El fenómeno de El Niño, que destapó la vulnerabilidad de Colombia ante un choque climático, con su matriz energética, se debilita, pero las lluvias que trae el evento que sigue, La Niña, no llegarán por encima de lo normal hasta la segunda mitad del año, según los pronósticos.

Aunque el nivel de los embalses de generación hidroeléctrica, de la que aún depende esta nación, estuvo a punto de llegar a una situación crítica, el agua empezó a caer y disipó así la amenaza de un nuevo apagón en el país, pero el futuro para el abastecimiento no está despejado.

Aun con apenas unas tenues señales de mejora, el 10 de mayo de este año el ministro de Minas y Energía, Andrés Camacho, salió a alzar banderas al asegurar que, tras conocerse los informes del Ideam, ya se había superado el fenómeno climático –en materia de energía– y “sin un segundo de racionamiento”, se ufanó.

Andrés Camacho, ministro de Minas | Foto: Juan Carlos Sierra

‘Nos salvó la campana’

Camacho aseguró que, con la experiencia obtenida, “se consolida esa ruta de la transición energética. Nuestro sistema ha sido resiliente; ha soportado las más altas temperaturas y los niveles más bajos de lluvias en más de cinco décadas”.Incluso, a tan solo diez días de haber sido expedida la resolución para sancionar el exceso en el consumo de energía en un momento de riesgo de desabastecimiento, la medida fue rápidamente levantada, lo que motivó preocupación entre algunos, como el exministro de Minas Amylkar Acosta. “La verdad sea dicha, nos salvó la campana. La recuperación de los embalses, en momentos en los que estábamos a punto de llegar al nivel crítico del 27 por ciento, se debe única y exclusivamente a la meteorología y no a la gestión del ministro”.

Por el contrario, Acosta criticó el hecho de que Camacho se hubiera precipitado a afirmar en febrero que ya El Niño estaba llegando a su fin, mientras la ministra de Ambiente anunciaba que en marzo volverían las lluvias que no aparecieron. “Eso les dio una señal equivocada a los generadores hídricos, que, en lugar de guardar agua para la fase más severa del evento climático, generaron más allá de lo que aconsejaba la prudencia. Han primado la improvisación y la imprevisión”.

La seguridad energética está en veremos hacia el futuro, según algunas alertas, por lo que esta semana el centro de pensamiento económico Anif convocó a un panel de expertos, partiendo de la premisa de que “luego de la afectación de las reservas hídricas por el fenómeno de El Niño se evidenció la vulnerabilidad que tenemos, ante el cambio climático, de la principal fuente de energía en el país, que es la hidroeléctrica”.

El costo de no tener los avances necesarios en energías renovables lo hizo asomar el hecho de que se tuvo que acudir a las térmicas, cuya forma de generación es más costosa, lo que de hecho se vio ya en las facturas del servicio en los hogares.

En la industria, “un aumento de 100 pesos en el precio de la energía se traduce en caída en la producción industrial”, señala José Ignacio López, presidente de Anif, por lo que esos episodios están asociados a menos crecimiento.

José I. López Presidente de Anif | Foto: GUILLERMO TORRES

Pegó en el palo’, pero...

Tomás González, exministro y director del Centro Regional de Estudios de Energía (Cree), dice que, con este fenómeno de El Niño, Colombia “pegó en el palo”: se llegó a unos límites en los que si fallaba algo en el sistema no había margen de maniobra y el país no habría tenido más remedio que ir a cortes de energía.

González destacó decisiones como la de generar con la mayor capacidad de las térmicas para tratar de cuidar el agua, pero también criticó la determinación tardía de una campaña de ahorro que llegó en el último minuto.

Tomás González, exministro y director del Cree

A partir de 2025 empezaría un déficit

Sin embargo, el panorama para el mediano plazo es preocupante en dos frentes: en materia de capacidad de generación y en el desarrollo de las líneas de transmisión.

Para Alejandro Castañeda, director ejecutivo de Andeg, gremio de las generadoras térmicas, “tenemos energía firme –con la que se puede contar con certeza– hasta 2025-2026. Pero de ahí en adelante ya comienza a haber un déficit, y ahí no estamos haciendo nada”, asegura.

Según el exministro González, de acuerdo con los escenarios de demanda media de la Unidad de Planeación Minero Energética (Upme), tendríamos un déficit de energía en firme para el periodo 2027-2028. Sus cuentas son las siguientes: hoy se tienen en energía en firme 245 gigavatios hora día. Para 2027, dice González, se espera una demanda media de cerca de 270 gigavatios hora día.

La más reciente subasta, en la que se asignaron más de 4.000 megavatios de capacidad, la mayoría de energías renovables –que tienen alta intermitencia–, solo entregaría 11 nuevos gigavatios. “No fuimos capaces de cerrar el hueco que tenemos. Es decir, la subasta no consiguió toda la energía que ha debido conseguir”, agrega el exministro González.

Alejandro Castañeda, director de Andeg

Para Castañeda, frente a la demanda media, hay un hueco del 4 por ciento de energía firme para poder atenderla, de acuerdo con los resultados de la reciente subasta, y también debe buscarse un colchón que dé tranquilidad. Pero, además, la situación se aprieta porque no todos los proyectos logran entrar. De acuerdo con él, la tasa de mortalidad de proyectos hasta 2019 era del 40 por ciento. Es decir, de diez proyectos, cuatro se morían por diferentes razones, porque no lograron cierre financiero, por problemas en consultas previas o dificultades en las licencias. “De 2019 hasta acá, de lo que se ha comprometido, tanto en subasta de cargo como en subasta de renovables, la tasa de mortalidad es del 70 por ciento. Si está planeado que lleguen 4.000 megavatios con la nueva subasta y la mortalidad es de ese tamaño, no entrarán 4.000, sino 1.200 megavatios”, explica Castañeda.

Nueva subasta ya

Tanto González como Castañeda coinciden en la necesidad de programar lo más pronto posible una nueva subasta que permita la entrada de nuevos proyectos para cerrar esa brecha y tener un nuevo colchón a tiempo. Sin embargo, el sector, como explica González, tiene la talanquera de las dificultades que se están teniendo para sacar adelante los proyectos. De hecho, señaló que el 46 por ciento de los proyectos de energías renovables reportaron atrasos significativos por temas como licenciamientos y permisos. Y el otro freno es la compleja señal de intervención que se ha dado al mercado: la idea del presidente Petro de llevarse las funciones de la Creg para la Presidencia o intervenir el precio de la Bolsa. “Son temas que dejan a la gente muy nerviosa”, agrega.

El consumo de energía por encima de ciertos límites debería ser sancionado de manera permanente.

Sin transmisión no hay luz

Además, por el lado de las líneas de transmisión, todavía está latente la preocupación para regiones como la Costa Caribe, Chocó o en casos como el de Bogotá, que podría dejar al centro del país sin luz. En su momento, Juan Ricardo Ortega, presidente del Grupo Energía Bogotá, advirtió que tres grandes proyectos de transmisión, claves para la capital y sus zonas aledañas, están muy quietos. Se trata de los proyectos Sogamoso, Chivor y la línea que viene de La Virginia-Nueva Esperanza. “Eso podría traer más o menos 20 o 30 por ciento adicional a lo que hoy demanda el interior del país. Pero ninguna de esas líneas, que debían haber salido hacia 2018, se han logrado concretar”, dijo Ortega.

Las demoras tienen que ver con problemas con comunidades y el otorgamiento de licencias ambientales.La compleja situación de la transmisión en el centro del país ya tiene impactos, pues hay proyectos que requieren energía, como 14.000 soluciones de vivienda, nuevos centros de acopio para grandes cadenas o la instalación de datacenters en las afueras de Bogotá, que han pedido acceso al servicio, y no se ha podido entregar.

Así, aunque el país logró sortear la compleja situación que provocó el fenómeno de El Niño y que puso en estrés al sistema, hay que aprender de las lecciones que deja para que la sombra de un apagón no vuelva a aparecer.