Hace seis años y medio, en abril de 2015, cuatro amigos paisas (Nicolás Eberl Peick, José Ricardo Betancur, Alejandro Agudelo y Ricardo Ramírez) renunciaron a sus trabajos y decidieron emprender convencidos de que el ají que se cultivaba en la finca de los abuelos de uno de ellos, sería suficiente para lograr su independencia económica y triunfar como empresarios.
Su gusto por este condimento, que ellos mismos preparaban en salsas picantes, así como los usos industriales del ají en cables eléctricos para que los animales no se los coman y parches activos para calentar músculos, entre otros, los convencieron de que ese era el camino.
Sin embargo, al cierre de 2015 solo lograron vender 25 millones de pesos, pese a todo su esfuerzo y dedicación. Ellos mismos eran los mercaderistas de sus picantes y los daban a degustar en cucharitas pequeñas, pero la estrategia no funcionó. Luego la degustación era con cábanos o queso y eso les salía más caro que el producto mismo. Se cambiaron a papas y plátanos fritos de paquete, pero luego se dieron cuenta que eran mejor los nachos, que absorben mejor las salsas.
“El problema era que a la gente no les gustaba los nachos que ofrecíamos en la degustación y entonces nos tocó empezar a producirlos, pero con sal marina, ingredientes premium y libres de gluten para que absorbieran bien los picantes. Les fue tan bien a nuestros nachos, que los empezamos a comercializar”, explica uno de los cofundadores, José Ricardo Betancur, quien es el gerente general de Vector Foods, como bautizaron a su compañía.
Mercado de grandes
El éxito de los nachos les sirvió para darse cuenta de que podían competir en el mercado de los snacks, que en el país está dominado por gigantes como Pepsico, Super Ricas, Yupi, Pringles e incluso Ramo. Es una categoría que mueve 3,5 billones de pesos al año, así que pensaron que así fuera una parte pequeña, les interesaba posicionarse allí.
De los nachos pasaron a las papas de diferentes sabores (lima limón, barbecue, con sal rosada del Himalaya, etc.) y decidieron no competir con precios sino con productos libres de conservantes y colorantes artificiales, rotulado claro y empaques especiales. Esa apuesta les sirvió para que algunos nutricionistas los recomendaran como una indulgencia dentro de sus dietas. En consecuencia, su canal de ventas inicial fueron las tiendas fitness de Medellín. En 2016, sus ventas ya llegaban a 110 millones de pesos, tenían tres empleados, pero los cofundadores que decidieron trabajar en la empresa seguían sin salario. Con esas credenciales tocaron por primera vez las puertas del Grupo Éxito, pero no lograron que se las abrieran.
En su proceso de prueba y error, en Vector Foods, que maneja las marcas Monterojo y UAU!, los socios pasaron de hacer ellos mismos las salsas picantes a contratar un maquilador en Itagüí para sus snacks y posteriormente montaron su propia planta.
La mirada al exterior
En 2017 sus ventas ya subieron a 1.000 millones de pesos, tuvieron su primera bodega y lograron codificarse en Olímpica y Cencosud. En 2018 dejaron de ser una empresa solo reconocida en Medellín a tener eco nacional, con una facturación de 3.000 millones de pesos. En 2019 subieron a 5.000 millones, pero en 2020 pensaron que se iban a quebrar y, lo peor, ya con 40 empleados que dependían de ellos.
“Veíamos la situación muy oscura por flujo de caja, buscamos una manera de mantenernos a flote y ahí aparecieron las exportaciones y el mundo digital”, recuerda Betancur, quien antes de Vector Foods ya había intentado con cuatro emprendimientos que no funcionaron.
La primera exportación fue a Curazao y todo lo que enviaron se perdió. A golpes aprendieron a manejar los costos logísticos, pues en este tipo de alimentos los empaques tienen mucho aire. La segunda vez les fue mejor y así siguieron avanzando y abrieron mercado en Ecuador. Allí están codificados en la Corporación La Favorita, que es el mayor retailer del vecino país.
Con esas credenciales volvieron a golpear las puertas del Grupo Éxito y se las abrieron en Carulla, donde pese a no poder tener degustaciones por las restricciones de la pandemia, pudieron pasar de ser la marca 25 en ventas de de snacks en esa cadena a ser hoy la número dos. “Ese trabajo es de nuestros impulsadores, que eran la mitad de nuestros empleados. Ellos lograron dar a conocer la marca y vender sin degustación, otros de nuestros competidores justamente tuvieron que realizar sus mayores recortes de personal en esos roles”, comenta el gerente general de Vector Foods.
Por encima del presupuesto
En 2020 no solo cumplieron presupuesto, sino que lograron vender 7.000 millones de pesos. Este año han ampliado sus exportaciones a Aruba, Bonaire, Panamá, El Salvador y Australia y creen que llegarán a vender 12.000 millones. Para 2022 son aún más optimistas. Quieren tocar puertas a ver si pueden entrar a Estados Unidos, México y Chile y están a la expectativa sobre las nuevas normas de rotulado para alimentos como los que ellos venden, aspecto en el que creen tener una ventaja competitiva. En ventas la meta es llegar a 20.000 millones de pesos.
Con 82 empleados, 59 por ciento de los cuales son mujeres, Vector Foods es la prueba de que equivocarse vale la pena.