Desde hace más de una década Colombia viene trabajando por estar a la altura de los estándares internacionales en materia de agricultura y la certificación de semillas ha sido una de sus principales herramientas en la búsqueda de esta meta, con el fin de abrir nuevos mercados y dinamizar las exportaciones.
De acuerdo con la Resolución ICA 3168 del 2015, en Colombia, solo son quince especies las que tienen semillas certificadas: arroz, maíz, algodón, papa, sorgo, arveja, avena, cebada, trigo, soya, ajonjolí, maní, yuca, fríjol y cítricos. Sin embargo y pese a que están las reglas claras, esto no parece estarse cumpliendo.
En entrevista con Semana, Leonardo Ariza, gerente de la Asociación Colombiana de Semillas y Biotecnología (Acosemillas), hizo un llamado a las autoridades, nacionales y regionales, para que sean más drásticas en este tema, ya que la piratería está abriendo camino al uso de semillas que no cumplen con los estándares de calidad.
“Si bien es cierto el contrabando representa un grave flagelo, lo que más está afectando al sector de las semillas es la piratería, es decir, usar (comercializar o adquirir) una semilla protegida con propiedad intelectual, sin reconocer los derechos y la autorización de su obtentor”, dijo Ariza.
Este vocero del sector agricultor, indicó que actualmente, la producción nacional de semillas para la siembra y biotecnología, se está viendo gravemente afectada por los altos índices de ilegalidad (contrabando y piratería) e informalidad, que se presenta en producción y comercialización de todas las especies, en especial aquellas de interés económico y social como son el arroz, maíz y algodón.
“Los productores de semillas para la siembra y biotecnología en Colombia, han tenido que tolerar que el producto de sus propias investigaciones se haya convertido en su propia competencia, directa y desleal; lo anterior, habida cuenta que después de haber invertido mucho tiempo y grandes sumas de dinero en la elaboración de una variedad, ésta se empieza a multiplicar por quien no es su titular, ni cuenta con el permiso para hacerlo y mucho menos ha pagado los derechos que sobre la misma tiene su creador u obtentor”; agregó el Gerente de Acosemillas.
Por otra parte, en el 2021, el uso de semillas no certificadas en el cultivo de arroz fue de alrededor de 80 %, en maíz tecnificado del 7 %, en soya del 50 %, en algodón 25 % y en papa 95 %. Este gremio resaltó que si bien el Instituto Colombiano Agropecuario (Ica) ha realizado su trabajo, este se está quedando corto frente a lo grande que es el flagelo de la piratería en Colombia.
“Es necesario que los instrumentos de política agropecuaria e incentivos de diferente índole apunten concretamente a incentivar y apoyar el uso de la semilla certificada, por ejemplo, en las tasas de interés del Crédito Agropecuario, exigencia de este requisito para el Seguro agropecuario y otros mecanismos de difusión, extensión rural, asistencia técnica, donde se pueda tener un diferencial en condiciones, como una especie de bonos para los agricultores que usen semilla de calidad”, dijo Leonardo Ariza.
Según cálculos de Acosemillas, el sector agrícola ha perdido hasta el momento más de un billón de pesos por el uso de semilla no certificada en las diferentes cosechas. De los cuales, en 2021, fueron más de 300 mil millones. Las regiones de siembra de cultivos comerciales y agro empresariales más afectadas por la piratería de semillas, están principalmente en los departamentos de la altillanura (Meta, Casanare, Vichada), Valle del Cauca, Tolima, Huila, Córdoba, Cesar, Antioquia, Cundinamarca, Santander y Nariño.
“Esta situación implica desventajas frente a otros países que compiten con exportaciones de calidad. Puede llegar a generar incumplimiento de acuerdos comerciales ya sea por pérdidas en rendimientos o por condiciones sanitarias no aptas para los mercados de exportación que no permitan el cumplimiento de los requisitos previamente establecidos”, agregó el vocero de Acosemillas.
La Asociación Colombiana de Semillas y Biotecnología concluyó diciendo que uso irresponsable de semilla pirata, aumenta la presencia de plagas y enfermedades, incrementa la cantidad y variedad de malezas, generando mayores costos de producción generando cosechas de baja calidad y cantidad, afectando la competitividad del sector agropecuario y la posibilidad de ingresar a grandes mercados en el exterior.
Frente a esto, resaltaron que se debe ser más estricto por parte del Gobierno Nacional para evitar que la informalidad siga haciendo presencia en esta industria, ya que también es un asunto de índole sanitaria que no le permite a Colombia poder estar a la altura de los principales productores agrícolas del mundo, pese a tener todo el potencial para lograrlo.