A pesar de que para el 2021 las cifras de este indicador cayeron a nivel nacional, siguen siendo altas. El índice de pobreza multidimensional (IPM) está compuesto por cinco dimensiones y 15 indicadores, en el que se miden las condiciones educativas, las condiciones de la niñez y juventud, trabajo, salud, condiciones de la vivienda y servicios públicos. De esta manera, incluso si un hogar o individuo supera el umbral de la pobreza monetaria, podría encontrarse en situación de vulnerabilidad o pobreza multidimensional.

En el marco de estas reducciones, la fundación microfinanzas del banco BBVA, y Bancamía expusieron sus propias mediciones sobre este tema, en aras de mostrar su compromiso de mejora para la cobertura de servicios financieros para emprendedores de bajos recursos, además de conmemorar los 15 años de la fundación en América Latina.

Dentro de sus mediciones, destaca que al menos el 86 % de sus clientes se encuentra o en situación de pobreza, o en vulnerabilidad, sin contar con que el 60 % de sus clientes emprendedores son mujeres. Desde la reapertura económica, estos emprendimientos han visto recuperaciones en sus ventas y servicios, sin embargo, manejan ingresos con alta volatilidad, por lo que siguen sin superar, en su mayoría, el umbral de vulnerabilidad económica.

El indicador de pobreza multidimensional de la fundación se encuentran elementos ausentes en la medición nacional del Dane. Por ejemplo, el acceso a internet que resulta ser un dato clave para la comprensión del desarrollo de los modelos de emprendimiento que asesora, financia y acompaña dicha fundación.

Aunque la cobertura de internet básico en Colombia alcanza el 70 %, el de banda ancha solo logra llegar al 50 % de la población de manera constante, lo que implica una gran barrera para el acceso a servicios tecnológicos para la educación y la salud. Para los emprendedores, esta situación es una agravante del desarrollo, y es equiparable a faltas de acueducto y saneamiento público dentro del indicador del banco.

Tanto el acceso a internet, como los bajos niveles educativos alcanzados por los emprendedores, son motivo de preocupación para la fundación microfinanzas, pues juntos conforman una problemática más grande y que debilita la fuerza de sus emprendimientos. Para Andrea Escobar, directora ejecutiva de la fundación Empresarios por la educación, es precisamente mejorar la calidad de la enseñanza y el aprendizaje de los niños, lo que podría contribuir a la disminución de los índices de pobreza multidimensional.

Ese proceso de mejora, “que no es un tema de conversación nuevo”, dice Escobar, no puede llevarse a cabo sin la mejora consecuente del acceso a internet y las tecnologías derivadas a lo largo y ancho del país, especialmente en las zonas rurales, en donde “la cobertura del internet de banda ancha en colegios o centros educativos a penas supera el 20 %, frente al 99.8 % de cobertura en centros urbanos.”, dice Juan Daniel Oviedo, director del Dane.

Entonces, tecnología, educación e internet parecen ser los ejes de mayor influencia a futuro para la formación de emprendimientos y pequeños empresariados sólidos en el país. Es por esto que se debe incentivar su desarrollo a través del diseño de políticas públicas y actos legislativos, al igual que desde alianzas entre sectores públicos y privados.

Desde la banca y el sector financiero, el compromiso no solo es en apoyo en financiamiento y facilidad de oportunidades para el crecimiento empresarial a pequeña escala. También lo es para la instrucción de educación financiera, acompañamientos y asesorías continuas al emprendedor y a la mejora constante en este tipo de indicadores, para poder gestionar sus recursos de mejor manera. Todo con el fin de “impactar positivamente no solo a nuestro cliente, sino a su hogar e incluso a su comunidad entera”, afirma Javier Flores, director general de la fundación Microfinanzas BBVA.