A las 00:00 horas del 23 de marzo de 2020 fueron cerradas las fronteras aéreas colombianas, una medida que tomó el Gobierno nacional en cabeza del presidente Iván Duque para mitigar los efectos del coronavirus en el país. Para esa época, más exactamente el 19 de marzo, Colombia acumulaba 108 casos confirmados de la covid-19, de los cuales el 80% había ingresado por el Aeropuerto Internacional El Dorado de Bogotá.
Esta medida no fue tomada solamente en Colombia, sino en la gran mayoría de países: cerrar las fronteras aéreas produjo un efecto dominó en el sector turístico, a la par que los hoteles, bares y restaurantes se vieron obligados a cesar sus operaciones. Para nadie es un secreto que mientras la covid-19 les ha arrebatado la vida a casi tres millones de personas en todo el mundo, las economías sintieron el impacto de la pandemia.
Con el cierre de los vuelos nacionales e internacionales en Colombia, la mayoría de aerolíneas dejó de operar por un tiempo y las pocas que quedaron tenían muy pocos vuelos, autorizados solo para misiones humanitarias y traslado de insumos. Los pilotos dejaron las cabinas de los aviones y, en su gran mayoría, tuvieron que encerrarse en sus casas.
Si bien en la actualidad la actividad aérea ha retomado poco a poco el ritmo, aún falta camino por recorrer para volver a los niveles que registraba antes de la pandemia. Entretanto, muchos de los pilotos siguen a la espera de la llamada de sus empleadores para volver a volar.
Nicolás Camacho es uno de ellos: un piloto que solía volar hacia Europa y quien desde que empezó el aislamiento preventivo obligatorio en Colombia tuvo que quedarse en su casa, a la expectativa de que llegue la nueva normalidad y retomar sus funciones.
Pero más que estar en su casa viendo cómo evolucionaba el coronavirus en Colombia y el mundo, el confinamiento lo impulsó a emprender.
“Yo soy piloto. El 15 de marzo dejé de volar y la preocupación fue grande. Soy cabeza de hogar. Antes de ser piloto duré muchos años en Europa como chef de cocina, e incluso antes de parar de volar yo ya tenía la idea de montar un restaurante de hamburguesas. Soy apasionado de la hamburguesa americana, me fascina”, afirmó Camacho, en diálogo con Semana Noticias.
“En pandemia, y cuando deje de volar, lo que pasó fue que justamente [eso] me aceleró el proceso de emprender, de sacar esta idea adelante: un restaurante americano de hamburguesas. Duré un mes y medio planeando la idea e hice bastantes pruebas de cocina en mi casa”, indicó.
Hoy, Nicolás Camacho es propietario de Bieri Good Burguer, un restaurante dedicado a la venta de hamburguesas.
“Un día decidí que tenía clara la receta, que ya estaba lista. Se las di a probar a unos amigos, a familia y le dije a mi esposa un día: voy a comenzar a vender hamburguesas. Eso fue como a mediados de mayo. Fui a un Homecenter, compré unas planchas, unas cosas más y me puse a hacer hamburguesas. Les dije a un par de amigos: oigan, les voy a vender una hamburguesa, quiero que la prueben y me den su feedback –retroalimentación–”, relata Camacho.
“Eso fue un miércoles, vendí ocho hamburguesas y les fascinó. A los dos días comencé a vender más y más, y eso fue como una bolita de nieve que fue creciendo hasta el punto en el que llegamos a vender 60 y 70 hamburguesas desde nuestra casa. En este proceso duramos ocho meses mi esposa y yo. Ella tiene su trabajo, en sus tiempos libres me ayudaba a empacar las papas, a contestar las llamadas y cuando vimos que el negocio se empezaba a mover mucho, decidimos que nos ayudaran Luz Dary y Lucho, que actualmente son nuestro cocinero y nuestra administradora“, relató el piloto.
Durante los dos últimos meses, Nicolás y su esposa han contado con la colaboración de Luz Dary y Lucho en Bieri Good Burguer. “Ellos nos están apoyando desde abajo en la moto con los domicilios y, como fue creciendo el negocio en nuestra casa, también en la cocina”, dijo Camacho.
Afirmó que cuando empezó a ver cómo su emprendimiento andaba a buen ritmo entendió que “valía la pena que creciera”. Fue así como decidió constituir su empresa y se trasladaron a una cocina oculta en Usaquén. “Ahí era una cocina oculta, pero también teníamos una terracita 4x4, para 16 comensales. Ahí nos dimos a conocer cuatro meses, fueron muy buenos, y nos dimos cuenta de que el potencial que tenía el negocio era el domicilio, pero también lo eran las mesas”, afirmó.
De este modo, Nicolás Camacho inició la búsqueda activa de la que sería la nueva sede de Bieri Good Burguer. Asegura que buscó por varias zonas de Bogotá, pero la que más le gustó y lo “enamoró” fue la de la calle 81 con carrera 8, donde se encuentran ubicados en la actualidad.
“Encontramos un garaje superbonito, lo adecuamos y ya llevamos una semana aquí operando. Nos ha ido muy bien, cada vez nos damos a conocer más. La gente llega y sale muy contenta con nuestras hamburguesas. Nuestro fuerte no es solamente la hamburguesa americana, que es un productazo, sino el servicio a la mesa, y adicionalmente tenemos unos postres... Todo con la receta de un chef y eso le ha dado un plus al negocio”, explica Nicolás.
También dice que, en promedio, venden entre 1.000 y 1.500 hamburguesa mensuales, aunque “esperamos que aquí, en la 81, podamos triplicar eso o más, es la idea”. Además, las ganas de empezar a expandirse hacia otras zonas de la capital son altas: “Mi idea es expandirme, dependiendo de cómo nos vaya en la 81 y de cómo se desarrolle este año, la idea es montar otro Bieri Good Burguer en la zona norte, estamos todavía decidiendo dónde. La idea es que no sean solo dos [sedes], sino muchas más”, relató.