que tenían un trabajo, y las personas en condición de pobreza ostentaban el 22,6 % de la ocupación. Es decir, al recuperar el empleo o la actividad económica que realizaban, volvieron a ser parte de la clase media, de la que salieron empujados por la crisis.

La constante presión sobre la clase media, principalmente sobre la colombiana, no es algo que deba pasar desapercibido.

El estudio de la Ocde señala que uno de cada cinco hogares de ingresos medios gasta más de lo que gana y tienen un sobreendeudamiento mayor al de familias de ingresos bajos y altos. ¿Podrán con un gasto más?