El día de la quema se verá el humo, pero hoy, entre inversionistas, desarrolladores de proyectos de generación, transportadores, comercializadores y hasta usuarios finales cualificados, hay más incertidumbre que apetito por la subasta de expansión de energía prevista para comienzos de 2024.
La subasta de expansión de energía opera desde 2006 para asegurar la confiabilidad del suministro de energía a los usuarios del Sistema Interconectado Nacional y protegerlos de precios altos en épocas de hidrología baja como el pronosticado fenómeno de El Niño.
En marzo de 2023, la Creg convocó a esta subasta, que será la cuarta desde que comenzó a operar este mecanismo que permitirá asignar Obligaciones de Energía Firme (OEF) entre generadores y desarrolladores.
Cualquier proyecto de generación de energía, convencional o no convencional, no se hace realidad de la noche a la mañana. Por eso, la idea es que los interesados en la subasta se comprometan a entregar energía al Sistema Interconectado entre el 1 de diciembre de 2027 y el 30 de diciembre de 2028.
En este proceso podrán participar personas jurídicas, naturales o agentes que representen comercialmente plantas de generación de energía existentes, existentes con obras, especiales y nuevas.
Así las cosas, ¿hay o no interesados en participar en la subasta? Fabio Ardila, asociado senior de Energía en Cuatrecasas, teme que no, lo que sería grave para el abastecimiento de energía del país. “Desafortunadamente las señales del Gobierno han sido contradictorias y han generado incertidumbre dentro de los inversionistas”, dice.
En este punto coinciden otros abogados consultados, al considerar que el Gobierno borra con una mano lo que hace con la otra. Esto porque se montó en el caballito de la transición energética y, al mismo tiempo, incrementó las transferencias para proyectos eólicos y solares, lo cual da de nuevo señales de incertidumbre.
Pablo Jaramillo, socio de Dentons Cárdenas & Cárdenas, mencionó otro aspecto que explicaría el poco apetito por la subasta: la “imposibilidad de conectarse al sistema ante los retrasos en las obras de expansión”, pues hay zonas del país donde es difícil entrar, lo que no es atractivo para la inversión y acentúa la incertidumbre, más en un contexto de alzas inflacionarias.
Patricia Arrázola, directora del Grupo de Práctica de Energía y Recursos Naturales de Gómez Pinzón, también reconoce la incertidumbre frente a la subasta de expansión de energía porque muchos generadores tienen suscritos contratos de suministro de energía que deben ser honrados aun cuando sus proyectos no hayan entrado en operación por motivos que salen de su control.
Por ende, estos generadores deben recurrir a compras en el mercado de energía, principalmente, para dar cumplimiento a esas obligaciones contractuales, cuyos precios superan con creces el que reciben de sus compradores.
El riesgo es que “puede ponerse en duda la viabilidad de seguir con el desarrollo de los proyectos, considerando la pérdida que se debe asumir al comprar energía en bolsa a precios superiores a los contratados”, concluyó.