La pandemia ha sido una prueba de fuego para el sector empresarial. El impacto lo han sentido por igual las grandes, medianas y pequeñas empresas. Eso sí, las mejor preparadas han logrado capotear de manera más certera los enormes desafíos.

Miguel Cortés, presidente del Grupo Bolívar, el conglomerado integrado por Davivienda, Seguros Bolívar y Constructora Bolívar, entre otras empresas, cree que también ha sido un periodo de grandes aprendizajes. Advierte que el país debe trabajar en reformas clave para mejorar la productividad y lograr la reactivación, pero llama la atención para que la nueva tributaria no acabe con las empresas que sí cumplen.

DINERO: ¿Cuál debe ser la prioridad para que el país retome el rumbo económico?

MIGUEL CORTÉS: Yo diría que trabajar en la reactivación, que cumplirá un papel fundamental para lograr que la economía vuelva a crecer. Esta se alcanza creando nuevas empresas que generen empleo formal, y mejorando la productividad, que les garantiza van a perdurar. También es prioridad el trabajo armónico entre el Ejecutivo y el Legislativo para aprobar algunas leyes clave que mejoren la economía.

DINERO: ¿El Gobierno ha hecho lo suficiente para garantizar la reactivación?

M.C.: El Gobierno ha hecho un esfuerzo fiscal importante girando subsidios a las familias más vulnerables y ayudas a las empresas más afectadas por la pandemia. Sin embargo, la realidad fiscal nos indica que el Gobierno no puede dar dinero a todos, ni de manera indefinida. Ningún Gobierno lo puede hacer. Eso genera el riesgo de caer en populismos, un camino que ya recorrieron algunos países vecinos, que comenzaron regalando dinero a los pobres y terminaron volviéndolos a todos pobres.

DINERO: ¿Le preocupan los brotes populistas que están surgiendo?

M.C.: El populismo, ya sea de izquierda o de derecha, tiene una faceta buena y una muy mala. La buena incorpora en su esencia la búsqueda del bien común, el beneficio para todos. Pero también tiene una faceta mesiánica de ‘cree solo en mí’, ‘yo cambiaré el mundo’, ‘solo sigue mis reglas’ y ‘las de otros son malas’. Eso termina en descalificaciones y riesgos muy grandes.

DINERO: ¿Qué lecciones nos dejará la pandemia y qué riesgos ve en el futuro?

M.C.: Creo que una de las grandes lecciones de esta pandemia es que cada vez es más evidente la necesidad de trabajar por unos temas que nos unan. Y frente a los riesgos, creo que lo más preocupante es que retrocedimos al menos diez años en el PIB y por lo menos 20 años en pobreza. Muchos de los logros sociales sufrirán enormes retrasos.

DINERO: ¿Qué se necesita para lograr la unidad que nos saque del atraso en que nos deja la pandemia?

M.C.: Creo que como país debemos ponernos de acuerdo en sacar adelante unos temas básicos, como promover la generación de empresas y de empleo, distribuir mejor los subsidios, mejorar la salud y la educación, aumentar las exportaciones y la inversión extranjera. Ese debe ser el propósito común que nos una como país y de ahí en adelante, si los partidos políticos quieren sacar otros proyectos, que lo hagan, pero que haya consenso en temas clave.

DINERO: ¿Esto implica aprobar nuevas leyes para mejorar la economía?

M.C.: Sin duda debe haber un trabajo coordinado entre el Ejecutivo y el Legislativo para aprobar reformas clave. El Consejo Privado de Competitividad las mencionó: se requiere una reforma laboral, pensional, tributaria y a la educación si queremos crecer de manera sostenida. En medio de tanta incertidumbre por la pandemia urge generar empleo y reducir la informalidad. Eso se logra creando condiciones para hacer empresa, para invertir y crear empleo formal. Solo así podremos garantizar que haya bienestar, salud y empleo para todos.

DINERO: ¿Por qué aún el Congreso o el Gobierno no abordan estas reformas?

M.C.: En el país hay una tendencia a presentar y aprobar normas muy individualizadas, según el senador, el partido político o la región que las promueva. Pero poco se trabaja de manera colaborativa en aquellas normas que nos permitirán solucionar esos problemas estructurales en empleo o seguridad social. En ese frente todavía hay mucho trabajo por hacer.

DINERO: ¿Es optimista frente al comportamiento de la economía?

M.C.: Este año terminaremos con una caída en la economía de entre 7 a 7,3 por ciento. Si uno mira hacia atrás, encuentra que de abril a junio el país tuvo el peor desempeño; entre julio y septiembre mejoró y esperamos que de octubre a diciembre haya un repunte importante en la actividad productiva. Eso sí, será fundamental que durante el segundo pico de la pandemia la gente se cuide para que no vuelvan los confinamientos severos. Si queremos que la economía mejore, tendremos que acostumbrarnos a usar tapabocas, evitar aglomeraciones y mantener el distanciamiento mientras llega la vacuna.

DINERO: ¿Y cómo ve la perspectiva para la economía en el próximo año?

M.C.: Mientras no haya cuarentenas, la economía seguirá creciendo y deberíamos estar en niveles de entre 4,5 a 5 por ciento el próximo año. Pero así como nos preocupa el impacto de la segunda ola, tenemos que evitar que haya algún proyecto tributario que termine por destruir las empresas. En eso hay que tener mucho cuidado.

DINERO: ¿Qué le preocupa de una nueva reforma tributaria en 2021?

M.C.: Las últimas reformas han gravado mucho más aun a unas pocas empresas que sí cumplen; eso crea un incentivo para no ser formal. Es equivocado hacer más gravosas las condiciones e ir siempre por los mismos, que son quienes hacen bien las cosas. La reforma tributaria que ya anunció el Gobierno para el próximo año debe tener un buen balance: lograr que más colombianos tributen, que sea de manera progresiva y, sin duda, revisar muy bien temas como el IVA, pero sobre todo aquellas exenciones que quizás ya no se necesiten. Lograr que haya un buen balance en esta reforma será fundamental para que no terminemos matando algunas empresas que contribuyen con impuestos. Los colombianos debemos tener conciencia de que si no pagamos impuestos no hay forma de hacer carreteras, tener salud, educación y mucho menos se podrá facilitar el crecimiento de la economía.

DINERO: ¿Cuáles fueron los principales desafíos para el sector financiero?

M.C.: Sin duda lo que hizo la pandemia fue acelerar lo que era evidente. Y no solo en Colombia, también ocurrió en todo el mundo: la gente hoy no tiene tiempo para ir al banco. Quieren dedicar el tiempo a su trabajo o a su vida activa y prefieren hacer muchas cosas desde el celular. La banca entonces tiene que ser un facilitador para que todos puedan hacer lo que quieren: pagar cuentas, ir al cine, hacer todo digital y no volver a las instalaciones físicas. Básicamente lo que vemos en el mundo es la desaparición del dinero físico.

DINERO: ¿Qué aprendizajes le deja este año tan complejo de pandemia?

M.C.: Sin duda la pandemia nos planteó muchos desafíos, pero encontramos una cosa maravillosa con nuestros clientes. Como al principio se presentaron muchos dilemas con los clientes de bancos, seguros o construcción, decidimos ayudar a 1,5 millones de personas en menos de dos o tres semanas. Pero como sabemos que muchas soluciones deben hacerse a la medida del cliente, le apostamos a la innovación con desarrollos tecnológicos, que se han convertido en una solución más puntual.

DINERO: ¿Qué tanto avanzaron en esta meta de innovación?

M.C.: En los primeros 100 días del aislamiento desarrollamos 100 innovaciones, es decir una por día. Utilizando los términos del fútbol, si uno está entrenado y es buen futbolista, puede rendir más. Eso nos ocurrió: veníamos practicando diferentes tipos de innovaciones y durante este periodo se disparó la creatividad.

Logramos hacer aplicativos para tramitar créditos hipotecarios, el primero en Latinoamérica, pero también para obtener un préstamo para vehículo a través del celular; creamos con Rappi la alianza RappiPay; con el Metro de Medellín, Cívico Pay; en seguros, DoctorAkí para facilitar las consultas médicas virtuales; y en la constructora, un modelo de venta virtual que hoy nos permite realizar allí el 50 por ciento de nuestras ventas de vivienda.