Desde que se vino a vivir a Colombia, hace 22 años, José Enrique López Pacanins, un consultor empresarial especializado en desarrollo organizacional, quería que su mamá, Beatriz Pacanins, quien vive en Venezuela, formalizara su emprendimiento de catering y pastelería, pero ella nunca quiso seguirle la idea.

Lo que no se imaginó José Enrique, quien lleva toda su vida profesional ayudando a empresas a crecer en diferentes aspectos, es que finalmente iban a ser él y su hermano (quien también vive en Colombia) los que con el delantal puesto terminarían industrializando las recetas de su mamá y, además, usando la estrategia Marca País Colombia.

Todo comenzó hace cuatro años cuando José Enrique, para atender a unos de sus clientes empresariales, le pidió a su hermano Carlos que le prepara una licuadora de la salsa picante de la que hace su mamá para acompañar la comida que iba a ofrecer. Al finalizar la reunión, uno de los invitados le dijo a José Enrique que, si bien él era un buen coach, estaba equivocado de negocio, que lo que debía hacer era embotellar esa ‘salsa tan deliciosa’.

“Yo no me veía vendiendo salsa picante de puerta en puerta, pero en enero de 2018 realizamos una celebración para uno de mis hijos y a los papás les dimos la salsa. Muchos nos preguntaron si había quedado para llevar y al ver esos buenos resultados la empezamos a ofrecer en los distintos eventos corporativos que hacíamos”, recuerda, y dice que llegó un punto en que se dieron cuenta que a punta de producir en la licuadora casera no iban a avanzar.

Con abogados a quienes había asesorado en el pasado decidió formalizar su emprendimiento y el primer paso fue hacer el registro Invima. Luego, con una inversión de 230.000 pesos decidieron arriesgarse a producir 50 kilos de salsa. La cargaban en el baúl del carro y la ofrecían en todos los sitios a los que iban. Otro amigo publicista les ayudó a crear la marca y posteriormente hicieron el registro en Cámara de Comercio.

Así nació Bachaca, palabra que en Venezuela se usa para denominar a la hormiga culona que pica duro (por aquello del picante) y también para referirse a los morenos que son rubios, tal como es su mamá Beatriz.

Comienzan los pedidos

Con todos los papeles en regla, la cadena Buffalo Wings les hace un pedido de una de sus salsas (la dulce picante), pero les dice que necesita 400 kilos. Esto no solo implicaba industrializar la producción, sino conseguir la materia prima. El ají dulce, que suele ser escaso, lo compran directo a campesinos en Ocaña, y el cilantro a productores de Cundinamarca.

De ese cliente pasaron a restaurantes, tiendas pequeñas y carnicerías, y en febrero de 2020 dieron su gran salto al convertirse en proveedores de Justo & Bueno, que les pide 20 toneladas. Deciden empezar a maquilar el producto para poder cumplir. Así pasaron la mayor parte de la pandemia alistando su gran pedido y abriéndose paso en otros comercios, con la gran dificultad de que no se podían dar degustaciones.

No obstante, cuando iba en pleno camino ascendente en abril de 2021, Justo & Bueno entra en dificultades y se cuelga con sus proveedores. “Ahí seguimos, porque le apostamos a esa cadena y estamos seguros de que se va a recuperar“, dice José Enrique, y agrega que eso no los amilanó y siguieron abriéndose campo en un mercado que es bastante reñido. Ya están codificados en Carulla, Makro, Éxito y PriceSmart.

En Bachaca, hoy trabajan cinco personas de manera directa, y en las plantas de maquila más de 100 personas, a los que se suman quienes les hacen la logística, la bodega y la publicidad, pues decidieron apostarle a un modelo tercerización. Pasaron de vender 8.000 unidades hace año y medio a 320.000 en 2021. Para este 2022 esperan vender alrededor de 400.000 unidades.

Igualmente, avanzan en la realización de su primera exportación a Europa, con un envío hacia Andalucía, España, a través de un distribuidor colombiano, y próximamente hacia países como Portugal y Francia, donde ya han efectuado muestras comerciales. Fuera y dentro de las fronteras buscan sacarle provecho a que tienen la Marca País Colombia

“Estamos preparando una rueda de inversión, porque necesitamos escalar el juego a otro nivel. Por ahora, todo lo que genera Bachaca lo hemos reinvertido y nos hemos financiado con familia y amigos. Nuestra hermana también entró como socia, así como dos amigos”, explica José Enrique, quien se siente orgulloso de haber podido conectar con los consumidores colombianos y de cómo la receta familiar, que les transmitió su mamá, finalmente logró convertirse en un exitoso negocio.