Las empresas propiedad de latinos en Estados Unidos están aumentando su número de empleados a un ritmo mucho más rápido que aquellas con empleadores nativos (55 % frente al 8 % desde hace diez años).
Dicha tendencia de creciente consumo y negocios genera 2,75 mil millones de dólares de la economía total en el país del norte.
De acuerdo con un informe de la firma legal Gabriela N. Smith, Legal Counsel, hay algunos mitos y verdades sobre cómo operar en Estados Unidos siendo colombiano.
Por ejemplo, de acuerdo con un mito, es muy complejo y difícil manejar una empresa en Estados Unidos. La expectativa y visión generalizada de los emprendedores es que los procesos de constitución de personas jurídicas son complejos y que el manejo de empresas también lo es.
Sin embargo, Gabriela Smith, abogada de la firma, dijo que la realidad es todo lo opuesto y constituir una empresa en suelo norteamericano es bastante sencillo.
Explicó que no es necesario ser ciudadano o residente en los Estados Unidos, o incluso tener una dirección o historial de crédito. En algunos Estados es instantáneo (se puede constituir en cinco minutos) y en otros territorios nacionales puede tomar algunos días.
Según Smith, el proceso de creación de los estatutos internos de la empresa también es bastante ágil. Es un proceso interno y no se revelan sus contenidos al público.
Sobre los socios
Otro mito es que se debe tener un socio o accionista estadounidense. Pero es falso según la experta, pues “una LLC (sociedad de responsabilidad limitada) o una Corporation (Sociedad anónima), que son las dos figuras más usuales para registrar una empresa en Estados Unidos, pueden tener accionistas 100 % extranjeros sin que eso impida operaciones de la empresa o atrase la constitución de la misma”.
También se cree que los empresarios latinos no pueden firmar contratos con clientes en Estados Unidos. Muchos emprendedores latinos dicen haber firmado contratos sin saber si podían hacerlo, pero la duda es si se trata de una acción legal o ilegal.
En este caso se presentan algunos temas para aclarar. Según Smith, primero, desde un punto de vista estrictamente de validez de los contratos, por lo general los adultos con capacidad (es decir, que no estén discapacitados para tomar decisiones, como debido a una enfermedad o alguna deficiencia mental ya sea temporal o permanente) pueden firmar contratos.
Agregó que no existe el requisito de ser ciudadano, residente o requisito de otra índole geográfica. Hay algunas formalidades para que el contrato tenga validez y hay también formalidades para proteger que el que firma lo haga a nombre de una empresa y no a nombre propio, para que no quede implicado a nivel personal versus a nombre de la empresa.
Explicó que lo más sugerido es que los ejecutivos o empresarios consulten con un asesor comercial legal y migratorio, ya que se trata principalmente de un tema de derecho de contratos, por lo que se debe ser especialmente cuidadoso con las cuestiones migratorias.
Destacó que un buen abogado de inmigración, que cuente con matrícula en los Estados Unidos, es clave para evitar actividades que puedan interpretarse como “trabajar” en ese país, lo cual podría causar problemas.
Los contratos
Otro mito es el de “no me conviene negociar contratos directamente con compradores de servicios porque seguramente existen cláusulas que no van a querer firmar y me van a percibir como un proveedor difícil”.
Según la experta, un miedo recurrente de los emprendedores extranjeros es que si se ponen a negociar directamente un contrato, van a ser percibidos como un proveedor difícil y problemático. Sin embargo, esto no es verdad.
La negociación es parte de lo normal entre las empresas y, con muy pocas excepciones, es bienvenido proponer cláusulas que sean más justas, menos agresivas y reflejen la relación entre el cliente y el desarrollador de software.
Agregó que “tal vez es cultural no querer generar un roce pidiendo cambios en los contratos, pero no he visto casos en todos estos años donde una empresa se ha ofendido porque mi cliente los solicite. De hecho, si noto que la otra parte se queja, yo eso lo levanto como bandera roja y le digo a mi cliente que investigue a ese comprador de servicios”.
Aseveró Smith que en Estados Unidos hay un dicho, “Good fences make good neighbors”, que se traduce como “una buena cerca genera buenos vecinos.”
Y esto, dijo, “es real en una relación comercial en Estados Unidos. Entrar a un contrato sin sentirse ahogado desde el principio es importante. Obviamente, también existen situaciones donde hay que firmar y asumir riesgos, porque es parte del negocio”.