Las micro, pequeñas y medianas empresas emplean a más de 16 millones de colombianos, representando alrededor del 90 % del músculo laboral del país. Por esto, el programa Emprendimientos Productivos para la Paz, Empropaz, se propuso beneficiar a más de 3.600 emprendedores, por medio de acompañamientos socioempresariales y que también puedan permitirse el acceso a productos financieros.

Empropaz es una iniciativa de Bancamía, en alianza con la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), la Corporación Mundial de la Mujer Colombia y la Corporación Mundial de la Mujer Medellín.

El Día Internacional de los Pueblos Indígenas tuvo lugar el 9 de agosto y, en ese marco, Empropaz difundió los frutos de este trabajo, en el que 241 indígenas, mayormente provenientes de los departamentos del Cauca y Putumayo, se vieron beneficiados. De esta cifra, 153 de ellos son microempresarios y 88 son emprendedores; gran parte de esta comunidad se desempeña en el sector rural, dedicándose a actividades como la agricultura, el cultivo de café, la cría de aves de corra, etc.

El 9 de agosto se celebra el Día Internacional del los Pueblos Indígenas. | Foto: Grupo Aje

De acuerdo con el último censo del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), en Colombia hay más de 1,9 millones de personas reconocidas como población indígena. A su vez, se reportan 115 pueblos nativos reconocidos como indígenas en el país; de ellos, 79 % están radicados en centros poblados o rurales, mientras que el 21 % restante se encuentra en cabeceras municipales.

Empropaz fomenta el robustecimiento de las ideas de negocio de los emprendedores indígenas y fomentando el crecimiento de su productividad; entre estos pequeños empresarios, destaca Ninfa Herrera Domínguez, una mujer caqueteña que desciende del pueblo uitoto y cuya motivación en su emprendimiento es el rescate de sus raíces gastronómicas y fomentar la memoria de su cultura.

Ninfa y su familia solían vivir en un resguardo en el municipio de Solano, pero, producto de la violencia, se vieron obligados a abandonar sus tierras y a radicarse en Florencia, Caquetá. Esto no la detuvo y desde su emprendimiento ha encontrado la manera de proteger la cultura de su pueblo murui muina o uitoto.

Ninfa Herrera, indígena emprendedora | Foto: Copyright

Sus raíces han impulsado su interés en trabajar en pro de las comunidades, tanto así que llegó a posesionarse como gobernadora indígena y a constituir su propio cabildo en el municipio de La Montañita, al que decidió nombrar K+g+fene Murui Muina o ‘Gente de Centro’. En este cabildo nació su emprendimiento gastronómico: un restaurante cuyo objetivo se basa en la protección de su cultura y sus tradiciones, principalmente las gastronómicas, y donde ofrece platos ancestrales y es posible apreciar artesanías típicas de su puedo.

Ninfa optó por llamar a su emprendimiento ‘Espacio Cultural Ancestral y Gastronómico’ y por brindar atención especializada con cada uno de sus clientes, venga de donde venga, y haciendo pedagogía sobre las costumbres e ingredientes de su pueblo que esta mujer desea rescatar junto a su familia. Su hija, Valeria, es quien se encarga de administrar el restaurante, preservando su legado cultural.

Ninfa asegura tener como objetivo “compartir su cosmogonía y llevar nutrición como una misión para cuidar la vida desde lo que se consume”. La protección de su legado cultural desde la gastronomía como idea de negocio fue lo que le permitió no solo mejorar la calidad de vida de ella y su familia, sino fomentar el orgullo por su herencia indígena.

“Rendimos un homenaje a emprendedoras de nuestro programa Empropaz, como Ninfa, que merecen toda la atención porque son actores de primer orden en el desarrollo de los territorios en los que prestamos todo el acompañamiento socioempresarial, pues a partir de sus emprendimientos productivos aportan en la generación de recursos, la construcción de paz y la preservación de nuestro legado cultural colombiano”, puntualizó Miguel Ángel Charria Liévano, presidente ejecutivo de Bancamía.

Infortunadamente, los territorios indígenas son víctimas del azote de la violencia, el conflicto y la pobreza, pero la resiliencia de estos pueblos es mayor. Ninfa, como resultado de una cultura que resiste y persevera, decidió arriesgarse a emprender y ha ganado mucho más de lo que la violencia le quitó.